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ICONES SYMBOLICAE

ICONES SYMBOLICAE Los atributos, así como otras características de las personificaciones, tienen sus raíces en la mitología. En algún momento se debió de ver la necesidad de explicar en términos simbólicos, no sólo la actuación sino también el aspecto exterior de los dioses en un intento de racionalizar los mitos en tanto que éstos no dejaban de ser fábulas que mostraban y ocultaban al mismo tiempo la verdad sobre la naturaleza. De cualquier forma, en la explicación simbólica de los atributos de un dios encontramos el origen de un género poético de innegable belleza.

Propercio, por ejemplo, explica la esencia del Amor cuando describe la imagen de Cupido en una elegía que a posteriori ha dado mucho de sí en la literatura y el arte:

"Quienquiera que fuera el primero que representó al Amor en forma de niño, convendrás sin duda en que tuvo una mano maravillosa. Fue el primero en darse cuenta de que la vida de los amantes carece de razón y de que se pierden grandes bienes por sus pequeñas preocupaciones. También le dotó de alas por sólidas razones, haciéndole volar por entre los corazones de los hombres, pues en verdad nos vemos sacudidos por las olas agitadas y el viento que nos impulsa es constante. Lógico resulta asimismo que su mano esté armada con flechas y que le cuelgue de los hombros la aljaba cnossia. Pues nos hiere desde lejos cuando nos creemos a salvo del enemigo, y nadie sale ileso de la herida que le infiere".

A lo largo de la historia de la literatura y del arte, esta técnica del simbolismo va adquiriendo mayor importancia dado que permite “hablar” (en el lenguaje que sea) sobre las características de cualquier idea o tema mediante una descripción ficticia.
A continuación, quiero compartir con vosotros un poema de Ausonio en forma de diálogo que es una imitación de un epigrama griego sobre el Kairos, el momento adecuado. La imagen representa a un ser del reino intermedio entre la divinidad y la abstracción, la Ocassio u oportunidad. Se trata de un texto bellísimo y espero que disfrutéis con él:

- ¿De quién es esta obra?
- Es de Fidias, que hizo la estatua de Palas y también la de Júpiter. Yo soy su tercera obra maestra; yo soy la diosa que unos pocos conocen por Oportunidad.
- ¿Por qué vas encima de una rueda?
- Porque no puedo quedarme en el mismo sitio.
- ¿Por qué llevas sandalias con alas?
- Porque vuelo. Cualquier cosa que Mercurio haga prosperar yo me la llevo si quiero.
- Te tapas la cara con cabellos.
- No quiero que me reconozcan.
- Pero ¿por qué en la parte posterior de la cabeza no tienes pelo?
- Para que no me puedan sujetar cuando huyo.
- ¿Quién te acompaña?
- Que ella te lo diga.
- Te pregunto ¿quién eres?
- Soy la diosa a la que ni siquiera Cicerón nombró, la diosa que impone castigos por lo que se hace y no se hace, y luego se lamenta; por ello me llaman Remordimiento.
- Explícame entonces ¿qué hace contigo?
- Cuando yo me voy ella queda, permanece con aquellos junto a los que yo paso, y tú mismo, mientras formulas tus preguntas y te dilatas en la conversación, acabarás por darte cuenta de que me he escapado de tus manos.


Espero, queridos amigos, que mientras leíais el poema Ocassio estuviera ocupada en otra parte. No obstante, no os aflijáis, Remordimiento, su eterna acompañante, estará abrazándoos en este momento.

2 comentarios

Cristina -

Me ha encantado el post y la página en general. Tienes desde hoy una nueva lectora. Un saludo

Chus -

Esto no siempre es así. Cuando la diosa Ocassio me permite visitar tu blog, nunca deja a Remordimiento conmigo.