EL HOMBRE SIN ATRIBUTOS
Cuando tengo un nuevo post en mente, lo primero que hago es acudir a la web para capturar la imagen que me parezca más apropiada en cuanto a dimensiones, colores y nitidez. En este universo al alcance ya de muchos, Dante lo hubiera tenido difícil: las cosas no son siempre como se nos muestran y en cuanto a imágenes se refiere, le hubiera resultado penoso discernir entre el paraíso, el purgatorio y el infierno.
Hoy quería hablarles de una obra de Jan van Eyck titulada Retrato de Jan de Leeuw. Como es mi costumbre he acudido a mi particular museo virtual y compruebo atónita que me han robado. Sí, robado. Pero no sólo a mí, sino a todos ustedes también. Me explico.
De la obra en cuestión, me interesaba más que el lienzo, el marco. No es que la edad me haga delirar, ni tan siquiera he pasado mala noche, ni tengo enfermo a ninguno de mis vástagos, de ahí que el post de hoy no verse ni de Tita Cervera ni de la real familia. El robo se explica porque las imágenes que se ofrecen de la obra aparecen sin marco y sin él, no tengo post. Solucionado este punto, gracias a una dosis de paciente búsqueda y al photoshop, comienzo con el mismo.
El hombre del lienzo, ricamente vestido, nos dirige una mirada penetrante. Acostumbrados como nos tiene van Eyck a los detalles, la descripción de los rasgos faciales del retratado es minuciosa: boca carnosa, cejas bien definidas, el nacimiento del pelo apenas visible bajo el cubrecabezas…
La mano izquierda se encuentra en reposo y, la derecha muestra un anillo que alude a la profesión del caballero. Jan de Leeuw era uno de los mejores orfebres de Brujas, un burgués que quiso ser inmortalizado gracias al arte.
Hasta aquí el lienzo que, como les decía al comienzo del post, es lo menos interesante de esta obra. Lo que me llama verdaderamente la atención es el marco.
No se trata de un marco corriente ya que fue pintado por el propio artista. Fingiendo metal, rodea el marco una inscripción en verso que nos informa, además del nombre del artista y la fecha de ejecución, de la identidad y hasta la fecha de nacimiento del retratado. Curiosamente, valiéndose de un original recurso, el apellido no está escrito sino figurado mediante un pequeño león. La inscripción es perfectamente legible:
JAN DE (LEEUW) OP SANT ORSELEN DACH DAT CLAER EERST MET OGHEN SACH 1401 GHECONTERFEIT NU HEEFT MI IAN VAN EYCK WEL BLIICT WANNWEERT BEGA(N) 1436
y de ella podemos deducir el impulso que mueve al artista hacia una perfección del resultado: según la inscripción, la fisonomía del orfebre no ha sido “retratada” sino “gheconterfeit”, imitada, aludiendo a la absoluta fidelidad con que ha sido representado.
Siempre más allá, exquisitamente más allá –diría yo-, van Eyck pinta o mejor “graba” de forma ilusoria las palabras alrededor del marco. Las del borde inferior se encuentran al revés por lo que para seguir leyendo uno tiene que coger el cuadro e irle dando la vuelta mientras lee.
¿Comprenden ahora porqué era tan importante mi marco? Porque sin él, el cuadro no está completo al tratarse no sólo de una superficie pintada sino de un objeto tridimensional que además de contemplar podemos tocar.
Como las joyas creadas por el mejor orfebre de Brujas.
pd. Para mañana les tengo preparado un post de lo más jugoso.
7 comentarios
SERGIO -
Mnemosine -
Virginia -
¡Qué razón tienes con lo del marco! Cuando voy al Prado es algo en lo que me fijo mucho, en mi casa nada tiene marco, tampoco tengo cuadros colgados pues me gustan más los posters o las fotografías sin marco, creo que distorsionan y o lo piensas mucho para que el marco acompañe o es mejor sin él.
Me gustan mucho los marcos con una pequeña chapa y el nombre que en el Prado hay tantos, no me gusta tener que mirar al lado el nombre. Un besazo
Vere -
Leeuw o el Ulrich (matemático escéptico e idealista) del S XV. Curiosa asociación.
Gatopardo -
¡Que joya tengo a mi alcance!
Gracias, Vailima, muchísimas gracias.
Vailima -
CM -
Me quedo muda.
¡Muchísimas gracias!