ENTRE MESOAMÉRICA Y BIZANCIO
El coche del post anterior está cogiendo tanto polvo que ha perdido la gracia. Desde que he empezado a estudiar no tengo tiempo para nada. Para los que no lo sepan todavía, me he matriculado en la UNED de varias asignaturas (Historia del Arte Antiguo, Medieval y Moderno) con la intención de que me las convaliden una vez se instaure la titulación de Historia del Arte (ahora sólo existe como especialidad de Geografía e Historia) con el acuerdo de Bolonia.
En ello estoy, pues, entre el arte mesoamericano, paleocristiano, bizantino, el Tlaloc y el Justiniano… que no me llega la camisa al cuello que traducido significa que no actualizo el blog desde que no comprendo cómo la existencia de 170 km de catacumbas podía llevarse en secreto. Ya saben. No obstante, los amigos –que para eso lo son- me pegan empujoncitos para ver si espabilo y me han mandado la reseña de la siguiente noticia:
Diez largos años han tardado los expertos cuasimédicos en restaurar la Madonna del Ruiseñor, esta obra del singular Rafael que tantas veces ha ilustrado libros de texto. La Madonna ha recobrado el color en sus mejillas y el buen aspecto en general después de que se le hayan practicado sucesivas intervenciones como rayos X, escáneres, TAC y otros palabracos que hasta pudor me da nombrarlos para devolver hasta el canto al pajarito. El resultado a la vista está. Claro que a lo mejor a más de uno le gustaba “el polvo” de la antigua Señora.
Los caminos del arte son inescrutables.
Además de la obra de arte pictórica, aquí les dejo otra joya nada más y nada menos que dirigida por Gardiner y ejecutada por el Coro Monteverdi. Como curiosidad, observen los instrumentos a caballo entre el Renacimiento y el Barroco. Que la disfruten.