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Vailima

LIBIAMO, LIBIAMO (1/4)

Libiamo, libiamo ne’lieti calici                        
che la belleza infiora.                       


Durante la pasada semana, ya saben, ese puente infinito de infinitas posibilidades, Tio Petros y una servidora estuvieron en Valladolid. Una de las mañanas, la dedicamos a visitar y conocer las entrañas de una bodega de vinos de la Ribera del Duero. El vino nos apasiona. La buena comida debe ir acompañada siempre de un buen vino: La conversación fluye por sí sola, el talante (¿dónde habré oído yo esta palabra…?) se suaviza y el temperamento se dulcifica. El vino, además, nos produce un estado de atontamiento tal que puede hacer que empresas en principio arriesgadas, lleguen felizmente a buen término. Vermeer trató el tema del placer que proporciona el vino en varias de sus obras y me gustaría compartirlas con ustedes, amigos míos, sirviéndonos una copa invisible digna del mejor traje del rey ideado por Molière.

en casa de la alcahueta-vermeer

En casa de la alcahueta, nos muestra la venalidad del amor. La mujer de mejillas sonrojadas por el vino, está abriendo la mano para recoger las monedas del pago por los servicios prestados al caballero con sombrero de plumas y jubón rojo bermellón. Tras él, la alcahueta vestida de negro sigue con atención el desenlace de su intermediación. “Va por buen camino…” pensará la anciana, y si no, fíjense en la mano izquierda del caballero que paga. Sin duda alguna, el vino ha hecho que se le caiga la mano… y esperemos, por el bien de la empresa, que no se le caigan miembros más imprescindibles en estos lances. Nunca se sabe…

3 comentarios

Herri Otrow -

Blando mi copa y blindo por vuestro (esto es tuteo, va por tí y Tio Petros) regreso.
(Perdón, el beber a palo seco, que no un palo seco, hace que se me agiten los miembros y me trabe la lengua)

Vailima -

¡Por ella!

nota: vere, por favor, tutéame y, gracias por el cumplido.

vere -

Hemos echado de menos sus post estos dias. Por la dulce embriaguez , bienvenida