LAS DAMAS SOLITARIAS DE DELFT (y 2)
Cabeza de muchacha representa el segundo ejemplo de un lienzo de Vermeer donde se niega al espectador la clave de su secreto. La muchacha se nos presenta ataviada con lo que podría ser un echarpe gris y podemos adivinar entre sombras la presencia de una perla como pendiente que, sin lugar a dudas, quiere el artista que pase desapercibida. El rostro de la joven se nos muestra de frente aunque es imposible que nuestras miradas se crucen. Sonríe levemente, como forzada ante el artista que trabaja ante ella. Su velo nos dice que se trata de una novia, de una muchacha a la que quizás le apetece tanto unirse en matrimonio como sonreír para nosotros como si fuera consciente de que en ambos casos es irremediable la pérdida de su inocencia. Quizás de su felicidad.
En Muchacha con sombrero rojo, Vermeer sigue el modelo de retrato que Tiziano había iniciado con su Ariosto . La dama apoya su brazo derecho sobre el respaldo de una silla adornada con cabezas de león de cuyos hocicos cuelgan unos aros. Coincidirán conmigo en que la joven es fea con ganas, pero ya hemos aprendido que la fealdad en arte puede ser extremadamente bella. Pues bien, lo curioso de este lienzo radica en el hecho de que está realizado con la ayuda de una cámara oscura. Observen los puntos luminosos de la cabeza del león donde ella apoya su mano y en los exagerados pliegues de su vestido así como en el plumaje del sombrero rojo. La luz parece derramarse desde lo alto jugando a las sombras con los ojos de la joven que permanecen en la penumbra para quien los contempla.
De ella nada sabemos y son los rayos del sol quienes nos la muestran y quienes nos la quitan. Todo y nada, luz (pointillé) y oscuridad, presencia y disimulo.
¿Cuál será su secreto?
7 comentarios
ladydark -
Herri -
Vere -
anarkasis -
o, Vermeer contaba unos chistes soberbios,...
sea como fuere no son tan falsas como la otra obra
El deje sospechado titianista tiene un puntazo, (apúntate una)
este, posiblemente pintó el cuadro al rededor de los ojos, y la nariz, a la maniera Giorgione, osea puso los ojos y la nariz y luego trazó lo demás
y efectivamente así parecen estructurados estos
Charles de Batz -
Si a eso le añadimos la maestría con la que traza plieges y ornamentos, parece como si los rostros no tuvieran tanta importancia ¿o sí?.
Quizá no los rostros, pero sí su ornamente, es decir, su expresión que en el primero de los casos -como tu bien dices- está clara, pero en el segundo resulta pelín mas inquietante.
Salud
Eduardo -
Te he linkado en mi blog... espero que te parezca bien.
Besos...
Edu
herzebeth -
en serio ahora: "(las mujeres de) Veermer, ya sea en retratos o estén en el papel de personajes sagrados, dan la impresión de guardar un secreto insondable, aparecen ensimismadas en sus pensamientos, impenetrables y poéticas, irremediablemente atractivas".