PENTESILEA, REINA DE LAS AMAZONAS
Ya les hablé en alguna ocasión del magnífico ensayo de Eugenio Trías, Drama e identidad. En uno de sus últimos capítulos habla sobre la diferencia entre tragedia y drama, conceptos sobre los que tenemos la costumbre de hablar sin pararnos a pensar lo que uno y otro significan, calificando, errónea y superficialmente, tal o cual situación de trágica o dramática cuando en realidad ignoramos la incompatibilidad lógica que subyace en semejante identidad.
Damos el nombre de tragedia a aquella situación de conflicto entre dos fuerzas cuya resolución es imposible se haga lo que se haga de tal modo que en cualquier conflicto trágico sea cual sea la decisión que se tome para aliviarlo, no se consigue más que empeorar e intensificar la contradicción y el conflicto subyacentes. En el drama, sin embargo, el conflicto se resuelve de un modo u otro a través de un saber conceptual que se traduce en una acción del hombre. Este saber conceptual no es sino el momento de la interiorización del conflicto cuando éste se vuelve especulativo de tal forma que la acción (praxis) es producto de una decisión por la que los términos contrapuestos producen, por negación de la negación, la afirmación, lo que Trías denomina posición. Y esta filosofía lógico-ontológica del hombre no es sino el empuje por el que transformamos el mundo y sus estructuras.
Como decía al comienzo del post, tendemos a calificar con demasiada ligereza el desenlace de un drama como tragedia y Trías pone el ejemplo de Edipo y su decisión de arrancarse los ojos y expatriarse. Nada más lejos de la verdad. El acto de Edipo no es “trágico”, sino dramático porque toda decisión es siempre dramática y es ahí donde radica la diferencia con respecto a la tragedia, es ahí donde términos como fin, resolución o desenlace configuran el Logos concebido como drama y no como tragedia.
Para finalizar y ejemplificar el capítulo, Trías habla de la trágica existencia de Heinrich von Kleist. Toda su vida estuvo expuesta al contrapeso entre dos opciones: la búsqueda del equilibrio entre su desmesura y el orden establecido. Su suicidio ha sido interpretado como la culminación de su tragedia personal, sin embargo, y ahora que disponemos de las claves para descifrar la diferencia entre ambos conceptos, su muerte no fue sino un punto de encuentro y despedida de la tragedia en el universo del drama.
Kleist presta a sus personajes teatrales su propia indecisión y su duda constante, llegando incluso a presentarlos como hombres de acción en el momento justo de sus muertes adoptando una decisión que los redima de la tragedia. Sólo existe algo que lo impide, a saber, la razón, el pensamiento. De ahí que Kleist suma a sus personajes, en ese instante decisivo, a una especie de sonambulismo en el que la razón queda sometida a fuerzas más oscuras y, por supuesto, inconscientes.
Además de por derecho propio (entiéndase la afirmación como un guiño a mis queridos Ladydark y Jafatron) termino el post con la escenificación de la pieza teatral más célebre de Kleist, aquella en la que se nos relata el amor imposible entre Aquiles y Pentesilea.
“Pentesilea es la reina de las amazonas. Está comprometida en una lucha sin cuartel con los héroes griegos mandados por Aquiles. Pero aquí, al igual que en la Jerusalén Libertada, este conflicto esconde otro conflicto todavía más acerbo y más aciago: Aquiles y Pentesilea están irremediablemente enamorados.
Pentesilea sabe que en combate abierto será vencida por Aquiles. Sabe también que puede vencerlo en virtud de su poder de seducción.
Aquiles consigue al fin vencer a las amazonas. Pero se apresta a declarar que en realidad es él el vencido, ya que conducirá a la reina a su palacio y la tomará por esposa. Ignora al parecer el drama interior que se juega en el corazón de la reina, que le ama tiernamente, pero que no quiere vencerlo a través de las armas sino a través del corazón.
Por esta razón no acepta la invitación de Aquiles.
Llega el momento álgido del drama. Pentesilea no sabe qué hacer, no sabe si hacer, no logra determinarse, no consigue decidirse. Su razón bascula en los pros y contras, su razón parece enclavarse en el interrogante, al tiempo que una fuerza instintiva y soterrada comienza a apoderarse de ella en el instante en que esa razón comienza a estallar. Pentesilea se halla de pronto sumida en el estado sonambúlico, se dirige a caballo a toda velocidad hacia el campamento de Aquiles, llega hasta su presencia, tiende su arco, dispara una flecha y atraviesa el cuello del héroe. Entonces, presa de la desmesura, cual una ménade, se abalanza sobre el cuerpo muerto, lo despedaza y lo devora.
Pentesilea despierta sin saber qué ha sucedido. Pregunta donde está Aquiles. Su amiga le comunica su muerte y le insinúa el acto del que ha sido responsable inconsciente. Pentesilea pone entonces fin a su propia vida”.
Hasta mañana, que no es poco y además es viernes...
14 comentarios
GATO -
mayra -
Ninfa -
"Así, pues, tragedia es
imitación de un acto noble
y completo."
::Aristóteles::
Vailima -
no imagino mejor batalla.
Jafatron -
Por si acaso, y dado que yo tengo las de perder (mucho más si se sumara tu compañera amazónica), mejor unas cañas en una terracita todos juntos y tan amigos...
Además, hasta ahora mis valerosas amazonas siempre han saltado en mi defensa. No encuentro razones que me llevaran a tomar la dramática decisión de enfrentarme a vosotras. No, eso no lo veo factible.
Pues eso, unas cañas...
ladydark -
Amor y muerte están hermanados y luchan entre sí con furia, a un tiempo, destructora y creadora. En la Pentesilea de Kleist este patetismo llega a su culmen, me permito poner un párrafo, de los más impactantes : Y cae con toda la jauría, ¡oh Diana!, sobre él, y lo agarra por el penacho, como perra entre perros que se aferran, éste a su pecho, aquel otro a su cuello, y lo abaten y tiembla la tierra en su caída. Él, revolcándose en la púrpura de su sangre, palpa las suaves mejillas de ella y le grita: ¡Pentesilea, esposa mía! ¿Qué haces? ¿Es ésta la fiesta de las Rosas prometida? Incluso una leona hambrienta le hubiera escuchado, buscado, salvaje, su presa entre campos nevados y entre aullidos; pero ella, arrancándole la armadura del cuerpo, hinca los dientes en el blanco pecho, ella y los perros, rivalizando en su celo; Oxus y Esfinge, en el costado derecho, y ella en el izquierdo. Cuando yo llegué, la sangre chorreaba de sus manos y boca.
Benedetto Croce en su ensayo sobre Kleist dice que el furioso delirio de la amazona hacia el odiado-amado Aquiles no es consecuencia, en el alma literaria de Kleist, de una complacencia por lo libidinoso, sanguinario y horrendo, sino de un altísimo ideal, que viene a ser la existencia del amor sólo por medio de la muerte, lo que me parece verdadera tragedia, externa y diferente al drama.
(Espero que Jafatron y yo no seamos modernos Aquiles y Pentesilea, preferiría algo menos trágico, aunque fuese dramático)
Vailima -
Tira del hilo y la vida ya te da gratis un sinfín de posibilidades.
un saludete
Francisco Polo -
Jafatron -
Sea como sea (y esto es una apreciación personal), no hubiera pasado nada de eso si Aquiles hubiera topado con dos amazonas que yo me sé Eso sí hubiera sido trágico para él, o dramático, o lo contrario de lo contrario, que ya me he liado, leñe.
Palimp -
Herri -
"Entre filosofía y tragedia ha reinado siempre una violenta y áspera discordia. La filosofía ha reprochado a la tragedia el delirio incontinente que anula el rigor del concepto. Y la tragedia, a su vez, acusa a la filosofía de matar el espíritu del mito, sin el que no cabe creación genuina. Mito trágico y reflexión crítica parecen, pues, incompatibles y, sin embargo, indisociables como la luz y la sombra. La tragedia tiene en la filosofía la figura luminosa, apolínea, del optimismo de la razón, que confía en poder despejar alguna vez lo tenebroso y sombrío de la existencia. Y la filosofía, por su parte, encuentra en la tragedia su propia sombra, el límite terco de sus aspiraciones, con la fatídica advertencia de que el mundo inmarcesible de las ideas acabará también por hundirse en el caos del que ha surgido. Precisamente por ello, los eternos enemigos no pueden desconocerse. La filosofía tiene que hacerse cargo de la tragedia, si quiere dar cuenta de sí misma y justificarse ante el último tribunal inapelable, que es siempre el de la vida."
Pedro Cerezo
Anónimo -
Palimp -
Buen fin de semana!
lunalunera -