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Vailima

ROSA, ROSAE

ROSA, ROSAE Si hay algo que gusta al ser humano es alardear y alardes hay de diferentes tipos: de armas, de riqueza, de belleza, de estatus social etc. Lo más usual es que uno alardee de lo que tiene, pero también existen casos de lo contrario. Parece ser que como animales sociales, nos preocupe por ejemplo nuestro aspecto físico. ¿Por qué nos ruborizamos si tenemos un moco pegado en la nariz?, ¿por qué los varones buscan cualquier rincón para subirse la cremallera de los pantalones cuando comprueban que ésta está bajada?. Sin embargo, parece no preocuparnos el hecho de meter la pata cuando queremos alardear de nuestra amplia cultura, de pegarle una patada al diccionario o, en definitiva, hacer un mal uso del lenguaje.
Cuando un niño dice “he escribido una carta a la abuela”, comprendemos que su estructura mental del lenguaje le lleva a creer que está bien dicho y le concedemos tiempo para que se aburra con los verbos irregulares. Cuando la modelo Sofía Mazagatos emplea el término candelabro, para referirse a la expresión estar en el candelero; cuando la misma individua alardea de que su autor preferido es fulanito, pero que no ha leído nada de él, pues no le concedemos nada porque no tiene remedio. Cuando un alto cargo del Departamento de Cultura de la Xunta de Galicia alardea ante las puertas de un auditorio de que Carmiña Burana es una de las mejores voces líricas femeninas que posee su tierra; cuando otro cargo público a nivel estatal comenta en televisión que lee a la escritora Sara Mago, en fin, ya se me empiezan a abrir las carnes y me planteo a quién demonios pago mis impuestos. Pero hay más, muchos otros personajes públicos, periodistas por ejemplo, cuya herramienta fundamental para realizar su trabajo es la palabra, que nos regalan cosas como la manida locución en olor de multitudes en lugar de en loor de multitudes. Está bien, todos de acuerdo que el aroma a humanidad puede hacer el aire irrespirable, pero me imagino a toda esta gente, sobacos en ristre, y gritando el nombre del homenajeado. También existe otra locución, que aunque se emplee menos que la anterior, no deja de tener su allá y es en olor de santidad. Aquí el periodista en cuestión no ha superado la etapa anal e identifica, Padre de la Iglesia, Papa, viejo, olor.
La ignoracia es muy atrevida y si personajes de relevancia pública (aquí no incluyo a la modelo porque es inclasificable) llevan constantemente pegado el moco de la osadía intelectual, imagináos qué ocurre con el mortal de a pie, con el anónimo. Pasa lo que a mi ginecólogo le ocurrió cierto día cuando al consultar a una paciente sobre qué metodo anticonceptivo utilizaba con su pareja, ésta le contestó:

- utilizamos el corpore in sepulto

¿no será que lo que le quería decir soterradamente al ginecólogo era que le recetara una caja de viagra para su marido?

7 comentarios

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Vailima -

Gracias Javier, tus palabras son todo un honor para mí.
un beso

javier el maño -

Hostia Reyes, menudo pedazo de güef. Mu majica. Un besico

Oriol -

La expresión correcta es \"en olor de multitudes\"

Malaa -

yo te recomendaría q no pusieras la tele ni por asomo si no soportas esos gazapos,jejeej, a diario te encontrarás trescientos por minuto;) ,a mi d todos modos me entretiene la telebasura, a veces. Saludos, bonito blog.

Rafa -

Triste pero cierto...

Bonita bitácora y muy interesante, se encuentran pocas como la tuya.

Felicidades y sigue escribiéndonos.

Un saludo

Amanda -

Es verdad espo; cómo somos los humanos!!
Saludos