LA 204
No se trata de ningún número de habitación de hotel ni tampoco del número de registro de caja de seguridad alguna, sino de “una de las personalidades más atractivas del Cinquecento veneciano dentro del en sí mismo no menos fascinante estamento de las cortigiane oneste, es decir, las cortesanas recatadas y cultas que ejercían su labor en los salones y no en la calle, a medias entre lo económicamente venéreo y lo artísticamente inspirado”(*). Dicen que estas mujeres disfrutaban de tanta fama como las donne di piaceri romanas y que durante todo el siglo XVI, Venecia disponía de un plantel magnífico de estas mujeres del placer que cultivaban el amor junto a la poesía y la música. Tanto es así, que el minucioso Catálogo de las Principales y más Distinguidas Cortesanas de Venecia contabilizaba la importante suma de 11.654 mujeres de la vida y aunque publicado en la clandestinidad pero autorizado por la Serenísima, en él se recogían –en un alarde de marketing sin igual- no sólo los nombres de las princesas da tariffa y el de la alcahueta que gestionaba sus servicios (manager en lenguaje de hoy en día) sino que también se ofrecía el domicilio y “il numero de li dinari che hanno da pagar quelli gentilhuomini, et altri, che desiderano entrar nella sua gratia”.
Verónica Franco, que todos conocerán por el retrato que el mismísimo Tintoretto pintara de ella, hacía el número 204 de estas “páginas amarillas del amor”. Mantuvo relaciones con el pintor cuando ella contaba treinta y cuatro años y alguna que otra relación “epistolar” con Montaigne en su viaje de 1580 a Venecia. Quizás el francés quisiera comprobar por sí mismo y a pesar de su escaso interés por la belleza de las mujeres venecianas (según sus propias palabras), qué habría encontrado en ella el rey Enrique III cuando en 1574 y en un viaje a la ciudad de los canales, contrató los servicios de la 204 en lugar de compartir lecho con la número 1 del Catálogo.
Pero eso ya lo constatan ustedes todos los viernes en esta casa, amigos míos: el sexo no está reñido ni con la poesía ni con la música y es uno de los mejores remedios para elevar cualquier “espíritu” ¿No creen?
(*)Molina Foix, V., Tintoretto y los escritores, Espasa, Barcelona, 2007
14 comentarios
peggy -
vigi -
Pero no me extraña que hubiera tantas enfermedades venéreas en Venecia!!!!
Vere -
Una estupenda descripción de la Venecia del XVII y XVIII la tiene Félix de Azúa en "La invención de Caín" un párrafo: "Pero además el gobierno de la República no estaba dispuesto a que los beneficios económicos de tan prudente política se los envolsaran los alcahuetes y macarras, así que procedió a convertirse en el chulo absoluto, concediendo el monopolio del lenocinio a los miembros de su clase dirigente. El resultado fue admirable. De un modo u otro, toda la Venecia elegante estaba involucrada en la prostitución. Incluso aquellas buenas gentes que se entregaban a la pasión carnal sin ánimo de sacar un sueldo, tenían grandísimas dificultades para apearse de la cama sin un par de cequíes entre las piernas".
Vailima -
Capitán Pescanova -
Un beso.
Charles de Batz -
Gracias por tu atractiva recomendación.
Salud
Don Gaiferos -
Iniciándose al modo clásico epistolar entre Cecilia Logotheta, a la sazón en Venecia, que da nuevas de su vida a su amiga Imperia, en Roma, da una idea bastante clara de aquellas mujeres que, pese a lo arrebatado de su condición y vida, no excluian de su existencia el conocimiento, la excelencia académica en ocasiones.
Un Saludo.
Vere -
Vailima -
ladydark -
herzebeth -
Vailima: en la "u" recibimos gente de Donosti (y de USA), por eso estuve ausente. Te lei ayer la semana: auguri!
Tábano Socrático -
Vailima -
Palimp -
Interesante libro ¿no sabrás como estaban las tarifas de entonces?