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LA TEMPESTAD O EL CONJURO DE UN INSTANTE (3)

Como vimos ayer, no podemos dar por cierta ninguna interpretación sobre el tema del lienzo dado el gusto de venecianos y florentinos por obras no sujetas a un contenido dado, dejando en libertad, de esta forma, la fantasía del espectador.
Podría tratarse de una pintura para fomentar las asociaciones libres: las columnas podrían aludir a la Antigüedad clásica, a los poemas pastoriles grecolatinos, pero un dato sí es curioso. Así como el hombre va ataviado al uso de la época como un personaje contemporáneo, entonces cabe pensar que las mujeres desnudas también deben de serlo. Me explico.
Una mujer desnuda tenía que representar a Eva, a Venus o a una ninfa. Indudablemente, en ningún caso podía tratarse de una veneciana o una florentina, al menos en aquellas obras destinadas al gran público. Lo prohibía una convención enemiga de lo sexual y lo corporal que surgió, cómo no, al amparo de la Iglesia. No obstante, en círculos más reservados, las cosas eran distintas. Tal vez Giorgione deseaba romper con ese convencionalismo mostrándonos a la mujer desnuda y sabiéndose “el mostrador” de tal desvergüenza.
En cualquier caso, el pintor no debía de tener muy clara ni tan siquiera la composición de la obra: un examen radiológico de la misma que se llevó a cabo en 1939 dio como resultado una figura desnuda con las piernas en el agua en el lugar donde hoy aparece el caballero. La mujer que amamanta se pintó posteriormente.

De lo que no cabe duda es la admiración que los coetáneos del pintor sentían por la maestría de éste a la hora de reunir personas y naturaleza. Al contrario que su maestro, Giovanni Bellini, las figuras y objetos no están delimitados por un perfil sino más bien por un color superpuesto o contiguo resultando una unidad óptica como hasta entonces no se había visto.
Al no estar contorneadas, las figuras están dotadas de cierto margen de movimiento, como si la mujer desnuda pudiera adoptar otra postura en cualquier momento.
A una tradición pictórica que ensalzaba lo eterno, lo duradero y los ideales de belleza, Giorgione aportó lo fugaz, el cambio permanente en el cuadro, la mirada rápida, la brevedad de un relámpago, el conjuro de un instante que podría pasar a ser otro.
El mismo deseo con diferentes técnicas lo veremos en los impresionistas siglos más tarde.
Que pasen un buen fin de semana.

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