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Vailima

LA BODA (4)

LA BODA (4) SECRETOS DE ALCOBA
Nuestro hombre de negocios extranjero vivía, como hemos visto, en Brujas, rodeado de lujo aristocrático. Fíjense en la alfombra oriental, en la lámpara de araña y en el espejo; la ventana está acristalada y tampoco le faltan las codiciadas naranjas de importación. Sin embargo, la habitación es estrecha como la de los burgueses y en ella domina la cama. Echen un vistazo al suelo. Es de madera y no de plaquetas de mármol con el que se pavimentaban los palacios.
Durante el día se recogían las cortinas y se colgaban de la parte superior del dosel de la cama para recostarse sobre ella o para, incluso, recibir visitas tumbado sobre el lecho. En la Borgoña de la época de van Eyck, no se permitía a los burgueses vivir en palacios. Sólo uno lo consiguió: un paisano de los Arnolfini, representante éste del superpoderoso banco florentino de los Médicis. ¡ahí es ná!
Les he mencionado antes la presencia de un espejo en la habitación. Si se fijan, está situado en el eje central del cuadro. Lo que para nosotros puede parecer una estupidez –quién no tiene un espejo en su dormitorio- en la época que nos ocupa constituía todo un lujo.
El marco está adornado con diez medallones que representan las estaciones del Via Crucis. Los espejos solían fabricarse de metal pulido y eran los monarcas los que poseían espejos de cristal. Se consideraban como objetos preciosos cuya fabricación era difícil pero los vidrieros de Habsburgo consiguieron con éxito una fórmula que ofrecía una solución intermedia entre el metal pulido y el cristal: se vertía una mezcla de metales a una temperatura no muy caliente sobre una bola de cristal, obteniendo así un espejo convexo como el que cuelga del dormitorio que contemplamos en el cuadro. En Francia, los llamaban brujas porque aumentaban el ángulo de visión de manera misteriosa.
Siento que la calidad y el tamaño de la imagen del cuadro que he conseguido para ilustrar el post, no les permita contemplar todo lo que se refleja en el espejo: las vigas del techo, una segunda ventana y las dos figuras de las que les hablaba más arriba.
Este efecto ¿no les recuerda a otro –y esta vez con un espejo plano- que nuestro ilustre Velázquez utilizó doscientos años más tarde en Las Meninas? les voy a dar una pista: Velázquez era el responsable de conservación de las colecciones reales de la corte española ¿me siguen...?



Por encima de la pareja cuelga una lámpara de araña de metal que los forjadores fabricaban por entonces en Flandes. ¿Saben por qué sólo una de las velas está encendida? Evidentemente no es una cuestión de ahorro sino de fe. La llama simboliza a Cristo, que todo lo ve, y aquí es testigo de las promesas de los contrayentes. Una vez más comprobamos la razón por la que no era necesaria la presencia de testigos.
Bajo el brazo derecho de la lámpara, vemos una figurilla tallada en madera que forma parte del cabecero de la cama. Representa a Santa Margarita, patrona de las parturientas, venciendo al dragón. Así que nuestra dama tenía asegurada, con este detallito, lo que desean todas las mujeres cuando van a parir: la horita corta...

A estas alturas, no me negaran que van Eyck no nos legó de forma detallada y magníficamente ejecutada, una estampa realista de su tiempo utilizando objetos de la vida cotidiana cargados de simbolismo. Y si no, miren al perrito situado entre los esposos. Bienestar y felicidad, ése es su significado simbólico. Supongo que en más de una ocasión habrán podido contemplar en tumbas de la época, a los pies del hombre, la figura de un león como símbolo de fuerza y valor y, a los pies de una mujer, un perro como símbolo de fidelidad conyugal (¡al parecer eso es sólo lo que se esperaba de nosotras!).
Los numerosos objetos que aparecen en el cuadro no están por casualidad, se lo aseguro. El espejo inmaculado como símbolo de la Virgen (speculum sine macula), las cuentas transparentes del rosario que cuelga sobre la pared hacen referencia a la pureza de la mujer y también, las chanclas y los zuecos de los que antes hemos hablado.
¿Creen ustedes que nuestros novios acuciados por las prisas de la boda han olvidado ordenar convenientemente la habitación?
Pues no, señores. Su disposición alude al Antiguo Testamento:

”No te acerques, quítate las sandalias de los pies, porque el lugar que pisas es tierra sagrada”

así como el Señor se lo ordenó a Moisés, de la misma manera los dos esposos celebran el sacramento del matrimonio en un simple suelo convertido en un lugar sagrado.

Para finalizar, que ya es hora, un apunte más que resulta curioso. ¿Sabían que este cuadro no tiene autor? ¿Que no me creen? lean, lean... en otro post, por supuesto.

2 comentarios

Avelino -

Muy interesante, Vailima.

Raschid -

Te has superado a ti misma.
Esta serie está resultando estupenda.