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Vailima

LA VENGANZA (2)



El vellocino de oro y la hija del rey

Nos encontramos en la Cólquida, un reino del Cáucaso situado en la costa oriental del mar Negro. Sus habitantes, considerados bárbaros e incivilizados por los griegos, poseían una famosa piel de cordero a la que llamaban el “vellocino de oro”. En su búsqueda partió Jasón (hijo de un rey griego) junto a sus compañeros de viaje, los argonautas, nombre que habían adoptado de su embarcación “Argos”.
Me han contado que el rey les entregaría el vellocino de oro sólo si Jasón era capaz de superar tres pruebas: la primera, arar un campo con un toro que expiraba fuego, la segunda, sembrar dientes de dragón y, la tercera, acabar después con los hombres que crecían a partir de ellos. Una empresa de gran envergadura para un solo héroe…
Las malas lenguas comentan que llegó esta historia hasta los oídos de Medea, la hija del rey. Siendo la sacerdotisa del templo y, nieta de Circe, disponía de remedios misteriosos y poderes mágicos para ayudar a que Jasón superara las pruebas. A cambio, el griego le había prometido matrimonio por lo que Medea, sin dudarlo, adormeciendo al dragón que custodiaba el vellocino y matando incluso a su propio hermano que la perseguía, hizo realidad el sueño de Jasón. Su parte del trato estaba cumplida.
Mientras recorrían una y otra vez Corinto en busca de los argonautas, Jasón y Medea tuvieron dos hijos. Pero pasado un tiempo, el héroe griego cansado de Medea, decidió casarse con la hija del rey Creonte y abandonar a la madre de sus hijos.
Eurípides ha permitido que entremos en la casa de Medea en Corinto. Hacia nosotros se acerca la nodriza de los dos hijos desventurados del que nunca será matrimonio y agarrándose fuertemente el manto marrón que la cubre exclama:

”Pero ahora desunión es todo y sufrimiento
de aquellos a los que amo, pues Jasón a sus hijos
y a mi dueña abandona por una boda real
con la hija de Creonte, tirano de esta tierra;
y la infeliz Medea, de tal modo ultrajada,
gritando el juramento recuerda y el contacto
de manos, prenda máxima, y a los dioses invoca
para que el trato vean que de Jasón recibe.
Y yace sin comer, al dolor entregando
su cuerpo y consumiéndose con lágrimas
[constantes
desde que conoció la afrenta de su esposo,
sin levantar los ojos ni separar del suelo
su mirada ni oír la voz de sus amigos
más de lo que lo hicieran rocas u olas marinas.
Tan sólo alguna vez vuelve su tierno cuello
para gemir a solas por su padre querido,
su país y su casa, que traicionó al marchar
con el hombre que ahora tal ofensa le infiere.
Y en su infortunio aprende la mísera qué bueno
es el no partir nunca de la paterna tierra.
Y aborrece a sus hijos y en verlos no se goza;
temo incluso que algún raro proyecto trame.
Pues duro es su carácter y soportar no puede
que nadie la maltrate. La conozco y la temo:
es terrible y quienquiera que en su enemistad
[incurra
no resultará fácil que la victoria obtenga.”


Las desgarradoras palabras de la nodriza se hicieron realidad. Enfadada, ofendida y acorralada por su suerte, Medea decidió vengarse y de este modo habló:

”Enviaré a Jasón uno de mis sirvientes
diciéndole que quiero verle ante mi presencia
y, cuando haya venido, le hablaré con blandura:
que estoy con él de acuerdo; que me parece bien
la unión que traicionándonos contrae con la princesa;
que es cosa conveniente y está bien discurrida.
Pero le pediré que mis hijos se queden,
no porque en tierra hostil quiera dejarlos, sino
para a la hija del rey poder matar con dolor.
Pues les enviaré con dones en las manos
y, cuando el atavío se ponga, morirá
malamente y, con ella, quienquiera que la toque:
tales son los venenos con que ungiré el regalo.
Mas aquí a otro lenguaje paso y a gemir voy
por la terrible cosa que a continuación
haré: porque a mis hijos mataré, sin que nadie
pueda salvarlos ya; y así, tras destruir
la casa de Jasón, me obligará a marchar
de esta tierra la muerte de mis hijos amados
y mi crimen inicuo; que tolerable no es,
amigas, que se rían de mí mis enemigos.
Veamos, ¿para qué quiero vivir si no
tengo ya hogar ni patria ni abrigo contra el mal?”


La cruel historia de Medea se hizo tan famosa en el mundo entero que muchos han sido los artistas que han querido inmortalizarla a través de su genio. Ya nuestro Eurípides que tan pacientemente nos ha enseñado las entrañas de la infanticida, Ovidio, Séneca, Boccaccio, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Rojas Zorrilla, Corneille, Franz Grillparzer, Anouih, Corrado Alvaro, José Bergamín, los rumores de la atrocidad de Christa Wolf con sus letras, ya mucho antes los antiguos en sus vasijas y relieves y, grandes pintores como Gustave Moreau, Delacroix, mi admirado Waterhouse, Baur, Sandys, Cézanne
, Morgan
… y en música, la tragedia lírica de Marc-Antoine Charpentier, la Medea de Liebermann donde la despechada decide no tener el hijo que espera de Jasón, Cherubini, Milhaud. Y en el séptimo arte un Pier Paolo Pasolini recreando la tragedia de Eurípides con María Callas como protagonista...

Cada uno de ellos nos ha relatado la terrible historia de la vida de Medea. Cada uno de ellos desde una perspectiva diferente, desde una época diferente, con diferentes Medeas y diferentes Jasones que viven diferentes vidas con un único destino.

El lienzo que nos ocupa se pintó durante el invierno de 1869. Anselm Feuerbach tenía entonces 40 años. Seguramente habría visto el cuadro de Delacroix (1838) cuando pintó el suyo: una mujer semidesnuda de mirada salvaje agarra fuerte y violentamente a sus dos hijos con una mano mientras que con la otra sujeta un puñal. Los niños van a ser sacrificados como si de animales se tratara. Está a punto de suceder, el espectador lo sabe.


Delacroix

Sin embargo, Feuerbach no quiso captar este pre-suceso en su lienzo. Incluso, ninguno de los personajes denota signo alguno de violencia ni de ira. Desgraciadamente, ahora entenderán porqué la figura central del lienzo se cubre el rostro con sus manos. La tragedia que está a punto de suceder y no se debe contemplar. El cráneo de caballo dirigiendo sus huesos resecos hacia Medea, hacia la asesina, sin ojos, sin vida, para no ver, para indicarnos el horror que se está a punto de cometer.

10 comentarios

sebastian sotomayor guajardo -

esta pintura
pornografica

gracias x entenderlos


xaooooooooooooooooooooooooooo

sebastian guerrero -

hola

esta muy fea ojala q la cambien






chaooooooooo

Cluje -

Genial Vai, me encanta tu versión de Medea. Por cierto, ¿has leído "El Vellocino de oro" de Graves? Creo que en ese sitio clavan magníficamente la pusilanimidad de Jasón, uno de los ¿héroes? que más gordos me caen de toda la mitología griega, sobre todo en comparación con otros maravillosos Argonautas, como el delicado Orfeo o los gemelos Cástor y Pólux.

Carl Philip -

Has introducido el mito y dado múltiples referencias para quien desee continuar su estudio en sólo tres posts. Resultado: mucho mejor no se podría haber hecho.

Sirotxo -

No vea Palimp la sudadera que me ha metido el post este del demonio; como que tuve que ir a Munich a ciegas y volver. Casi ná.....

Vailima -

Gracias por vuestras palabras, pero si he de ser sincera, se podría haber hecho mucho mejor. A mi juicio he introducido mucha información de autores y explayarme más en cada uno de ellos me habría llevado a realizar una infinidad de post sobre el mismo tema. La idea, al fin y al cabo, es una y las visiones, muchas. Mi propósito, que era dar a conocer por encima el mito a través de una de sus representaciones, lo he cumplido. Creo.
Un saludo a todos

Palimp -

Envidia me dan estos post tan trabajados y tan interesantes. Eurípides es el dramaturgo al que me refería, y el repaso al mito de Medea y sus manifestaciones artísticas, impecable. Se intentará estar a la altura ;-).

Carl Philip -

P.D.: perdón por el laconismo, ando con prisas.

Carl Philip -

Completísimo, Vailima. Como siempre, una gozada.

Sirotxo -

Este es el otro título que pensó el Feuerbach:
"Niñosss... papa se va al trabajo..."