LAS DAMAS SOLITARIAS DE DELFT
Es de sobra conocida la tendencia o inclinación de Vermeer por representar, sobre todo, mujeres jóvenes. En casi todas sus obras las muchachas están integradas en un entorno narrativo por muy disimulado que esté y la clave de la historia que se nos quiere contar viene dado, generalmente, por un atributo que nos llama la atención en forma de bastidor, de báscula, de carta o de instrumento musical. Sin embargo, existen tres lienzos que carecen de esta llave para abrir el mundo que encierra cualquiera de sus otras obras.
El primero de estos lienzos –del que hablaremos hoy-, archiconocido incluso literaria y cinematográficamente, se titula La muchacha con el pendiente de perla o simplemente, La joven de la perla:
El fondo, como vemos, es absolutamente neutral. No se nos da la oportunidad ni de imaginar dónde se encuentra la joven, no sabemos si está acompañada o no, sólo que gracias a un efecto plástico de contrastes, la muchacha se nos presenta única, sin darse del todo (de perfil) pero con la absoluta seguridad de quien puede mirar de frente. Su boca, ligeramente abierta y su cabeza inclinada nos quieren decir algo y traspasando los propios límites del cuadro, calla y nos contempla hasta tal punto que consigue incomodarnos.
La joven de los contrastes se nos presenta perfilada en colores casi simples, su chaqueta amarillenta, el blanco de su camisa, su turbante azul. Pero de toda ella, es la perla de su pendiente la que llora en blanco, en dorado y en silencio.
Francisco de Sales en su “Introduction à la vie dévote” advertía:
“Tanto en el pasado como en el presente, era y es costumbre entre las mujeres colgarse perlas de las orejas por el placer causado –como ya había observado Plinio- cuando las perlas tocan la piel al moverse. Pero dado que yo sé que Isaac, gran amigo de Dios, envió pendientes a la pura Rebeca como signo de su amor, pienso que esta joya significa en sentido espiritual que la oreja es la primera parte que un hombre quiere tener de su mujer y que la mujer debe conservar más fielmente, de tal modo que no debe traspasarla ningún discurso o tono que no sea el dulce sonido de las palabras castas, que son las perlas orientales del Evangelio”.
Según lo dicho, la perla constituiría un símbolo de castidad. Pero estarán conmigo, aunque demos por buena la interpretación del santo, que existen miradas y gestos, poses y maneras que, en absoluto silencio, nos cuentan una historia –quizás velada por las circunstancias- que es imposible disimular. Y la mirada de esa muchacha, su boca y su perla no mentían cuando, pensativa, se dejaban acariciar por la delicada maestría del pintor de Delft.
8 comentarios
Vere -
anarkasis -
y contra mas falso mejor es la obra.
Es imposible mantener esa pose, Para obtener una imagen parecida tendrías que provocarla, pero entonces la perla no estaría en su sitio, ni los labios, ni el turbante, ni la mirada que nos turba sería tan inocente con esa edad, ...
lo dicho
mas falso no puede ser, tan falso, que es único
Herri -
herzebeth -
he leido que a esta joven se la llama "la Gioconda del Norte".
barduino -
http://www.casaciencias.org/img/libro-perlas.jpg
ladydark -
Jafatron -
Jorenob -
Es uno de los cuadros que más "hipnotiza" de ese museo, y desde luego la expresión es muy agradable y da que pensar, como bien dices, nos cuenta una historia.
Saludos.