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De incógnito

UNA PREGUNTA DE CONCURSO (por Tio Petros)

UNA PREGUNTA DE CONCURSO (por Tio Petros)

La foto que les presento hoy posee una propiedad interesante. En el texto superior he eliminado la última palabra porque si no era trivial, gracias a los superpoderes que Google pone en nuestras manos, de modo que ahora es un poco más difícil.

¿Sabrían decirme qué tiene de especial esta (fea) fotografía?

¿Qué la hace única, irrepetible?

¿Porqué es una fotografía tan especial?

Si lo saben de antemano, dejen tiempo a los lectores que deseen estrujarse las neuronas y buscar la solución, como siempre.

 

SE BUSCA EL ORIGINAL

No piensen que se trata de un nuevo juego de La Parte por el Todo. Simplemente, me gustaría que me ayudaran a identificar este edificio tan singular. Si les soy sincera, no sé si existe o ha existido o si alguna vez existió como un mero proyecto o en la imaginación de algún "escritor" de catedrales o se edificó gracias al pincel de algún artista con alma de cantero.

En fin, pues eso, que vamos a ver si damos con ella. ¿me ayudan?

 

¿SABES DÓNDE ESTÁ?

 

 

¿LA HAS VISTO ALGUNA VEZ?

 

FELICES FIESTAS

os desean Tio Petros y Vailima:

http://www.elfyourself.com/?id=1594284604

 

ME PARECIÓ VER UN LINDO GATITO

ME PARECIÓ VER UN LINDO GATITO No sé porqué pero esta imagen me recuerda a otra conocida...

LA 204

LA 204

No se trata de ningún número de habitación de hotel ni tampoco del número de registro de caja de seguridad alguna, sino de “una de las personalidades más atractivas del Cinquecento veneciano dentro del en sí mismo no menos fascinante estamento de las cortigiane oneste, es decir, las cortesanas recatadas y cultas que ejercían su labor en los salones y no en la calle, a medias entre lo económicamente venéreo y lo artísticamente inspirado”(*). Dicen que estas mujeres disfrutaban de tanta fama como las donne di piaceri romanas y que durante todo el siglo XVI, Venecia disponía de un plantel magnífico de estas mujeres del placer que cultivaban el amor junto a la poesía y la música. Tanto es así, que el minucioso Catálogo de las Principales y más Distinguidas Cortesanas de Venecia contabilizaba la importante suma de 11.654 mujeres de la vida y aunque publicado en la clandestinidad pero autorizado por la Serenísima, en él se recogían –en un alarde de marketing sin igual- no sólo los nombres de las princesas da tariffa y el de la alcahueta que gestionaba sus servicios (manager en lenguaje de hoy en día) sino que también se ofrecía el domicilio y “il numero de li dinari che hanno da pagar quelli gentilhuomini, et altri, che desiderano entrar nella sua gratia”.

Verónica Franco, que todos conocerán por el retrato que el mismísimo Tintoretto pintara de ella, hacía el número 204 de estas “páginas amarillas del amor”. Mantuvo relaciones con el pintor cuando ella contaba treinta y cuatro años y alguna que otra relación “epistolar” con Montaigne en su viaje de 1580 a Venecia. Quizás el francés quisiera comprobar por sí mismo y a pesar de su escaso interés por la belleza de las mujeres venecianas (según sus propias palabras), qué habría encontrado en ella el rey Enrique III cuando en 1574 y en un viaje a la ciudad de los canales, contrató los servicios de la 204 en lugar de compartir lecho con la número 1 del Catálogo.

Pero eso ya lo constatan ustedes todos los viernes en esta casa, amigos míos: el sexo no está reñido ni con la poesía ni con la música y es uno de los mejores remedios para elevar cualquier “espíritu” ¿No creen?

 

(*)Molina Foix, V., Tintoretto y los escritores, Espasa, Barcelona, 2007

RESOLVIENDO ACERTIJOS

El jueves pasado les invitaba a descubrir la identidad de una dama peculiar. Aquellos que no “la” conocieran, seguro pensaron que aunque enigmática, la señora era fea de cojones o, al menos, poco recompensada por la madre naturaleza. Claro está, que si miramos con ojos de estética comparada, resulta un bellezón al lado de alguna señora patria de hermosura picassiana.

Como me conocen, sabrán que mis juegos o adivinanzas en este caso, cargados van de trucos o engañuflas y lejos de presentarles a una cromosomática señora XX, quien se escondía bajo un sombrero y entre pieles no era otro que el mismísimo Marcel Duchamp fotografiado por el también mismísimo Man Ray.

Con la ayuda de mi photoshopero mayor, estimado Tio Petros, retiramos de la vista firmas y dedicatorias para hacer efectivo el acertijo. He aquí la imagen original:


Los comentaristas y acertados participantes dieron pronto en el clavo resolviendo la incógnita y compartiendo, además, la explicación de las pistas con todos nosotros.

Desde luego, nunca me defraudan…

EL ENIGMÁTICO ESTORNUDO DE UNA ENIGMÁTICA DAMA

EL ENIGMÁTICO ESTORNUDO DE UNA ENIGMÁTICA DAMA

Contémplenla detenidamente. Una elegante dama cubierta de pieles nos mira con displicencia.

- Adivina quién soy –nos dice mientras nos reta con su mirada-.

- Atrévete a descubrir mi secreto. Ven conmigo y te enseñaré el camino.

Quiere asustarnos. Centrar nuestra atención es lo que persigue. La profundidad de sus ojos y la sensualidad de sus manos no permiten resistencia alguna. Nos aventuramos porque siempre deseamos conocer la identidad del otro. Ella nos guía (así lo ha afirmado) y con el respeto que otorga todo lo desconocido, vamos tras ella. Aunque nos perdamos.

- De nombre inglés aunque etimológicamente francés.

- Debo permanecer en silencio para que no descubran quién soy.

- Me crearon en los locos años veinte.

- Soy muy dulce y me apasionan los azucarillos.

- Tengo una jaula sin pájaro.

- Aunque estornudo, el termómetro mide la temperatura del mármol.

- Juego en algún casino del mediterráneo.

- No soy actriz pero arriesgo en vanguardias del séptimo arte.

- ¿Escribir? Podría decirse que sí.

- A los hombres les vuelve locos mi aroma.

- De consonantes dobles imposibles. Así soy yo.

¿QUIÉN ES EL CADÁVER?

¿QUIÉN ES EL CADÁVER?

Este lienzo que todos conocemos de la firma Rembrandt se titula La lección de anatomía del doctor Tulp. Lo que en él se representa es y a la vista está, la disección de un cadáver. Este tipo de espectáculos se realizaba en los llamados “teatros anatómicos”, estrados circulares o semicirculares de madera con filas de bancos o con plataformas ascendentes sin asientos, a modo de gradas. La mesa sobre la que reposaba el cadáver se podía contemplar desde toda la sala. De esta manera, ustedes y yo estamos ahora mismo disfrutando de una disección histórica y, por favor, recuerden que en aquella época estaba terminantemente prohibido reírse y sustraer órgano alguno.

El praelector es la persona responsable de la clase y de los exámenes: el lector (observen el libro de la parte inferior derecha). Tenemos el honor de asistir a una lección de anatomía del Doctor Tulp.
Tulp no es el apellido real de nuestro maestro, sino Claes Pieterszoon de nombre Nicolaas (con dos “a” no piensen que tengo tan mal pulso y se me ha ido la mano en el teclado). El apellido Tulp proviene de la casa de sus padres, dedicada anteriormente a la venta de flores. En aquella época era bastante frecuente adoptar el nombre de una casa o el lugar de nacimiento. El apellido del médico alude además a la pasión neerlandesa por el cultivo del tulipán, por entonces aún incipiente.
Pero no les quiero hablar del que aparentemente resulta el protagonista del lienzo, sino del pobre diablo al que le practican la disección. Aunque hasta ahora no supiéramos tan detalladamente el origen del nombre de nuestro médico que pasó a la historia del arte, sí hubiéramos podido decir algo de él. Sin embargo, el desgraciado que reposa inerte en la mesa que contemplamos nos es totalmente desconocido. Pues bien, en el espacio de incógnito de éste su blog, le vamos a rendir un merecido homenaje.
La sombra de la muerte (a pesar de la iluminación que el pintor le otorga) recae en la figura de Adriaan Adriaanszoon. El difunto había herido gravemente a un guardián de la cárcel de Utrecht, y había robado y apaleado a un hombre en Amsterdam. Murió en la horca el 31 de enero de 1632. Su cuerpo fue donado a los cirujanos de Amsterdam para que hicieran una autopsia pública.
Señores, la lección ya ha llegado a su fin. Nuestro personaje de incógnito no fue lo que llamaríamos “un angelito” pero no se me quejen: no les he cobrado la entrada a este espectáculo que por entonces costaba varios florines con los que se pagaba al verdugo que proporcionaba el cadáver, al médico que realizaba la disección y al cocinero que preparaba la opípara comida subsiguiente. Tras el banquete, se celebraba por lo general, una marcha de antorchas.
Como nos separan algunos siglos de este tipo de acontecimiento, sean benévolos conmigo. Después de leer el post, vayan a su frigorífico y prepárense ustedes mismos un buen bocata y antorchas... no sé, lo único que se me ocurre es que después de la merienda se fumen un cigarrillo.
Post data: de todos los caballeros que vemos en el lienzo, todos cirujanos y de cierto renombre, de todos ellos como digo, sólo uno tenía título universitario y ustedes ya saben cómo se llamaba: Doctor Tulipán.


DE INCÓGNITO

”- No cabe duda de que usted bromea, señor; lo cierto es que todos los hombres tienen derecho a nuestra admiración. Es difícil, señor, muy difícil ser un hombre.(...)
- Discúlpeme –le digo-, pero entonces no estoy muy seguro de ser un hombre: nunca lo consideré muy difícil. Me parecía que bastaba con dejarse estar.(...)
- Usted es demasiado modesto, señor. Para soportar su condición, la condición humana, necesita usted, como todo el mundo, mucho coraje. Señor, el instante próximo quizá sea el de su muerte, usted lo sabe y puede sonreír; vamos, ¿no es admirable? En el más insignificante de sus actos –añade con acritud- hay una inmensidad de heroísmo.”

SARTRE,J.P.:La náusea, Alianza Losada, Madrid, 1982, p.156

A lo largo de la historia han nacido tanto hombres y mujeres que se han hecho famosos sin ellos saberlo. Por una u otra razón, estos hombres han quedado para la posteridad sin proponérselo y sin que sepamos siquiera sus nombres.
Como homenaje a éstos, quiero abrir una nueva sección en el blog que voy a llamar de incógnito, espero que disfruten con ella y si de paso aprendemos algo...

El primero se lo vamos a dedicar a una mujer. Y no es que yo sea feminista o algo parecido y quiera con ello reivindicar nada, sólo que es el primero que se me ha presentado, así de sencillo.
Se trata de Bridget Driscoll(*), una londinense de 44 años y madre de dos hijos que se convirtió, el 17 de agosto de 1896, en la primera víctima mortal de un accidente de tráfico. Fue arrollada por un coche cuando se dirigía a ver un espectáculo de baile. El automóvil iba a una velocidad de unos 12,8 km/h, por encima incluso del límite establecido (6,4 km/h) y se dice que el magistrado al que se le asignó el caso afirmó:

-esto no debe volver a ocurrir nunca más

Ojalá que se hubiera cumplido el deseo del magistrado, pero ya saben ustedes qué es ser hombre: “horror a manos llenas. Ángel con grandes alas de cadenas”.

(*) Curiosamente, ha existido otra mujer que respondería por el nombre de Bridget Driscoll y su vida corrió mejor suerte: fue uno de los supervivientes del Titanic.