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Vailima

LA MENTE HÚMEDA DE TURNER

LA MENTE HÚMEDA DE TURNER

 

“La tormenta estalló sin previo aviso. Con una rapidez que, en el momento, pareció increíble, e incluso ahora resulta imposible de comprender, todos los aspectos de la naturaleza se convulsionaron al unísono. Las olas se alzaron con una furia cada vez mayor, cada una alzándose sobre la anterior, hasta que en muy pocos minutos el cristalino mar se había convertido en una especie de monstruo rugiente y devorador. Olas de cresta blanca golpeaban alocadamente contra los bancos de arena y ascendían los acantilados escarpados; otras rompían sobre los malecones, y barrieron con su espuma las linternas de los faros que se levantan al final de cada malecón del puerto de Whitby.”

 

Cuando ayer leía en mi Drácula la descripción que la “periodista” Mina Murray hace de la tempestad en Whitby, no podía dejar de imaginármela con el cromatismo, la intensidad y la fuerza de cualquier obra de Turner.

Obras concebidas desde el agua, desde el líquido mismo no sólo conceptualmente hablando sino utilizando este medio en su factura, la acuarela, en el que la inmediatez y la ligereza le confieren un espíritu especial. Turner poseía, sin duda, una mente húmeda y tan poderoso estado se veía, ¿cómo decirlo?, recompensado por el opuesto destructor: el fuego.

El fuego reunía en sí mismo todo un cromatismo incandescente, ágil e impetuoso que tratado con el agua formaban un tandem explosivo. Agua y fuego, transparencias, manchas, inmediatez en su estado puro, la tempestad. Remolinos, torrentes, llamaradas que clama a gritos una naturaleza atormentada.

En Whitby o en cualquier otro lugar,  da lo mismo, porque la visión de la naturaleza de Turner nada tiene que ver con un paisaje ni escenario concretos. Lo suyo es el vértigo sin respuesta, el exhibicionismo del color, del trazo. ¡Jabonaduras y encalados! ¿Y qué harían ellos? Me pregunto si saben cómo es el mar.

p.s. Una vez finalizado el post, busco -como en otras ocasiones- una obra de Turner para encabezarlo e ilustrarlo y cuál no es mi sorpresa cuando me encuentro con ésta que ejemplifica tan al detalle lo dicho. Su título (desconocido por mí hasta ese instante) ¡es Whitby!.

6 comentarios

Vailima -

jejeje, qué maja... pues sí, pretendo licenciarme en Historia del Arte (ojo, que sólo puedo hasta Bolonia matricularme de las asignaturas de arte de la titulación de Historia) pero bueno, esa es mi intención, sí.
para qué?
por qué, preguntaría yo.
y respondo: por placer, naturalmente
besos, guapa.

AqUIEstOyYo -

Vailima, permíteme que te haga una pregunta, Y tú ¿Para qué vas a estudiar arte?. O no es eso lo que ibas a estudiar.

Vailima -

Charles, compañero, me imagino a un Turner con temperamento, de hecho se le puede considerar el primer performance, ya que finalizaba sus cuadros en la propia exposición. Detrás de ese temperamento no pueden sino estallar los dos elementos de los que hablamos. Fugacidad es, precisamente, donde radica la belleza de tantas cosas...
Salamandra: yo también siento nostalgia del mar, de la mar -en femenino como se dice aquí-. Pero hoy llueve y la nostalgia y Drácula y Turner me llevan otra vez a esos días en los que un paseo por el malecón de mi pueblo era tan necesario como el respirar.
Vere: da el paso, llega el otoño y no encuentro mejor método para meterse en él. La tormenta, la lluvia, la niebla, Stoker y Turner.

Vere -

Que me dan muchas ganas de volver a Drácula, de leer sobre Turner y de ver su obra. Es lo que tienen tus posts.

Salamandra -

Me ha vuelto a pasar. Hace tiempo hablaba yo de la nostalgia del mar.
Se me ha vuelto a despertar.

Charles de Batz -

Más que de casualidad en tu encuentro con el Whitby de Turner estoy seguro de que podemos hablar de intuición. Muy acertada, por cierto.

Quizá sea esa dualidad agua-fuego que apuntas en Turner lo que le hace en parte tan atractivo, lo que convierte a sus obras en un reflejo momentáneo de una realidad llena de vida.

Buen día

Salud