CUANDO DUERME LA RAZÓN, CANTAN LAS SIRENAS (y 2)
DIE SUENDE , de Franz von Stuck, es la obra que he escogido para ilustrar el post de ayer. Este óleo sobre lienzo constituyó un desafío importante en la época en la que fue ejecutado aunque para nosotros, espectadores del siglo XXI, lo más llamativo sea el título inscrito en el marco de facturación propia. Sin embargo, les propongo un sencillo ejercicio y remontémonos a 1893, año de su ejecución. Para ayudarnos, leamos la opinión de Hans Carossa sobre la obra:
“La fama del cuadro nos impelía a través de las salas, sin detenernos jamás, y sólo abrimos los ojos cuando al fin estuvimos frente a él. Está expuesto en un monumental marco dorado, magnífico pedestal; un semicírculo de curiosos lo rodea (…) Hay obras de arte que refuerzan en nosotros la sensación de comunidad, y otras que nos invitan al individualismo; el cuadro de von Stuck pertenece a estas últimas. Esta figura nos empuja a todos a un camino solitario en el que antes o después tendremos que cruzarnos con una de sus hermanas vivas”
En el lienzo se nos muestra una mujer que con su torso desnudo asoma desafiante desde la penumbra con una enorme serpiente enroscada en torno a su pálida piel. Sin duda alguna, el placer que siente el espectador reside en la percepción visual de la obra, por cuanto en ella se puede disfrutar de los más variados estímulos, entre los que no falta alguna implicación erótica. Esta perversión sexual, que como tal estaba considerada, estaba ligada al fetichismo, al sadismo y al masoquismo.
En cuanto al contenido de la obra, El pecado (DIE SUENDE), nos muestra a través de una convincente composición, un secreto que nos fascina y que nos obliga a situarnos en los límites de cuanto puede decirse y mostrarse, es decir, en el terreno de lo fantástico. Aquí es donde nuestros pasos indecisos y torpes marchan sobre el abismo donde otro (von Stuck), con su osadía y su heroicidad y su imaginación creadora, nos señaló la brecha y el lugar donde cantan las sirenas. En este sentido puede considerarse este lienzo como una manifestación del arte fantástico, por cuanto que a escala emocional sirve, tanto al pintor como al espectador, de superficie a la que transferir metáforas, pasiones y deseos. Son estos últimos los que otorgan significado al cuadro y nos muestran cómo somos en una realidad borgiana mediante unas herramientas que tan bien maneja el artista: la insinuación y el calculado virtuosismo con que se muestran y se ocultan, en una verdad pictórica posible, nuestros secretos.
El deseo nos mueve, y es él quien pone en marcha el entramado psíquico del individuo, quien –a través de la imaginación- nos lleva de la mano hacia un nuevo mundo que “se nos hace visible” (fantasía). Allí es donde abandonamos nuestra condición de espectadores para convertirnos en voyeurs no sólo por la contemplación de imágenes prohibidas sino para satisfacer una de las necesidades básicas del ser humano: la curiosidad, la mirada indagadora, la voluntad de comprender.
“El límite siempre culpó al límite de que la vida estuviera de algún lado” y sin embargo sabemos que los únicos límites que existen son los que imponen nuestra mirada, nuestro deseo y nuestra imaginación.
8 comentarios
Daanroo -
Vailima -
Pero a pesar de ella, de su timbre chillón, seguimos pecando, seguimos, en definitiva, siendo hombres.
ladydark -
Vailima -
ladydark -
Vailima -
Un saludo
Eduardo -
Es la primera vez que me encuentro con este blog y me acabo de hacer fan.
El cuadro, no lo conocía, es de una sensualidad impresionante. Los juegos de luces y sombras enmarcan maravillosamente la fantasía.
Precioso.
Un saludo,
Eduardo
manu -