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Sabías que...

ENTRE MESOAMÉRICA Y BIZANCIO

El coche del post anterior está cogiendo tanto polvo que ha perdido la gracia. Desde que he empezado a estudiar no tengo tiempo para nada. Para los que no lo sepan todavía,  me he matriculado en la UNED de varias asignaturas (Historia del Arte Antiguo, Medieval y Moderno) con la intención de que me las convaliden una vez se instaure la titulación de Historia del Arte (ahora sólo existe como especialidad de Geografía e Historia) con el acuerdo de Bolonia.

En ello estoy, pues, entre el arte mesoamericano, paleocristiano, bizantino, el Tlaloc y el Justiniano… que no me llega la camisa al cuello que traducido significa que no actualizo el blog desde que no comprendo cómo la existencia de 170 km de catacumbas podía llevarse en secreto. Ya saben. No obstante, los amigos –que para eso lo son- me pegan empujoncitos para ver si espabilo y me han mandado la reseña de la siguiente noticia:

Restauracion Madonna del Ruiseñor

Diez largos años han tardado los expertos cuasimédicos en restaurar la Madonna del Ruiseñor, esta obra del singular Rafael que tantas veces ha ilustrado libros de texto. La Madonna ha recobrado el color en sus mejillas y el buen aspecto en general después de que se le hayan practicado sucesivas intervenciones como rayos X, escáneres, TAC y otros palabracos que hasta pudor me da nombrarlos para devolver hasta el canto al pajarito. El resultado a la vista está. Claro que a lo mejor a más de uno le gustaba “el polvo” de la antigua Señora.

Los caminos del arte son inescrutables.

Además de la obra de arte pictórica, aquí les dejo otra joya nada más y nada menos que dirigida por Gardiner y ejecutada por el Coro Monteverdi. Como curiosidad, observen los instrumentos a caballo entre el Renacimiento y el Barroco. Que la disfruten.

 

PREMIOS 20BLOGS Y LA DIVINA COMEDIA

 

Desde hoy hasta el 2 de noviembre pueden votar a sus blogs favoritos en la tercera edición de los premios 20Blogs que organiza 20 minutos.

Este post tiene la finalidad de informarles de dicho evento al cual presento este su blog en la categoría de cultura.

Por si no lo recuerdan, no se puede votar si no se tiene inscrito un blog y, por supuesto, uno no puede votarse a sí mismo.

Aquí les dejo el enlace por si tienen a bien…

 

DARWIN, CERVEZA Y TIO PETROS

Para Tio Petros, porque él me ha enseñado de dónde venimos(aunque el detalle de la cerveza no lo menciona ni Gould)

 

FIN DE CURSO

FIN DE CURSO

Acabo de recibir un mensaje en el móvil. Mi hijo adolescente me confirma lo que veníamos sospechando: ha aprobado todas las asignaturas.

Ha aprobado todo el curso. Sus padres también.

Sin flecos de esos que dejan mal sabor de boca. Sin parábolas, ni lírica renacentista, ni revolución industrial...

A partir del lunes lo tengo en casa dando por saco. No me importa.

Estoy contenta. Ya puede pasarse todo el verano haciéndose el adolescente.

 

A MADRID

A MADRID

 Una servidora se marcha a los madriles. Por ello, todo aquel que quiera y tenga a bien tomar un cafelito conmigo, pues no tiene más que decírmelo por email.

 

un saludo

EL SIGNUM HARPOCRATICUM

 

Acabo de terminar de leer un interesante ensayo de André Chastel titulado El gesto en el arte. El estudio parte de la premisa de que toda composición pictórica es una forma simbólica, de tal modo que un gesto de expresión es el medio –junto a la perspectiva- del que el pintor dispone “para suscitar reacciones comparables a las de lo vivido”.

La exégesis del gesto va desde la interpretación naturalista hasta la doctrina cultural del mismo. La teoría naturalista del gesto expresivo asentará su razonamiento desde su origen natural como acto reflejo (arquitectura de reflejos) y la doctrina cultural desde el convencionalismo o la sociabilidad de toda gestualidad. La segunda vía es la que Chastel recoge en su tesis y en ella “se abandona el ámbito de la vitalidad y de la espontaneidad por el de la comunicación”. El gesto expresivo nos quiere decir algo y para que la comunicación se dé, es necesario conocer el código en el que ésta se produce.

Dejando a un lado consideraciones interesantísimas de carácter religioso y pagano, el autor reduce su campo de estudio a lo que califica de “casos privilegiados” en los que el dedo índice acapara todo el protagonismo y que son: el gesto de la oración, el del silencio y el de la admonición.

Permítanme que me quede con el segundo y que les hable del signum harpocraticum o gesto de Harpócrates, “en el cual el sujeto representado declara (…) que es preciso guardar silencio, ya sea cerrando la boca para callar…, ya sea imponiendo al espectador el hacerlo”. Desde la Antigüedad, el pequeño dios de Villa Adriana en Tívoli es buena muestra de la definición anterior: la divinidad calla y recuerda al fiel que ha de guardar silencio

 

De la misma manera, durante el Renacimiento el sabio no habla y su silencio se convierte en virtud. La fuerza del signum hace que no sea necesario ningún epígafre para entender su sentido último hasta que nos encontramos con esa expresión preocupada del Harpocrates Philosophus de Jan Müller que señala el momento filosófico por el que se insta a conocerse a uno mismo (nosce te ipsum)

Así tenemos diferentes manifestaciones del mismo signo que no debemos confundir con otras representaciones del silencio como es el caso del Lorenzo de Médicis de Miguel Ángel:

Observen la diferencia de la que les hablo. El mutismo del personaje nada tiene de conminatorio, y su silencio “no es subrayado por el signum”, más bien, “no puede escapar al observador el hecho de que la blanda flexión del dedo conviene a la calma del soñador que se acaricia el labio, sin tener la autoridad de un signo”.

De manera sorprendente, el signum harpocraticum adquiere una nueva dimensión en el Siglo de las Luces. Contemplen detalladamente esta obra tan conocida de H. Fragonard


en la que gracias al cupido esculpido en piedra nos encontramos ante una versión galante y frívola del signum; una “versión libertina del Amor Harpocratis” como un dios de doble identidad que reprime la voz y con el dedo invita al silencio: la damisela (desde arriba) ofrece sus encantos al joven que se esconde entre los matorrales (de abajo) y acto seguido se entrega al hombre mayor que impulsa el columpio, que ´lo sustenta´, que ´la´sustenta.

EL MALESTAR DE LA SUSTANCIA

Todos ustedes conocen sobradamente las obras de Arcimboldo. Más que pintor, el italiano era un virtuoso creador de fantasías que surgían de una mezcla inesperada de elementos naturales y sus mutaciones. En la mayoría de sus composiciones, podemos encontrar nabos haciendo las veces de narices prominentes, cebollas como pómulos, cisnes en lugar de orejas, colas de pez en las barbillas… Tú si que vales, le diríamos.

En todos estos juegos de fantasía, Arcimboldo nos presenta unas menestras de verduras en forma de juristas y hortelanos que para sí las quisiera el Ferrán Adriá: eso es cocinar con maestría. Sin embargo, ese punto cachondo en el que el malabarista pintor sazona con sus pigmentos ensaladas y pollos para la diversión de príncipes y cortesanos, torna un pelín malaleche por lo caústico y lo macabro.

Les hablo de la Cabeza de Herodes que les presento a continuación:


Hagamos un ejercicio y cerremos los ojos para imaginarnos un carnosete querubín, rosadito y rechoncho todo él, rellenito de inocencia angelical y volando de un lado a otro (molestando, cómo sólo los niños saben). De esta imagen que todos tenemos en la cabeza, Arcimboldo construyó en esta obra un infierno en el que los niños se arremolinan entre sí como larvas. El rostro del rey de Judea provoca a quien lo contempla asco y repugnancia. Las víctimas infantiles se convierten en la enfermedad que ataca sin compasión el rostro del asesino como una gran lepra en la que los niños han mutado en tumores produciendo que la carne se pudra y se caiga.

El artificio de Arcimboldo cobra en esta Cabeza de Herodes un significado último: nada es lo que parece y del reino de las metáforas surge, hormigueante, la venganza.

 

MEMENTO MORI

“En él la exactitud nunca degenera en dureza”

Goethe

Comparto esta visión de Goethe sobre Holbein. Exactitud, minuciosidad, virtuosismo a la hora de plasmar texturas, maestría en la composición. De sus obras, hay una que siempre me ha llamado la atención:

 

 

 

Se trata del óleo de Los embajadores cuyos protagonistas aparecen representados como “los constructores de la modernidad europea”. Rodeados de una esfera celeste, algún compás, un reloj solar, sextantes, cuadrantes, un mapamundi de Schöner, un libro de himnos… y una figura ovalada y en diagonal que ocupa la parte inferior del cuadro, aquella que corresponde justamente con lo que se presenta a los pies de ambos embajadores.

Su lectura es imposible a nuestros ojos, al menos desde el ángulo en que contemplamos el resto de la obra. Nos encontramos en el lugar equivocado porque sólo en una posición de 90º respecto al ángulo de visión normal y pegándonos literalmente al borde del marco, podremos descubrir de qué se trata:

 

 

Este recurso se denomina anamorfosis y como todo en Holbein, este virtuosismo también alcanza a la perspectiva. La calavera que planea bajo los pies de los embajadores es un memento mori: la advertencia de que la muerte está presente aunque no seamos capaces de verla y que el conjunto de nuestras vanidades arderá en la hoguera cuando ella se manifieste en su verdadera dimensión.

 


 

 

COMO EN UN CUENTO DE DICKENS: LONDRES 2008

A Herri. Una deuda

- Buenos días, Jarri.

- Buenos días, señor Dambeldor.

- Jarri, ¿cómo es que ya estás aquí si todavía faltan tres días para que salga el tren que os trae a Joguar?

- Es que he cogido el metro de Londres, señor.

- Me imagino que por la entrada cuarto y mitad.

- No, mire, verá. Es que nunca me había montado en el de los magles y quería comprobar qué se siente.

- Pero ¿no lees las noticias? ¿no sabes que el comité encargado de supervisar la publicidad del mundo no mágico nos ha prohibido expresamente acercarnos al metro de Londres?

- Precisamente quería hablar de eso, señor Dambeldor. Me duele la cicatriz.

- Naturalmente que debe dolerte, Jarri. Todos corremos un gran peligro. El ministerio ha confirmado la presencia de seguidores de “el que no puede ser nombrado”.

- Pero, señor, yo no vi nada anormal.

- Ven y acércate, Poter, que pareces tonto. Contempla el fuego y pincha sobre el caldero:

 


 

- Yo sólo veo el anuncio de una exposición.

- No se trata de una exposición cualquiera, hijo mío. “El que no puede ser nombrado” adopta siempre la figura del mal y en esta ocasión ha elegido un nombre que todos sus seguidores reconocen al instante: Cranach el Viejo. Por eso te duele tanto la cicatriz y tus poderes se han debilitado de forma alarmante. Tu sensibilidad ha sido herida de muerte.

- ¿y qué tiene de malo este cartel publicitario?

- Ahora ya nada:

 

 aunque con la magia...

UN REMBRANDT ENTRE LOS MATORRALES

A pesar de lo que el título del post de hoy pueda sugerir, no se trata de que haya aparecido ninguna nueva obra de este ilustre pintor perdida entre las malezas de los alrededores de un museo o de una casa solariega. Más bien, se trata de un jugueteo “guarrete” (si me permiten la expresión) que el mismo Rembrandt preparaba para los espectadores más avispados. Me explico.

Observen la imagen siguiente. Se trata de un aguafuerte titulado Omval (ruina) realizado en 1645:

 

 

¿Qué vemos?

Un sereno paisaje por donde transcurren calmas las aguas de un río. En la orilla del fondo hay un embarcadero, un molino de viento y varias embarcaciones. En nuestra orilla, porque nosotros nos encontramos ahí, se representa una figura masculina que parece contemplar cómo navegan unos cuantos paisanos en una pequeña embarcación. En la parte izquierda de la obra un viejo sauce acompañado de malezas.

¿Qué no vemos?

Como no podía ser de otro modo, una de las cosas que el arte comparte con el apasionante mundo del sexo es ese matiz, leve por su propia naturaleza, al que denominamos sugestión. Pues bien, el ladino de Rembrandt, escondió detrás de los matorrales a una pareja de amantes clandestinos que aprovechando el apacible día darían buena cuenta del amor (al menos carnal) que se profesaban.

Reconozco que la escena nos pase desapercibida máxime cuando la reproducción que les presento es la mejor que he podido encontrar aunque, créanme, en la que una servidora tiene en papel, se distingue un poco mejor la escena que el pintor nos sugiere. Para pillarlos in fraganti, a continuación les presento la imagen marcando los cuerpos del delito en rojo carmesí (que es lo suyo):

Esta licencia ya había sido utilizada por Rembrandt dos años antes en otro aguafuerte titulado Los tres árboles:

En esta ocasión los amantes también se ocultan detrás de unos matorrales y su presencia es (al menos para mí) totalmente imperceptible, pero hagamos un acto de fe y creamos a pies juntillas lo que nos cuentan los expertos. Como en el caso del aguafuerte anterior, les marco el lugar exacto donde el artista tuvo a bien dejarnos a un par de amantes ocultos y convertirnos por la magia de su mano, en voyeurs y no en simples espectadores.

 

 

¡Cuidado!, amenaza tormenta.

QUE USTEDES LO PASEN BIEN

porque Tio Petros y una servidora se van de puente exactamente aquí:

LOS + SAN

para asistir a la reunión anual de . Días de encuentros con amigos, de visitas culturales y comilonas y bebercios varios.

Que ustedes lo pasen bien y hasta la vuelta.

 

ANOTACIONES SOBRE LO BELLO

“La naturaleza nos ha dado dos genios como compañeros a lo largo de la vida. El uno, agradable y alegre, nos hace más corto el viaje fatigoso con la agudeza de su juego, nos hace más ligeras las cadenas de la necesidad y nos conduce entre bromas y alegría hasta los puntos peligrosos, donde tenemos que actuar como puros espíritus y despojarnos de toda envoltura corpórea, hasta el conocimiento de la verdad y el ejercicio del deber. Allí nos abandona, porque su terreno es solo el mundo sensible y su impulso terrenal no puede llevarle más allá. Pero entonces llega el otro, serio y taciturno, que con brazo fuerte nos conduce más allá del profundo abismo. En el primero de estos genios se reconoce el sentimiento de la belleza, en el segundo el sentimiento de lo sublime”.

F. SCHILLER, De lo sublime (1801)

Friedrich, Viajero contemplando un mar de nubes

Estoy repasando algunos capítulos de Historia de la belleza a cargo de U. Eco y me paro en el capítulo dedicado a lo sublime. Quisiera, pues, si me lo permiten, reflejar aquí alguna que otra idea al respecto, para algunos pasada de moda, para otros nostálgicos como yo, vigente todavía pero que delimita, a mi juicio, un concepto de lo bello que ha reinado durante siglos.

Eco nos trae a la memoria definiciones clásicas como “unidad en la variedad”, “proporción” o “armonía” que compondrían el marco donde reside la belleza, una belleza que no es otra cosa que aquella “cualidad del objeto que nosotros percibimos como bello”, de tal forma que Sofía Loren, sudada y en combinación, ejemplificaría estos parámetros y, sin embargo, Rossy de Palma teniendo un orgasmo gazpachero, no.

En el neoclasicismo, no obstante, surge una nueva concepción de la belleza diametralmente opuesta a la anterior. Términos como “genio”, “gusto” e “imaginación” forman el nuevo universo de lo bello donde las características del objeto dejan paso a las cualidades del sujeto. Es decir, genio e imaginación serían dones del sujeto que crea un objeto bello y gusto, la cualidad de aquel que es capaz de apreciar esa belleza. De tal forma, tenemos que la discusión no se centra en cómo producirla sino en quién la produce.

A partir de este punto podemos empezar a hablar de lo sublime. Ya hablaba de ello un escritor de la época alejandrina llamado Pseudo-Longino, que lejos de ser el imitador de una marca de relojes, nos decía que lo sublime es la “expresión de grandes y nobles pasiones (…), que implican una participación sentimental tanto del sujeto creador como del sujeto que goza de la obra de arte”. Por este motivo, esa expresión no puede considerarse un fenómeno natural sino un efecto del arte que para hacerse realidad necesita de unas determinadas reglas y cuyo fin no es otro que el de procurarnos placer.

A medida que transcurre el siglo XVIII, el concepto de sublime se refiere unilateralmente a aquella impresión de nuestros sentidos que experimentamos frente a la naturaleza y nunca frente al arte. La sensibilidad romántica se desarrollará, pues, con una grave enfermedad, a saber, cómo plasmar lo sublime ante un espectáculo natural. A juicio de Eco, C.D. Friedrich dará con la vacuna perfecta, representando en sus obras al ser humano de espaldas, a un hombre que contempla lo sublime y gracias al cual y poniéndonos en su lugar, podemos ser espectadores de lo mismo que él mira. ¿Dónde colocamos el acento? ¿En lo sublime de la naturaleza o en “nuestra experiencia del sentimiento de lo sublime”?

Ustedes deciden.

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LA BARONESA DEL PINCEL O DE CÓMO ALGUNAS MUJERES POSEEN UNA LENGUA BICÉFALA

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LA BARONESA DEL PINCEL O DE CÓMO ALGUNAS MUJERES POSEEN UNA LENGUA BICÉFALA

Aunque el título del post suene algo rimbombante, el final de la baronesa del pincel –tal y como la definía Cocteau- o Tamara de Lempicka, como quieran ustedes, no puede calificarse como feliz. A medida que pasa el tiempo, Tamara va destruyendo su imagen de pintora de los locos años veinte para convertirse simplemente en una protagonista elegante de la prensa sensacionalista.

Varios son sus intentos por retornar al arte y ésa última vez, la baronesa –lejos de brillar con luz propia como en la era del art decó- se adhiere al movimiento abstracto y a la pintura no figurativa, renunciando de esta forma a todo modelo exterior, abandonando todo cuanto había aprendido. Pero todo lo que se hace de mala gana, de mala gana se acoge y no termina de convencer. La artista mediática está acabada, sólo le quedan las fiestas de Hollywood donde habría de oírse:

“No te olvides de invitar a la baronesa Tamara de Lempicka-Kuffner. Ella es tan graciosa y sus cuadros tan entretenidos…”

DIALGA

Dialga es el título de una nueva bitácora que apenas acaba de nacer. Dialga también es el alias de su autor, persona que conozco bastante bien –eso creo- desde hace once maravillosos años. No se trata de un amigo, en tal caso estaría huérfano, pero les puedo asegurar que daría mi vida por él.

No tengo por costumbre, ya lo saben ustedes, hacer publicidad de este tipo de cuestiones, pero en esta ocasión es diferente. Sé que su autor está poniendo toda la ilusión del mundo para sacar adelante este nuevo cuaderno de viaje; viaje un tanto especial y específico, sólo para expertos en un tema que apasiona a una masa considerable de la población mundial.

La página nace como un juego aunque para su autor y para mí sea algo más. Nunca podré resistirme a intentar hacer felices a quienes me rodean. En eso estoy.

Como una madre.

SI USTED NO ES EXPERTO EN ARTE, NO LEA ESTE POST

Como reza el título del post de hoy, si usted no es experto en arte, no continúe leyendo. Claro que siempre podrá preguntarse cómo demonios sabe uno si es experto o simplemente aficionado (amateur, que dirían los finos). Pues bien, si me prestan un momento de su tiempo les puedo iluminar el camino con algunas anotaciones al respecto.

1) Si usted contempla este Untitled de Anish Kapoor

 

y define a su creador como “escultor de los volúmenes, de los colores y de las texturas, aunque también recientemente ha exhibido sus pinitos pictóricos, a los que ha estado dedicándose durante años”

Si “pese a la contundencia de sus obras, (considera que) sus esculturas se mueven siempre entre la inmaterialidad y la espiritualidad y su particular imaginario”, entonces usted es un experto en arte.

 

2) Si usted contempla esta obra de Jeff Koons

“provocadora y glamurosa” y considera que el artista “pone el acento en la moralidad que (le) rodea y su quehacer cotidiano”, entonces usted es un experto en arte.

3) Si usted contempla esta Fat House de Edwin Wurm

y tras mucho meditar llega a la conclusión de que el austriaco es un gran “defensor de lo psicológico, de lo liviano –como sinónimo de poco intenso- y lo humorístico en la escultura” , entonces usted es un experto en arte.

4) Si usted contempla esta obra de Wim Delvoye

y a pies juntillas considera que “lo suyo no es el buen gusto, pero sí la fina ironía”. Si sabe, porque se ve y se nota, que “su tratamiento mezcla la atracción por lo kitsch, lo perverso de la artesanía, la elocuencia de lo monumental y la riqueza del ornamento (y la imaginería católica le da mucho)”. Si usted concluye después de haber disfrutado de esta obra que “el mundo moderno da signos de languidecer, mientras Delvoye dinamita intelectual y estéticamente sus cimientos”, entonces, necesariamente usted es un experto en arte.

Llegados a este punto, estimado lector, he de confesar que quien esto escribe no tiene ni zorra idea de arte. Por no hablar de mi mal gusto y de mi escasa e insignificante forma de ver y entender el mundo. Esta primitiva de intelecto que no ve más allá de sus narices no es capaz de ver cómo un cerdo pintado puede dinamitar los cimientos de un mundo moderno que languidece; no es capaz de emocionarse con el glamour de un globo reventón tipo feria; no es capaz de entender, siquiera, porqué cojones todo lo in es untitled.

Para purgar mi daño a la sociedad, ante tamaña ignorancia, permítanme que deje el post en blanco pues nada he de escribir que merezca la pena.

No, yo no soy una experta en arte.

 

Nota: el entrecomillado pertenece al nº 100 de la Revista Descubrir el Arte.

 

 

MAGIA EXACTA

No hay chistera pero hay conejo:



LA LINTERNA MÁGICA

LA LINTERNA MÁGICA

Con este nombre bautizó Kircher su invento, un aparato sencillo con el que nos regalaba magia en forma de ilusión y de fantasía que hace que nuestros sentimientos y nuestras pasiones vuelen a nuestro alrededor por encima de la razón, de esa razón que sueña y produce monstruos.

Todo viaje (y me refiero exclusivamente al viaje que te ofrece más de lo que uno solicita) se convierte en una linterna mágica en la que ves pasar imágenes que parecen no reales, cargadas de la magia que la historia tiene a bien compartir contigo siempre y cuando, uno esté dispuesto. Disposición y querencia no han de faltar en nuestro equipaje y también, claro está, esa capacidad de asombro que va quedándose atrás a medida que los años van pasando.

El sábado pasado visitamos Girona, más hermosa y maquillada aún que la última vez que estuve en ella. Es curioso, acabo de darme cuenta al escribir esto que “estar en ella” es una forma de posesión, de propiedad bien entendida y consentida que despierta y se reestablece cuantas veces retornes al lugar. Pues bien, en un día soleado pero frío, la combinación más perfecta donde las haya, caminábamos por sus murallas, entre callejuelas de piedra que la historia va esculpiendo con innumerables deseos y tristezas, pasiones y amarguras. Silencios. Como en la caja de Kircher la luz del radiante día nos daba paso a la oscuridad de los baños medievales construidos a la manera árabe allá por el siglo XII y abrazados por un recinto románico que nos recibió con su acostumbrada sobriedad.

El complejo se divide en cinco recintos a su vez, a saber, el apodyterium (vestidor), el frigidarium (sala fría), el tepidarium (sala templada), el caldarium (sala caliente) y el furnus (caldera y horno). Sólo un día a la semana el recinto estaba reservado a las mujeres. Las hermanas capuchinas que habitaron el convento a partir del siglo XVII correrían mejor suerte. Desde la linterna cupulada (que no “copulada”) de la imagen de cabecera, las religiosas podrían comunicarse con Dios en la piscina octogonal del apodyterium. Cuando Tio Petros tomaba la foto, mis pensamientos escapaban de la oscuridad hacia la luz por esa linterna con la que él convierte en magia todos mis días.

AMO A LAURA

Hace unos meses, unos magos de la comunicación nos regalaban una sintonía para vivir que poco tenía de canción y poco de Pablo Milanés. El precepto musical comenzaba así:

Hagamos juntos,

este crucigrama.

Aplacemos lo otro,

para mañana…

Sin embargo, mucho antes de que los Happiness proclamaran a los cuatro vientos que “amo a Laura”, Giorgione en 1506 pintaba el retrato de una joven llamada Laura cuyo destino compartiría con nosotros -youtubistas de pro-, siglos después. ¿Quieren conocerla?

La simbiosis entre la figura de la muchacha y el laurel podría inducirnos a pensar que Giorgione hubiera querido pintar el tema mitológico de Dafne pero no nos cabe la menor duda de que se trata de un retrato y el laurel que entroniza a la protagonista alude no al mito sino al nombre propio de la joven.

Como todos los lienzos de Giorgione, el retrato de Laura contiene cierto reverso enigmático. Entre otras cosas porque el cuadro, originariamente, tenía un tamaño superior al que hoy se conserva tal y como podemos ver en una de las obras que David Teniers dedicó a la galería de pintura del Archiduque Leopoldo Guillermo:


Como pueden comprobar (tras la búsqueda: mitad izquierda a partir de la puerta), el lienzo de Giorgione adquirió en su origen la forma de retrato de semigrandeza, donde la mano izquierda reposa sobre el regazo de la joven, abultado como si estuviera embarazada al modo de la joven esposa Arnolfini de mi querido Jan van Eyck. Pero al igual que ésta, nuestra Laura sólo nos quiere explicar su promesa de fertilidad una vez que haya contraído matrimonio.

Muchos han pensado que la identidad de la retratada sólo podía concebirse desde el punto de su profesión, es decir, de una puta o cortesana, entre otras cosas porque nos muestra sin pudor su seno derecho. Pero no se lleven a engaño, espectadores del siglo XXI, sólo nuestra mente calenturienta nos hace pensar eso desde el siglo XIX en el que perdimos toda nuestra inocencia.

Por el contrario, en el siglo XVI el hecho de aparecer desnudo no era signo de libertinaje y en ningún modo podía ser reprobable. En el caso de Laura, su noble señor y futuro esposo, mostraría orgulloso, sin la gazmoñería de unos happiness contemporáneos nuestros, no sólo la belleza de su prometida sino la casta virtud que la enmarca como las hojas del laurel que simbolizan su recto proceder.

La joven Laura ha sido envuelta con un velo transparente (el velo de novia) que nos sugiere –al igual que su pecho desnudo- la idea de castidad que definía a las míticas amazonas por la cual sólo mantenían relaciones sexuales con hombres con el único objetivo de reproducirse.

Castidad y fidelidad. Matrimonio.

Ya ven, amigos, Laura existe desde el siglo XVI y por aquel entonces ya podía oírse:

No hagamos juntos,

la prueba de la rana.

Aplacemos lo otro,

no soy una cortesana…

LAS FORMAS DEL ALMA

“El rostro es el texto más breve e intenso para atrapar el tiempo. Es el más pequeño y sensible sudario de ideas, pues con las frágiles comisuras de sus elementos cuenta la historia de los sentimientos. Y solo con el temblor de sus fibras musculares despliega el inmenso teatro de la expresión”.

Hoy quiero hablarles de cierto pasatiempo que quien más o quien menos ha practicado alguna vez en su entorno más inmediato: la fisiognomía. Y digo pasatiempo para denominarlo de manera informal para los simples mortales de a pie que lo practicamos aunque la fisiognomía sea una disciplina más “curiosa” que todo eso.

Comencemos por la definición que nos ofrece la RAE: por fisiognomía se entiende “el estudio del carácter a través del aspecto físico y, sobre todo, a través de la fisonomía del individuo”. La cita de cabecera pertenece a uno de tantos libros fisiognómicos que se han escrito durante siglos. Los textos no estaban dirigidos al artista como pudiera sugerirnos nuestra pésima intuición sino que por el contrario y hablando en términos de marketing, su nicho de mercado era un amplio y variopinto extracto social de su entorno inmediato. Para este variado espectro, los autores dictaban las reglas que guiarían a cualquiera en las relaciones personales de la vida diaria. Pretendían así mostrarnos el carácter del envidioso, del lujurioso, del perezoso e incluso nos echaban un capote a la hora de encontrar media naranja.

Ya desde la antigua Grecia tenemos constancia de esta práctica a través de múltiples anécdotas que nos han llegado. Entre ellas podríamos mencionar las conclusiones de Filemón sobre el rostro de Hipócrates, de Aristóteles sobre los consejos que daba a Alejandro Magno para escoger a sus amigos o los de Pitágoras para elegir a sus alumnos.

Como el tema da mucho de sí, quisiera pasarme por alto algunos siglos y llevarles directamente al siglo XVIII donde empieza a desarrollarse la auténtica fisiognomía artística (que es a donde quiero llegar) y el estudio de la expresión de las pasiones a través de la traducción de los movimientos del rostro. Tendrán que reconocerme que esta cuestión no deja de ser, a su vez, apasionante.

Dentro del campo de la fisiognomía existe una parcela denominada fisiognomía estática que tiene, para mí, un interés especial (desde el punto de vista estético) ya que viene a desarrollar un paralelismo formal entre el rostro humano y el animal atribuyendo al hombre las características propias que definen al animal.

Estos paralelismos fisiognómicos los podemos contemplar ya en bestiarios y fábulas y siglos antes, en el mundo griego –como decíamos arriba- tanto en la Retórica y la Oratoria para atacar a los enemigos con comparaciones animales. La base de esta argumentación radica en la afirmación de que los animales, seres privados de razón, se ven impedidos para contrariar sus impulsos naturales por lo que sus rasgos constituyen un fiel reflejo de su temperamento y su carácter.

Para que este post no les resulte pesado, a continuación les dejo unas magníficas muestras de fisiognomía estática que espero les gusten. Yo, por el momento, salgo a dar un paseo para profundizar más en el tema.

Nota: Para mañana les tengo preparada una EDICIÓN ESPECIAL de LA PARTE POR EL TODO, tal y como había anunciado. Lo digo sin ánimo alguno de crearles una taquicardia prematura o una descomposición vigorosa en este lunes del señor. Por último y, para mi descargo, aquí les dejo con la última imagen de fisiognomía estática que más de uno tendrá presente cuando lea esta nota y piense en esta servidora.


LOS GUSTOS DE LEONARDO

LOS GUSTOS DE LEONARDO Leonardo da Vinci, el de verdad, no dejó editado ningún código sobre su teoría del arte. La cuestión es que no había nada que publicar al respecto porque sus observaciones estaban recogidas en apuntes sueltos, aforismos y algunos manuscritos donde se recogían además sus impresiones con respecto a otros temas que nada tenían que ver con el arte. De esta forma, su Tratado de pintura no es una obra escrita por el artista sino una recopilación de los conceptos artísticos de Leonardo realizada por sus discípulos.

La obra recoge, como he dicho, no sólo una teoría del arte en sentido amplio sino que incluye recomendaciones y consejos que expresan los gustos personales del pintor. Entre estas observaciones hay especialmente una que me ha llamado la atención por su rabiosa actualidad (entiéndase actualidad en el sentido de contemporaneidad en la historia del arte) y que me gustaría compartir con ustedes.

La idea de manchas sobre el muro es calificada por el mismo Leonardo de una “idea nueva” que no hay que menospreciar ofreciéndonos detalles en el fragmento 60 del Tratado:

“Como dijo nuestro Botticelli, ese estudio era en vano, porque con sólo lanzar contra un muro una esponja llena de diversos colores, ésta dejaría sobre el muro una mancha donde podría verse un paisaje. Y en verdad que en una mancha así se alcanzan a ver muy diversas ficciones, por cuanto el hombre intenta hallar en ella cabezas humanas, animales varios, batallas, rocas, mares, nubes, bosques y cosas semejantes; pues ésta hace como el son de las campanas, donde se puede oír aquello que se quiera”.

De tal forma se vuelve a confirmar la magnitud de la genialidad de Leonardo, sembrando con sus palabras ya en el siglo XV la simiente de lo que conoceríamos en el siglo XX como pintura abstracta tratando un fenómeno psicológico crucial para el arte: la capacidad del ojo y la mente para rellenar e interpretar las formas abstractas y percibirlas como objetos que reconocemos.