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Vailima

T. ADORNO Y L. VAN BEETHOVEN: UN PASEO DE LA MANO DE GERARD VILAR

Me permito recomendaros un excelente y hermoso ensayo del fisósofo catalán Gerard Vilar titulado El desorden estético , ed. Idea Books.
El autor defiende la tesis de que el arte contemporáneo y las formas de experiencia estética ligadas a él, al contrario con lo que ocurría con el arte clásico, crean desorden, alteran nuestros esquemas de percepción, de experiencia y de lenguaje. A cambio, tenemos una nueva visión de ver y entender el mundo, incluso, nos ofrece la posibilidad de crear otro diferente. Y esta propiedad creadora va ligada a la sociedad en la que vivimos, esa sociedad que continuamente se transforma social, tecnológica y culturalmente. Por lo tanto, concluye, el desorden estético forma parte necesariamente del orden social.

En el capítulo 7, Vilar se detiene para hablarnos de la filosofía de la música dedicando el artículo a Theodor Adorno y Beethoven.



La importancia que concedió el filósofo de la Escuela de Frankfurt a la música como objeto intelectual tiene más importancia que la que se pueda pensar. De hecho, sus escritos musicales suponen la mitad de los volúmenes editados por el autor. En concreto, aquellos dedicados a Beethoven, publicados después de su muerte, son una recopilación de materiales que fue reuniendo a lo largo de más de treinta años para confeccionar una monografía sobre el músico. El trabajo está dividido en seis secciones, a saber, los escritos fragmentarios e inacabados (3 volúmenes), las notas filosóficas (5 volúmenes), los ensayos poéticos (1 volumen), las lecciones (16 volúmenes), las conferencias improvisadas (2 volúmenes) y las conversaciones y entrevistas (3 volúmenes).
W. Benjamín escribió que para los grandes hombres, las obras concluídas tienen menos peso que aquellos fragmentos en los cuales trabajan a lo largo de toda su vida. ¿Qué no habría sido de la obra que nos ocupa de haberla finalizado el filósofo? Casi ná.

Desde Pitágoras a Platón la música siempre ha estado presente en el pensamiento filosófico y, en la tradición alemana tenemos nombres como Schopenhauer y Nietzsche por lo que el interés de Adorno por este objeto de pensamiento no es único, ni lo hace singular por ello. Sin embargo, han sido muy pocos los pensadores que se han ocupado de la música de forma tan seria y sistemática como él.

El interés de Adorno por Beethoven no es casual: este músico representaba para Adorno la culminación de la tradición musical occidental como en el campo filosófico Hegel la representaba a su vez. En la obra de Beethoven se halla todo lo que luego habrá de venir de la mano de Schönberg y Weber. (Por cierto, os tengo que contar la interesante relación del primero con Loos y Kandinsky, pero eso me da para otro post, así que habrá que esperar).



Para Adorno la música es la expresión del espíritu humano. Además de sostener una concepción expresivista de la música y de su origen, mantiene la teoría de que toda composición es la materialización de una interacción de fuerzas entre la lógica que imana de la música y la sociedad. Existe una relación, pues, entre la obra musical y la sociedad, pero no de reflejo, sino de refracción. Beethoven es el paradigma musical de la burguesía revolucionaria y su música está estructurada como dicha sociedad. Así, esa relación de refracción se produce a partir de la autonomía de la obra. La música no es imagen de otra realidad, es conocimiento sin conceptos de la sociedad.
La música está, a un mismo tiempo, cerca y lejos del lenguaje. Cerca, como en Bach, pues se trataría de un lenguaje discursivo puramente musical y, lejos, como en Beethoven, porque su música puede hablar “sin palabra, imagen o contenido”.

Por otro lado, nos dice Adorno que la música occidental lleva un camino paralelo de racionalización como otros ámbitos de la esfera cultural. Si con Newton despega un proceso de dominio de la naturaleza, con Bach comienza el proceso de dominio de la naturaleza musical aunque diferenciándose del primero en su carácter no subordinador: existe una oposición entre la racionalidad estética o mimética y la mera racionalidad instrumental.
La tonalidad tradicional es sólo una etapa del desarrollo de la música y es la tonalidad, el material con el que Beethoven lleva al extremo la racionalización musical llegando a un punto de no retorno al que llamamos atonalismo. Lo sublime artístico que caracterizará a la música de vanguardia está presente en la obra beethoviana: carencia de imágenes o imágenes de aquello que carece de imagen, la desmitologización de la música, la autonomía musical. Como en la filosofía hegeliana, la música de Beethoven sólo expresa su contenido como palabra y concepto mediadamente, como filosofía, como lógica formal ya que “la reproducción de la sociedad como un idéntico es insuficiente, incluso es falsa”.



El concepto de sistema hegeliano queda representado en la música de Beethoven por la tonalidad; el concepto de negación viene dado por la fractura melódica antes de que ésta culmine como nos lo muestra en el comienzo de la Heroica o en el primer movimiento de la octava Sinfonía.
El arte y la filosofía van estrechamente cogidos de la mano. Para Adorno, la verdadera experiencia estética tiene que convertirse en filosofía o no es absolutamente nada.
”Toda obra de arte, aún la más hermética, habla con el lenguaje de su forma más allá del pensamiento, por muy rudimentario que sea, y, como éste no se queda quieto, necesita también de la filosofía como proceso pensante, pero de modo que no lo deshaga todo guiada por prescripciones normativas. Y como el pensamiento es universal, toda reflexión nacida de la obra de arte le será exterior y su fecundidad se medirá por la luz que arroje al interior de la obra”

3 comentarios

Raschid -

Cada vez que entro en este blog disfruto de una historia bien contada. Qué placer...

Vailima -

Por el momento, te contesto con unas palabras de Schönberg a lo que planteas:
"Puesto que a la música como tal le falta un contenido inmediatamente reconocible, unos, detrás de sus efectos, buscan una belleza puramente formal, otros, procedimientos poéticos".
Para responderte a lo que me preguntas tendrás que esperar a un nuevo post que, si me lo permites, tendré el placer de dedicarte.

Tio Petros -

Yo estoy bastante de acuerdo con Adorno, pero no lo sabía hasta haber leído tu post, por lo que debo agradecerte doblemente: por el placer de leerlo y por haber aprendido cosas.
Ver a Beethoven no sólo como una culminación sino como el germen de algo nuevo me parece muy acertado. Lo que ocurre es que la música que germinó posteriormente, el atonalismo especialmente, nos suena demasiado moderno, aunque tenga encima casi un siglo. ¿Porqué pasa eso con la música, y sin embargo las obras de ese momento en literatura, en pintura, en escultura, no nos parecen tan inaccesibles?