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Vailima

LA TAREA DEL HÉROE

LA TAREA DEL HÉROE ”La tenacidad y la clarividencia son espectadores privilegiados de la inhumana representación en la que lo absurdo, la esperanza y la muerte intercambian sus réplicas”

De todos es sabido que Sísifo fue “el trabajador inútil de los infiernos”. Los dioses le condenaron a empujar para la eternidad una gran roca hasta lo alto de una montaña desde la cual, la piedra volvía a precipitarse en su caída.
Sísifo es el héroe del absurdo. ¿Han reflexionado alguna vez que la vida del condenado se parece mucho a la que nosotros, hombres antihéroes del siglo XXI, tenemos?
Nos levantamos temprano, cogemos el coche conduciendo hasta nuestro puesto de trabajo, o tomamos un tren que nos puede llevar a la muerte, trabajamos por lo menos ocho horas, volvemos a conducir (o a conducirnos) hasta nuestra casa y eso, un día, y otro día y otro día...
Esta y otras cuestiones son las que A. Camus nos plantea en El mito de Sísifo. Decía que Sísifo es el héroe del absurdo precisamente tanto por sus pasiones como por el tormento al que los dioses le condenan: el desprecio que siente hacia los dioses, su odio a la muerte y su pasión por la vida le valieron ese suplicio de una ardua tarea que no tiene fin.
Si nos imaginamos al héroe ejecutando su tarea, no creo que me equivoque si afirmo que la mayoría lo visualizamos arrastrando la roca hacia la cumbre. Al menos ésa es la imagen que yo he tenido siempre. Descartémosla de nuestro pensamiento. Ahora vamos a verlo en lo que sin duda considero que radica lo terrible de la condena: el descenso.
Es el momento en el que el hombre baja con pasos cansados, cargando de nuevo sus pulmones para poder afrontar de nuevo la subida. Es el momento del regreso a su desgracia inevitable, es “la hora de la conciencia”.
Como dice Camus, “lo trágico de este mito estriba en que su héroe es consciente”. Pero nuestro hombre también goza (por decirlo de alguna manera) porque su destino le pertenece; la condena que ha de cumplir eternamente hace callar a los dioses y constantemente los reta en el descenso. Sísifo el hombre se convierte en héroe en esos momentos. Su lucha por subir de nuevo a la cumbre le llena el corazón.
“Hay que imaginarse a Sísifo feliz”.

”La clarividencia que debía ser su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no se supere mediante el desprecio”

4 comentarios

Ingrid -

Yo no creo que sea absurdo (bajo mi opinion) ya que cuando llegas a la cumbre solo el hecho de poderlo ver todo desde arriba, aunque solo sea por unos momentos, carece de definicion. En la practica diaria el hecho de salir de esa perspectiva y verlo desde afuera hace que las cosas no parezcan lo mismo.
Para que todo lo que hacemos cada dia no se vea como algo absurdo hay que encontrarle lo bueno de la finalidad que nos lleva a hacer eso. El hecho de tener tu casa, poder ir de viaje, vale que algunas cosas son prescindibles pero el hecho de optar tenerlas o no con "libertad" nos hace felices y esto es uno de los fundamentos de la moral.
He ahi mi humilde vision. Ser felices

telemaco5 -

Vailima. Te agradezco enormemente que comentes mi historia.

De hecho, hace unos meses decidí escribir un blog.

Lo escribo cuando consigo escaquearme mientras bajo por la ladera en busca de la maldita roca.

Bueno en realidad se lo voy dictando a mi nieto Telémaco. Porque los dioses están locos, pero lo de bajar tecleando en un portatil por mucha wi-fi que tenga no cuela.

Avelino -

Joder, me ha salido todo en cursiva. Perdón, sólo pretendía poner en cursiva la reproducción de tu frase.

Avelino -

Joer Vailima, los has clavado, sobre todo en la primera parte, esa frase: Nos levantamos temprano, cogemos el coche conduciendo hasta nuestro puesto de trabajo, o tomamos un tren que nos puede llevar a la muerte, trabajamos por lo menos ocho horas, volvemos a conducir (o a conducirnos) hasta nuestra casa y eso, un día, y otro día y otro día.... Exacto. Es absurdo.

Digo que lo has clavado porque precisamente la semana pasada pensaba en eso mientras estaba metido en el atasco de rigor (que es el absurdo más absurdo de todos). Y también me acordé del mito de Sísifo.

A veces me pregunto, viendo nuestra actividad laboral, que de qué sirve fabricar tantos bienes y servicios que intercambiarnos unos a otros: curramos para ofrecer tal servicio, a cambio del cual obtenemos dinero para comprar coche, gasolina, vivienda, viajes, televisión, ropa, ordenador, etc, etc... Y a veces me pregunto si todo eso es necesario para vivir o nos lo hemos montado nosotros solitos sin saber por qué.

Saludos y ánimo con los derechosos-insultones ;-)