L´INFELICITÀ (la tarea poética de Leopardi)
En el post anterior acabé con una de esas frases que han quedado para la posteridad: Los hombres mueren y no son felices nos dice Camus en boca de Calígula. En esta sentencia, porque así la considero, convergen al mismo tiempo la desolación, el descontento y la certeza del fin del ser humano como individuo.
En una nota fechada en 1847, Kierkegaard escribía que deseaba para su epitafio esta breve inscripción:
Fue el Individuo
Hablemos de la cultura o época que queramos existe un leitmotiv que siempre está patente y nos impulsa como individuos y es la búsqueda de la felicidad.
Para Leopardi la imposibilidad e incapacidad de felicidad es un atributo del hombre moderno. A diferencia del hombre antiguo, heredero de la Edad de Oro, el hombre moderno ha perdido la capacidad para vivir felizmente vinculado a la naturaleza. Uno y otro no se diferencian en la felicidad del primero y la infelicidad del segundo sino que más bien se refiere al modo, heroico en el hombre antiguo y ruin en el moderno, de enfrentarse a la infelicidad natural del hombre.
El pensamiento trágico renacentista con Dante y Tasso a la cabeza, introduce a Leopardi en la duda de que también el hombre de la Edad de Oro se siente falto de felicidad. En palabras de Petrarca ciechi et miseri mortali. De esta manera, cuando Leopardi profundiza en el pensamiento helénico es cuando se convence del carácter innato de la infelicidad humana.
Lo que siente este poeta por Teofrasto, por ejemplo, no es admiración sino más bien identificación. Teofrasto representa la equilibrada sabiduría que hace frente al dolor con serenidad. Además cuando a través de la obra de Barthélemy tiene conocimiento directo de los textos de Píndaro, Sófocles y Esquilo, Leopardi toma certeza de la naturaleza maldita que estos autores atribuían a la condición humana.
La sentencia sofocleana de è funesto a chi nasce il dí natale (es funesto a quien nace el nacimiento) y otros textos de filosofía moral antigua contribuyen a que Leopardi antes de asumir ningún criterio de resinación o estatismo vital, busque una fórmula por la que el pesimismo haga frente a la desesperación no por medio de la renuncia a la existencia, sino por una voluntad de acción.
Desde que Leopardi asume esta conciencia del hombre como ser creado para la infelicidad, con su obra trata de sintetizar el dolor sereno con la voluntad titánica.
A consecuencia de la peculiar percepción heroica de lo trágico, l´infelicità leopardiana se convierte en un don. El mismo don que hizo grandes o, con sus propias palabras, alme eccelse (almas excelsas) y que caracterizaron la cólera de Aquiles, el orgullo del Prometeo de Esquilo, el ánimo suicidad de Ayax, la integridad de Edipo, la duda de Hamlet o el vigor de Lear.
Ésta es la tarea del héroe/poeta: vivir con la serena certeza de nuestra naturaleza proclamando felicidad a los cuatro vientos sabiendo que el eco nos devolverá irremediablemente el silencio donde la tristeza habita y reina.
En una nota fechada en 1847, Kierkegaard escribía que deseaba para su epitafio esta breve inscripción:
Fue el Individuo
Hablemos de la cultura o época que queramos existe un leitmotiv que siempre está patente y nos impulsa como individuos y es la búsqueda de la felicidad.
Para Leopardi la imposibilidad e incapacidad de felicidad es un atributo del hombre moderno. A diferencia del hombre antiguo, heredero de la Edad de Oro, el hombre moderno ha perdido la capacidad para vivir felizmente vinculado a la naturaleza. Uno y otro no se diferencian en la felicidad del primero y la infelicidad del segundo sino que más bien se refiere al modo, heroico en el hombre antiguo y ruin en el moderno, de enfrentarse a la infelicidad natural del hombre.
El pensamiento trágico renacentista con Dante y Tasso a la cabeza, introduce a Leopardi en la duda de que también el hombre de la Edad de Oro se siente falto de felicidad. En palabras de Petrarca ciechi et miseri mortali. De esta manera, cuando Leopardi profundiza en el pensamiento helénico es cuando se convence del carácter innato de la infelicidad humana.
Lo que siente este poeta por Teofrasto, por ejemplo, no es admiración sino más bien identificación. Teofrasto representa la equilibrada sabiduría que hace frente al dolor con serenidad. Además cuando a través de la obra de Barthélemy tiene conocimiento directo de los textos de Píndaro, Sófocles y Esquilo, Leopardi toma certeza de la naturaleza maldita que estos autores atribuían a la condición humana.
La sentencia sofocleana de è funesto a chi nasce il dí natale (es funesto a quien nace el nacimiento) y otros textos de filosofía moral antigua contribuyen a que Leopardi antes de asumir ningún criterio de resinación o estatismo vital, busque una fórmula por la que el pesimismo haga frente a la desesperación no por medio de la renuncia a la existencia, sino por una voluntad de acción.
Desde que Leopardi asume esta conciencia del hombre como ser creado para la infelicidad, con su obra trata de sintetizar el dolor sereno con la voluntad titánica.
A consecuencia de la peculiar percepción heroica de lo trágico, l´infelicità leopardiana se convierte en un don. El mismo don que hizo grandes o, con sus propias palabras, alme eccelse (almas excelsas) y que caracterizaron la cólera de Aquiles, el orgullo del Prometeo de Esquilo, el ánimo suicidad de Ayax, la integridad de Edipo, la duda de Hamlet o el vigor de Lear.
Ésta es la tarea del héroe/poeta: vivir con la serena certeza de nuestra naturaleza proclamando felicidad a los cuatro vientos sabiendo que el eco nos devolverá irremediablemente el silencio donde la tristeza habita y reina.
5 comentarios
Vailima -
Con respecto a lo que me dices, Amaranta U., ¿conoces algún escritor, o artista en general, que haya sido feliz, que no haya tenido una carencia de alguna clase o simplemente que fuera tan egoísta para con los suyos como por ejemplo Mozart?
Creo que para la producción artística, sea del tipo que sea, una pequeña dosis (al menos) de infelicidad y una mayor de genialidad son condiciones sine qua non.
Un abrazo.
Amaranta Ursula -
Raschid -
Es bonito comprobar que sigues dandole a la tecla.
Vailima -
Generalmente, antes de colgar un post, me gusta que mi marido lo lea (es un crítico excelente). Sobre este último me dijo:
- es triste
-pero te gusta o no?
- es triste.
En fin, simplemente he querido compartir con vosotros la fuerza que movía a escribir a un poeta como Leopardi.
En cuanto a lo de los comentarios, francamente, los agradezco tanto... Hay veces que aún viendo el número de visitas y comprobar que no hay comentarios, me parece que predico en el desierto... gracias Arturo por tus palabras.
Un saludo
Arturo -
Por cierto:
Feliz Año Nuevo.