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LA TEMPESTAD O EL CONJURO DE UN INSTANTE

LA TEMPESTAD O EL CONJURO DE UN INSTANTE Giorgione, junto con Durero, descubrió el paisaje para la pintura. Estamos hacia 1507 en Venecia. Dos personas se encuentran fuera de la ciudad, en plena naturaleza. El hombre de la vara es un soldado (1530) o un pastor (1569) y observa plácidamente a la mujer desnuda que amamanta a un niño. Ella nos mira ¿nos pregunta algo?
Cuando Giorgione pinta La tempestad, la mayoría de las familias patricias y burguesas de Venecia han consolidado su riqueza y, en esa época, un a de sus ambiciones era poseer una caa de campo que las alejara de las estrecheces de sus islas. Al igual que en la literatura, en la pintura se plasma esta propensión por lo natural y lo bucólico, haciendonos visibles la profundidad espacial, la transformación del color en la distancia y los detalles de la naturaleza observados desde cerca.

El hombre del cuadro lleva unos pantalones con las hendiduras propias de la indumentaria de los lansquenetes. Sin embargo, la vara que porta carece de punta metálica, por lo que más que una lanza podría tratarse más bien de una herramienta de pastor. La chaquetilla corta de mangas formaba parte del atuendo de los jóvenes de buena familia...
El cuadro fue un encargo de Gabriele Vendramin. Tan sólo contaba con 23 años cuando se pintó La tempestad pero se sabe que el hombre del lienzo no era él. Tampoco se trata de un autorretrato porque Giorgione significa "el gran Giorgio" y este apelativo se debía según los cronistas, no sólo a la grandeza de su mente sino también a su talla corporal.
Con la incógnita de la identidad del varón, fíjense en la poca elegancia con la que la mujer aparece sentada sobre una sábana blanca.

Su postura es casi forzada y el niño está sentado junto a ella pero no en su regazo como cabría esperar. ¿A qué espera para marcharse de ese lugar cercano al río cuando la tempestad amenaza? Algunos investigadores apoyan la suposición de que se trate de Dionisos oculto en los brazos de una ninfa para salvar al niño engendrado por Zeus de la ira de Hera. Otros, hablan de que podría tratarse de Moisés, una vez depositado en el Nilo por su madre y salvado por la hija del faraón y entregado a su vez a una nodriza para que fuera amamantado. Igualmente, existe otra interpretación por la que se afirmaría que se trata de Caín. La ciudad despoblada del fondo simbolizaría el paraíso; la tormenta, la ira de Dios. Pero el que nos plantea un problema a la hora de aceptar esta interpretación es el supuesto Adán. Ni tiene pinta de trabajar la tierra, ni va cubierto ni de piel ni de ninguna hoja de higuera. Tampoco tiene aspecto de haber sido expulsado de ninguna parte.

¿Quién será? Corran, corran que la tempestad ha comenzado.

Hasta mañana.

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