SEXO, OJO Y ARQUITECTURA
Admitamos que casi todas las cosas nos “entran por el ojo”. De esto saben mucho los publicistas y expertos en marketing. Estamos en la era del diseño y un vulgar palillero puede servir como regalo si aquél tiene un diseño minimalista y te cuesta un ojo de la cara (de hecho regalé uno a mi hermano y no sabía qué tenía entre las manos). Bromas aparte, vivimos en un tiempo en el que los medios de comunicación nos atiborran de una información que para cuando crees que la has asumido ya es historia y, por la historia debemos considerarnos unos seres afortunados que tenemos que tener buen tino y buen criterio para canalizar todo el flujo de información. Ahora podemos ver, oir y hablar de casi todos los temas que afectan (o no) a nuestra vida pero esto no siempre ha sido así.
Si visitamos un edificio de estilo románico (lo siento, es mi debilidad) comprobamos –por el ojo- que se nos está contando algo. En una época en la que el analfabetismo era prácticamente general, la iglesia debía “ilustrar” su doctrina y para ello recurría a decorar capiteles y otros elementos arquitectónicos con historias y personajes bíblicos y con ciertos elementos ornamentales de gran simbolismo.
Lo curioso es, que dentro de esta “prensa eclesiástica” nos encontramos con cierta información que, a varios siglos vista, nos puede resultar chocante. Estoy hablando de los motivos sexuales, pornográficos a veces, con los que se decoraban fundamentalmente capiteles y canecillos en las iglesias. Como digo, las representaciones de temas sexuales se ubican en su mayoría en el exterior de la iglesia, aunque existen notables excepciones. Sobre todo se sitúan en los canecillos que sostienen los aleros o salientes de los tejados.
La temática es muy variada: hombres itifálicos, mujeres en posturas lujuriosas (solteras y casadas, éstas últimas llevan toca), coitos anales y vaginales, felaciones, parejas abrazándose, mujeres pariendo, hombres y mujeres onanistas, falos erectos, monos itifálicos, animales copulando y exhibicionistas.
Esto tipos de representaciones pueden explicarse desde varias perspectivas. Una podría ser que en ellas se plasman escenas de la vida cotidiana, con lo que presuponemos que el sexo era más natural que como nosotros lo vemos actualmente. Otra, que no se contrapone con la anterior, sino que la complementa, puede ser que estas imágenes estén cargadas de simbolismo, cosa que no sería en modo alguno extraño si consideramos el período en el que se ejecutan. Por poner varios ejemplos, consideremos elementos arquitectónicos como la disposición de las iglesias orientadas al este, sus bóvedas imitando el espacio celeste, el altar es el punto de contacto con Dios enmarcándose en el ábside (cielo), las ventanas son los doctores de la Iglesia y la luz que por ellas entra su pensamiento, las columnas y pilares son los obispos, el pavimento el pueblo... y en cuanto a la escultura, independientemente de su sentido ornamental, tenemos por ejemplo alegorías como la de la Concordia, representada a través de dos esposos abrazados, la Lujuria es una forma de mujer rodeada de serpientes que muerden sus órganos sexuales, el Demonio son formas de animales o monstruos y la Fecundidad se representa mediante órganos sexuales tanto masculinos como femeninos.
Con todo esto díganme ahora que no se lo montaban bien los señores del medievo. Antes de entrar a rezar, una sesión “x” de buen canecillo porno y, para dentro, a pedir perdón al Señor y a que se baje la hinchazón antes de volver a casa con la parienta. Si lo que no se ha inventado ya...
Que pasen un buen fin de semana y séanme felices.
Si visitamos un edificio de estilo románico (lo siento, es mi debilidad) comprobamos –por el ojo- que se nos está contando algo. En una época en la que el analfabetismo era prácticamente general, la iglesia debía “ilustrar” su doctrina y para ello recurría a decorar capiteles y otros elementos arquitectónicos con historias y personajes bíblicos y con ciertos elementos ornamentales de gran simbolismo.
Lo curioso es, que dentro de esta “prensa eclesiástica” nos encontramos con cierta información que, a varios siglos vista, nos puede resultar chocante. Estoy hablando de los motivos sexuales, pornográficos a veces, con los que se decoraban fundamentalmente capiteles y canecillos en las iglesias. Como digo, las representaciones de temas sexuales se ubican en su mayoría en el exterior de la iglesia, aunque existen notables excepciones. Sobre todo se sitúan en los canecillos que sostienen los aleros o salientes de los tejados.
La temática es muy variada: hombres itifálicos, mujeres en posturas lujuriosas (solteras y casadas, éstas últimas llevan toca), coitos anales y vaginales, felaciones, parejas abrazándose, mujeres pariendo, hombres y mujeres onanistas, falos erectos, monos itifálicos, animales copulando y exhibicionistas.
Esto tipos de representaciones pueden explicarse desde varias perspectivas. Una podría ser que en ellas se plasman escenas de la vida cotidiana, con lo que presuponemos que el sexo era más natural que como nosotros lo vemos actualmente. Otra, que no se contrapone con la anterior, sino que la complementa, puede ser que estas imágenes estén cargadas de simbolismo, cosa que no sería en modo alguno extraño si consideramos el período en el que se ejecutan. Por poner varios ejemplos, consideremos elementos arquitectónicos como la disposición de las iglesias orientadas al este, sus bóvedas imitando el espacio celeste, el altar es el punto de contacto con Dios enmarcándose en el ábside (cielo), las ventanas son los doctores de la Iglesia y la luz que por ellas entra su pensamiento, las columnas y pilares son los obispos, el pavimento el pueblo... y en cuanto a la escultura, independientemente de su sentido ornamental, tenemos por ejemplo alegorías como la de la Concordia, representada a través de dos esposos abrazados, la Lujuria es una forma de mujer rodeada de serpientes que muerden sus órganos sexuales, el Demonio son formas de animales o monstruos y la Fecundidad se representa mediante órganos sexuales tanto masculinos como femeninos.
Con todo esto díganme ahora que no se lo montaban bien los señores del medievo. Antes de entrar a rezar, una sesión “x” de buen canecillo porno y, para dentro, a pedir perdón al Señor y a que se baje la hinchazón antes de volver a casa con la parienta. Si lo que no se ha inventado ya...
Que pasen un buen fin de semana y séanme felices.
8 comentarios
brayan -
mi nombre es brayan patterson tengo 16 años de edad.
bueno me despido con un atento salido bye...
alan -
Vailima -
un saludo
Jota -
Con tantas flores hemos jodido Mayo.
Vailima -
walter -
isabel -
Avelino -