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LA TEMPESTAD O EL CONJURO DE UN INSTANTE (2)

LA TEMPESTAD O EL CONJURO DE UN INSTANTE (2) Nos habíamos quedado en la cuestión de la identidad del caballero que contempla a la mujer amamantado al niño. Pues bien, la interpretación más convincente es la que le asocia con Paris, el hijo del rey de Troya. Su madre soñó que el niño causaría el hundimiento de la ciudad y por eso lo abondonó en el monte Ida. Fue criado por un pastor y su mujer. Pero en el lienzo no se recrea esta escena sino una posterior. Paris se convirtió en pastor, como su padre adoptivo, y estaba enamorado de una ninfa del río, que dio a luz un niño. Así pues, el momento que Giorgione plasmó en su obra es aquel en el que Paris se despide de la ninfa una vez que Afrodita le ha prometido el amor de la mujer más bella del mundo, Helena, reina de Esparta.
Esta interpretación es corroborada por una serie de detalles tales como el simbolismo del río como patria de la ninfa o el rayo y la tormenta como premonición del aniquilamiento de Troya. Paris tiene que defenderla y por esta razón aparecería en el lienzo no sólo como pastor sino también como soldado. Sin embargo, no deja de ser una interpretación más ya que venecianos y florentinos amantes del arte, sentían una predilección especial por hacer irreconocibles algunos elementos del cuadro. Quizás fuera un antojo de la clase alta, el gusto por un saber de expertos que debía ocultarse al común de las gentes. Así, el arte concebido como un encargo oficial debía ser inteligible para todos mientras que el arte para iniciados se dirigía a observadores dotados de un código especial.
Ya ven ustedes que unos cientos de años después estamos aquí especulando e intentando desentrañar el asunto. Giorgione consiguió su objetivo.

Y hasta aquí el mío por hoy. Mañana finalizaremos esta serie de post con la figura femenina que mira al espectador de forma tan enigmática.
Que ustedes lo pasen bien.

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