¿QUIÉN ES EL CADÁVER?
Este lienzo que todos conocemos de la firma Rembrandt se titula La lección de anatomía del doctor Tulp. Lo que en él se representa es y a la vista está, la disección de un cadáver. Este tipo de espectáculos se realizaba en los llamados “teatros anatómicos”, estrados circulares o semicirculares de madera con filas de bancos o con plataformas ascendentes sin asientos, a modo de gradas. La mesa sobre la que reposaba el cadáver se podía contemplar desde toda la sala. De esta manera, ustedes y yo estamos ahora mismo disfrutando de una disección histórica y, por favor, recuerden que en aquella época estaba terminantemente prohibido reírse y sustraer órgano alguno.
El praelector es la persona responsable de la clase y de los exámenes: el lector (observen el libro de la parte inferior derecha). Tenemos el honor de asistir a una lección de anatomía del Doctor Tulp.
Tulp no es el apellido real de nuestro maestro, sino Claes Pieterszoon de nombre Nicolaas (con dos “a” no piensen que tengo tan mal pulso y se me ha ido la mano en el teclado). El apellido Tulp proviene de la casa de sus padres, dedicada anteriormente a la venta de flores. En aquella época era bastante frecuente adoptar el nombre de una casa o el lugar de nacimiento. El apellido del médico alude además a la pasión neerlandesa por el cultivo del tulipán, por entonces aún incipiente.
Pero no les quiero hablar del que aparentemente resulta el protagonista del lienzo, sino del pobre diablo al que le practican la disección. Aunque hasta ahora no supiéramos tan detalladamente el origen del nombre de nuestro médico que pasó a la historia del arte, sí hubiéramos podido decir algo de él. Sin embargo, el desgraciado que reposa inerte en la mesa que contemplamos nos es totalmente desconocido. Pues bien, en el espacio de incógnito de éste su blog, le vamos a rendir un merecido homenaje.
La sombra de la muerte (a pesar de la iluminación que el pintor le otorga) recae en la figura de Adriaan Adriaanszoon. El difunto había herido gravemente a un guardián de la cárcel de Utrecht, y había robado y apaleado a un hombre en Amsterdam. Murió en la horca el 31 de enero de 1632. Su cuerpo fue donado a los cirujanos de Amsterdam para que hicieran una autopsia pública.
Señores, la lección ya ha llegado a su fin. Nuestro personaje de incógnito no fue lo que llamaríamos “un angelito” pero no se me quejen: no les he cobrado la entrada a este espectáculo que por entonces costaba varios florines con los que se pagaba al verdugo que proporcionaba el cadáver, al médico que realizaba la disección y al cocinero que preparaba la opípara comida subsiguiente. Tras el banquete, se celebraba por lo general, una marcha de antorchas.
Como nos separan algunos siglos de este tipo de acontecimiento, sean benévolos conmigo. Después de leer el post, vayan a su frigorífico y prepárense ustedes mismos un buen bocata y antorchas... no sé, lo único que se me ocurre es que después de la merienda se fumen un cigarrillo.
Post data: de todos los caballeros que vemos en el lienzo, todos cirujanos y de cierto renombre, de todos ellos como digo, sólo uno tenía título universitario y ustedes ya saben cómo se llamaba: Doctor Tulipán.
0 comentarios