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Vailima

¿ME PERMITES, CAYO?

¿ME PERMITES, CAYO?

Cuando uno vuelve a casa después de una ausencia cuya magnitud no importa, no se encuentra las cosas tal y como las dejó. Por ellas también ha pasado el tiempo y el Hombre, inevitablemente, necesita encontrar seguridad en todo lo que le rodea porque no podría vivir sumido en el desorden. Lo contrario nos conduce a la desdicha. De ahí, que vaya apartando sábanas en Vailima como blancos telones que ponen fin a la distancia y al duelo.

Reflexionando sobre el dolor uno se da cuenta de que las palabras se le deshacen en la boca como hongos podridos (gracias Hofmannsthal) porque el dolor es tan inabarcable que se niega a ser encerrado entre ellas. Por su propia naturaleza…pero esto ya lo dijo Wittgenstein antes que yo y mejor es callarse. Los sentimientos más extremos, más palpitantes, sean de amor o de odio, de plenitud o de rabia sólo pueden expresarse de forma escueta, sin adornos, sin añadiduras, como el sorbo de un buen vino, como la dosis de un fatal veneno. Recuerdo entonces a Víctor Sánchez de Zavala, magnífico profesor que no por ello poco temido, cuya consigna a lo largo del último curso de facultad, nos repetía de forma demoníaca: “ustedes deberán expresar sus conocimientos en mis exámenes con 120 palabras como máximo. Si exceden este número, yo asumiré que ustedes no tienen claros los conceptos de la materia que imparto”.  No les tengo que explicar, queridos amigos, el impacto de esta sentencia en cualquiera de nosotros, pobres alumnos de quinto curso, cuando nos veíamos abocados al martirio anunciado y hacíamos apuestas de cuántos nietos tendríamos cuando por fin pudiéramos superar con éxito esta asignatura. Filosofía del Lenguaje… y no puedo utilizarlo a mis anchas sin que me devoren las palabras.

El primer día de clase, el Sr. Sánchez de Zavala, escribía en la pizarra la relación de trabajos que había asignado previamente a cada uno de nosotros. Éramos tan sólo diez asustados alumnos contemplando al oficiante con el alma en vilo y con los ojos cegados por una luz, como la que dicen que hay al final del túnel. El aula estaba dispuesta como una iglesia románica, de tal modo que nosotros, los iniciados, desde la oscuridad de la sabiduría nos dirigíamos en dos hileras hacia la luz del conocimiento de aquel encerado ábside donde se encontraba Él.

 Dante y las lenguas vernáculas: R.R. (mi identidad)

Al finalizar la clase, caminé hacia el túnel con la bibliografía que necesariamente había de temblarme en la mano.

-         Perdone, pero es que todos los libros que usted recomienda están escritos en alemán e italiano.

-         Le perdono, pero usted entonces tiene un problema.

Terminé el trabajo del Dante, de sus lenguas jodidamente vernáculas y se lo entregué al causante de tres largos meses de martirio lingüístico. Pero antes de desprenderme de él, quise dejar mi marca de cantero, mi pequeña venganza para toda la eternidad. La dedicatoria rezaba así:

“Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza”

Con tan solo ocho palabras (menos que ciento veinte) abría la puerta del infierno. Para Él, por Él.
El oficiante valoró con un 9 mi primera prueba de iniciación. Cuando me devolvió el trabajo me miró fijamente a los ojos. Sin palabras, una vez más, como cuando algo te duele mucho, tanto, que crees morir.

CALÍGULA

¡A la historia, Calígula, a la historia!

(El espejo se rompe y en ese momento, por todas las puertas, entran los conjurados en armas. CALÍGULA les hace frente con una risa loca. EL VIEJO PATRICIO lo hiere en la espalda; QUEREAS en medio de la cara.)

La risa de CALÍGULA se transforma en hipo. Todos lo hieren. Con un último hipido, CALÍGULA, riendo y resollando, grita:

CALÍGULA

¡Todavía estoy vivo!

                                                            TELÓN

14 comentarios

caligula -

...HELICÓN:¿Y qué es lo que querías?
CALÍGULA (sigue con naturalidad):La luna.
HELICÓN:¿Qué?
CALÍGULA:Sí, quería la luna.
HELICÓN:¡Ah! (Silencio. HELICÓN se acerca.) ¿Para qué?
CALÍGULA:Bueno... Es una de las cosas que no tengo.
HELICÓN:Claro. ¿Y ya está todo resuelto?
CALÍGULA:No, no he podido conseguirla.
HELICÓN:¡Qué lástima!
CALÍGULA:Sí, por eso estoy cansado. (Pausa). ¡Helicón!
HELICÓN:Sí, Cayo.
CALÍGULA:Piensas que estoy loco.
HELICÓN:De sobra sabes que nunca pienso. Soy demasiado inteligente para eso.
CALÍGULA:Sí. ¡En fin! Pero no estoy loco y aún más: nunca he sido tan razonable. Simplemente, sentí en mí, de pronto, la necesidad de lo imposible. (Pausa). Las cosas, tal como son, no me parecen satisfactorias.

Gatopardo -


Dante mintió: los que estuvieron allí, enmudecieron.


Palimp -

Recuerdo la anécdota...ánimo y un besazo muy fuerte desde tierras catalanas...

Asturcol -

De lo que no se puede hablar, mejor es callarse (Ludwig Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus)...¡y pintarlo!(Félix de Azúa, El País).

Dani -

8 siempre mejor que 120

Herri Otrow -

Por cierto, gran levantamiento de sábanas (Y de telón)

Herri Otrow -

\"Lo inexpresable (aquello que me parece misterioso y no puedo expresar) proporciona tal vez el fondo sobre
el que alcanza sentido aquello que pude expresar\".
No se si te referías a esta cita de Wittgenstein, pero me gusta.
Vere: tu sí que vas a ir a la cuadra castigado por no poner bien los herrajes, herramientas y demás h... en su lugar ;P

Vere -

sorry, también me he colado con la h

Vere -

Pues, si te pilla Zavala -con una H cambias acero por cuadra.

Charles de Batz -

Hablando del Caligula de Camus, me gusta recordar eso de

\\\"Pero hoy soy más libre que hace años, libre del recuerdo y de la ilusión.\\\"

Al fin y al cabo, pienso cuando me vienen estas palabras al recuerdo, entra dentro de nuestra libertad el conocer la limitación de todo: la nuestra y la de lo que nos rodea.

El resto es ignorancia, felicidad.

Vailima -

Un verano invencible y arropada por todos vosotros. Gracias.

ladydark -

Por que seguro que tu también tienes una Tipasa, recordando a Camus, al hilo de Calígula:
\"Siempre había sabido que las ruinas de Tipasa eran más jóvenes que nuestros astilleros o nuestros escombros. El mundo volvía a empezar todos los días en una luz siempre nueva. ¡ Oh luz ¡ es el grito de todos los personajes puestos frente a su destino en el drama antiguo. Ese recuerdo último era también el nuestro y ahora yo lo sabía.
En medio del invierno venía a saber que en mí había un verano invencible.\"
Besos Vailima.

vigi -

Así me gusta!!!

Luis -

Exactamente así es.