LA LINTERNA MÁGICA
Con este nombre bautizó Kircher su invento, un aparato sencillo con el que nos regalaba magia en forma de ilusión y de fantasía que hace que nuestros sentimientos y nuestras pasiones vuelen a nuestro alrededor por encima de la razón, de esa razón que sueña y produce monstruos.
Todo viaje (y me refiero exclusivamente al viaje que te ofrece más de lo que uno solicita) se convierte en una linterna mágica en la que ves pasar imágenes que parecen no reales, cargadas de la magia que la historia tiene a bien compartir contigo siempre y cuando, uno esté dispuesto. Disposición y querencia no han de faltar en nuestro equipaje y también, claro está, esa capacidad de asombro que va quedándose atrás a medida que los años van pasando.
El sábado pasado visitamos Girona, más hermosa y maquillada aún que la última vez que estuve en ella. Es curioso, acabo de darme cuenta al escribir esto que “estar en ella” es una forma de posesión, de propiedad bien entendida y consentida que despierta y se reestablece cuantas veces retornes al lugar. Pues bien, en un día soleado pero frío, la combinación más perfecta donde las haya, caminábamos por sus murallas, entre callejuelas de piedra que la historia va esculpiendo con innumerables deseos y tristezas, pasiones y amarguras. Silencios. Como en la caja de Kircher la luz del radiante día nos daba paso a la oscuridad de los baños medievales construidos a la manera árabe allá por el siglo XII y abrazados por un recinto románico que nos recibió con su acostumbrada sobriedad.
El complejo se divide en cinco recintos a su vez, a saber, el apodyterium (vestidor), el frigidarium (sala fría), el tepidarium (sala templada), el caldarium (sala caliente) y el furnus (caldera y horno). Sólo un día a la semana el recinto estaba reservado a las mujeres. Las hermanas capuchinas que habitaron el convento a partir del siglo XVII correrían mejor suerte. Desde la linterna cupulada (que no “copulada”) de la imagen de cabecera, las religiosas podrían comunicarse con Dios en la piscina octogonal del apodyterium. Cuando Tio Petros tomaba la foto, mis pensamientos escapaban de la oscuridad hacia la luz por esa linterna con la que él convierte en magia todos mis días.
11 comentarios
Pilar Moreno Wallace -
Herri -
Siempre me han fascinado las linternas.
Vailima -
un saludo
Vaninavainilla -
En un pequeño pueblo llamado Sant Jaume de Frontanyà, cerca de Berga, pertenece a la diócesis de Solsona. Hay una pequeña iglesia románica, poco conocida pero de gran valor, en la q hay sepulturas abiertas en la roca viva, de época desconocida.
Este es otro de esos maravilosos sitios de los q uno puede gozar.
Además, hay una pequeña fonda donde la comida casera es capaz de invadir todos tus sentidos.
Felicidades por el blog, es estupendo.
Vailima -
Además de maguear, había que poner el árbol (el mío en concreto es enorme y artificial, por supuesto) y después de terminar de poner adornos y demás bolas, terminando hasta las bolas como su propio nombre indica, arremeto contra las postales de navidad que confecciono yo misma. En fin, pues eso, que perdón por teneros abandonados. A vosotros y a vuestros blogs.
un abrazo
isabelbarcelo -
Calamity -
Oye, que me ha recordado tu anterior entrada (precioso texto, preciosa foto) algo que me suele suceder muy a menudo: andamios (creo que a Charles de Batz también le pasa). Lo más triste que me sucedió es cuando fui a Moscú que, entre otros, quería visitar encarecidamente el parque VDNKh porque tiene una estatua megalómana de esa que ponían los soviets y, oh sorpresa, estaba restaurándose. Vamos, que sólo estaba su basa. Una lástima.
Besos y bienvenida de nuevo. C.
Juan Cosaco -
Salud!
ladydark -
In I Go -
Tengo que ir a Girona.
Rumor de nubes -
y conocerse.
Llenarse los ojos
con el paisaje
y el corazón de nuevos horizontes.
El Real Monasterio de Santa Clara de Tordesillas (Valladolid) fue en su origen un palacio mudéjar (edificado sobre otro árabe anterior) mandado edificar por el rey Alfonso XI en 1340 que sirvió de residencia a su favorita Leonor de Guzmán. Su hijo Pedro I lo cedió en 1363 a sus hijas Beatriz e Isabel para que lo convirtieran en un convento. El conjunto del convento, el antiguo palacio
mudejar y los excelentes baños árabes bien merecen una visita.
Nos vemos en las nubes