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EL ENGAÑO

EL ENGAÑO En la dedicatoria con la que Daniel Samoilovich introduce su poema titulado El engaño nos dice:

”Día” puede parecer a los hablantes de otra lengua
un verbo conjugado en pretérito imperfecto


Eso es poesía: engaño y seducción. Naturalmente se necesitan dos:
el que engaña y el que juega a ser engañado.
Desgraciadamente para mí soy de los que se dejan engañar. El medio me resulta espectacular. El lenguaje en estado puro como una gran molécula de infinidad de enlaces secretos al alcance de cualquier mano y tan calva como la mitológica ocasión.
¿No les parece sorprendente que con un material tan barato como el lenguaje alguien que no conocemos pueda hacernos partícipes de un juego de seducción? Pero no se confundan, como en todo en esta vida tiene su técnica y su genialidad. Ramón Irigoyen nos ofrece las claves en su Arte poética:

Un poema si no es una pedrada
-y en la sien-
es un fiambre de palabras muertas
si no es una pedrada que partiendo
de una honda certera
se incrusta en una sien
y ya hay un muerto


La palabra, la amante del poeta nos es mostrada de todas las formas posibles. En su desnudez o ricamente ataviada. Alerta, con los ojos entornados pero siempre despierta... como las buenas amantes. Permite que la deseemos, que nos vayamos acercando a ella, que la toquemos con dedos invisibles.
Ya ha surtido efecto el engaño de este “arte poética”, la sien se resiente del golpe. Es entonces cuando el poeta se mofa de nosotros y con ironía nos advierte dónde está su lugar:

El límite siempre culpó al límite
de que la vida
estuviera de algún lado


El poeta nos hace vigilantes del mundo que él ha creado, que manipula a su antojo y que, como todo, acaba con un punto y final. Sin embargo, también nos señala el camino que para todos constituye una tabla de salvación. Redimirse en la palabra sabiéndonos engañados:

Hay algo de inexacto en los recuerdos:
una línea difusa que es de sombra,
de error favorecido.

Y si la vida
en algo está cifrada,
es en esos recuerdos
precisamente desvaídos,
quizás remodelados por el tiempo
con un arte que implica ficción, pues verdadera
no puede ser la vida recordada.

Y sin embargo
a ese engaño debemos lo que al fin
será la vida certera, y a ese engaño
debemos ya lo mismo que a la vida


Que pasen un buen día.

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