Blogia
Vailima

IN MEMORIAM

IN MEMORIAM A Victor Gómez Pin, Fernando Savater, Vicente Molina Foix, Ferrán Lobo, Aurelio Arteta, Juan Berraondo, Julio Caro Baroja, Felix de Azúa, Pierre Aubenque, Javier Etxeberría, Xabier Puch, Víctor Sanchez de Zabala y muchos otros profesores de aquella facultad de Filosofía de Zorroaga que compartieron conmigo los años más inocentemente felices de mi vida cuando yo todavía tenía la única responsabilidad de ser inquietamente dichosa por los mundos que me ofrecían sus palabras.


El día 6 fue mi cumpleaños. Un día maravilloso para casi todos, niños y grandes, y un día para mí en el que soy tremendamente feliz. Desde que yo recuerde, comparto este acontecimiento con toda mi familia y procuro que sea memorable para todos los que me rodean. Cuando el día se acaba, por lo general, hago mi particular recapitulación del año que ha pasado, ya que para mí, el comienzo del año nuevo es este día y no el “legalmente” establecido de la noche del 31 de diciembre. Pues bien, como digo, en una de estas pasaditas que me regalo cada año sobre mi vida pasada, descubro que divido mi existencia en tres partes:

Antes de entrar en la facultad, los años de facultad y después de la facultad.

Cinco años después de terminar la carrera tuve la oportunidad de saborear de nuevo el caramelo de la universidad, pero ya fue diferente: ni era adolescente, disponía de dinero puesto que trabajaba y me faltaba tiempo. Así que, como diría una amiga mía, ni color.

El mes pasado asistí a un seminario sobre “Ética y ciencia ficción” (desde aquí mando un abrazo a Felix Ares, Pedro Jorge Romero, Miquel Barceló, Agustín Vicente...) en el nuevo campus de Donosti. Antes de entrar al aula donde se nos convocaba me dí una vuelta por el edificio de Filosofía. Eso era, sólo un edificio nuevo, bien estructurado, con calefacción y paredes pulcramente conservadas...

Estudié Filosofía en la UPV entre los años 83 y 88. Por aquel entonces, la facultad de Zorroaga (que así se llamaba) no sólo era puntera en esta disciplina sino que además se hallaba enclavada en la punta de un pequeño monte de Donosti.
En el mismo edificio, compartíamos el espacio los de psicología, pedagogía y los raros de filosofía. Así como las dos primeras disciplinas se nutrían de un considerable número de alumnos, se podía decir que los de filosofía éramos un grupito de amigos (no más de diez) que nos reuníamos (o más bien nos colocaban) en pequeños seminarios debido a la falta de espacio.
El edificio, propiamente dicho, estaba compuesto de dos cuerpos que se comunicaban mediante un infinito pasillo al que llamábamos Siberia Kalea (calle Siberia). Habrán adivinado el motivo del nombre: las almas de todos los pingüinos nos saludaban cuando transitábamos por allí. De la zona donde se impartían las clases, pasando por Siberia Kalea llegábamos a la zona donde se encontraba el BAR (sí, con mayúsculas, porque era nuestro rincón preferido, donde alumnos y profesores hablábamos sobre el tema del día, donde se hacía e impartía la verdadera filosofía). El bar era cutre a más no poder pero hacían los mejores bocatas que he comido en mi vida. A la hora del almuerzo salíamos a pasear por el jardín (más parecido a uno del Bosco que de Versailles) y a la hora de volver al aula lo hacíamos por la entrada principal (una especie de Tara tras la guerra) pasando por el Aula Magna (antiguo comedor del edificio que antaño fue un horfanato cuyo techo, por cierto, se derrumbó durante el verano del curso 88-89) y por la biblioteca (caracterizada por estar atestada de psicólogos y pedagogos en potencia y ausente de filosofillos progres –que eso es lo que éramos en realidad-).


El frío. Todavía no les he hablado del frío que sufríamos, ni podré nunca describir con exactitud su inmenso poderío. Ya les dije más arriba el nombre que tenía aquel pasadizo de marras con aquellos ventanales siempre rotos donde la luz penetraba cegadoramente desde los cristales finos como papel de fumar. Pero en las aulas... usábamos mitones para escribir, nadie osaba a quitarse el abrigo, ni la bufanda ni el gorro. Por supuesto, ningún profesor lo veía como una descortesía hacia su persona, entre otras cosas, porque tampoco ellos se desprendían de prenda alguna que pudiera salvarle de una hipotermia segura.

La decoración. El exterior del edificio era de piedra arenisca, adornado de vez en cuando con una alfombra de hierbajos y matorrales donde el libre albedrío tenía su morada. Los árboles que de vez en cuando surgían en los alrededores tuvieron su último brote antes del diluvio universal y no eran más que reminiscencias fantasmales del pasado.
En el interior del edificio, no en aulas y seminarios, sino en las zonas comunes, la poca pintura que quedaba, amarillenta como dientes de lazarillo, se resquebrajaba por momentos cada vez que algún desdichado se apoyaba sobre la pared para llevarse en el abrigo un poco de historia a su casa. Las ausencias de pintura plástica fueron sustituídas rápidamente por el spray, siempre negro o siempre rojo, con pintadas amenazantes hacia la persona de Fernando Savater, aquel profesor en cuyas clases de ética no cabía un alfiler puesto que hasta otros colegas suyos asistían para oirle (porque verle, verle, no podían aquellos que iban como oyentes y tenían que quedarse en el pasillo. Como en esos funerales multitudinarios en los que, por muy pronto que llegues, te toca siempre detrás de la columna que te impide ver al cura).
Clases divertidas donde las haya las suyas, en las que derrochaba ingenio y un alto nivel cultural, una gran inteligencia y una gran paciencia para explicar con mil y una anécdotas y citas, los fundamentos de la ética, a una panda de ignorantes que, ciertamente, lo adoraban. Digo esto, para aclarar, que los autores de las pintadas, violentos y por supuesto siempre anónimos, no eran alumnos de la facultad, sino unos seres del todo despreciables que no tenían los cojones suficientes ni la masa gris necesaria para dedicar sus vidas a otra cosa que no fuera redactar convocatorias del tipo:

“se convoca a todos los alumnos a la manifestación que tendrá lugar el próximo jueves día ..., a las ..., en el Boulevard. Los motivos ya se verán”

Muchos se han ido de Euskadi, pero siguen en mi recuerdo.

Bueno, hay más historias de facultad, pero como nos decía nuestro profesor Víctor Sanchez de Zabala:

“señores, lo que no puedan comunicar en 120 palabras, sólo indica que el concepto no está claro en su mente, por lo que a partir de este número de palabras (incluyendo preposiciones y demás) el examen no será leído”.

Verídico, amigos. Verídico y terrorífico.

14 comentarios

Cándido -

Hola Vailima, por un compañero de Facultad que acaba de publicar un libro en el que habla de estos años de Zorroaga he encontrado esta entrada al blog, ignoro si seguirá abierto, pero quisiera decirte que debimos compartir aquellas aulas y aquellos seminarios. Finalicé Filosofía en 1988, luego hice la tesis con Mary Sol de Mora, pero ya me tocó defenderla en Ibaeta, eso ya no fue lo mismo. Con los años he terminado en la Universidad de Cádiz, y tengo que confesarte que Zabala sigue presente en mis examenes, para trauma de mis alumnos (120 palabras y/o 10 líneas).
un saludo muy cordial.

jorge berraondo -

hola te escribo desde cordoba, argentina, saludarte por honrar a tus maestros. interesante. Aprovecho contartte que mi abuelo, mi bisabuelo y hacia atras todos llevan el juan como nombre, y el apellido es berraondo, seguramente son parientes mios, los futbolistas y los periodistas lo son, no los conozcos pero todos pertenecemos al mismo arbol genealogico. abrazos con cariño, jorge

Vailima -

No lo sabía, Pedro. Todavía recuerdo nítidamente el Congreso de Filósofos jóvenes que se celebró en Girona. Nos lo pasamos pipa con Ferrán.
Que la tierra le sea leve.

pedropablo vaquer -

murió Ferran lobo

Cristina -

Felicidades con retraso, Vailima.
Han venido a mi memoria muchos recuerdos leer tu post. Recuerdos del instituto, que sin duda fue una de las mejores etapas de mi vida. Tuve profesores muy buenos de los cuales aprendí no sólo conceptos.

Desde luego la forma de hacer un examen para ese profesor tuyo difiere mucho de los míos, para los que un examen con mucha "paja" era sinónimo de aprobado. Cuando más escribías aunque resultase repetitivo mejor.
Un saludo y reitero mis felicidades :). Besos.

Vailima -

Gracias a todos por vuestros ánimos y feliz año a todos.
Magaly, no te arrepentirás, te lo seguro. Te animo a que emprendas tus estudios con entusiasmo y con la ventaja añadida de los años y la experiencia que harán que la Filosofía forme parte de tí, de tu visión de la vida y la cultura. Aunque ya sabes, también te demostrará su parte trágica: no se puede abarcar todo y siempre tendrás la sensación de una carencia, un vacío que es imposible rellenar con nada.
No sé porqué, pero no puedo poner la dirección de correo electrónico en el blog, por eso te lo paso aquí, ya sabes, tienes a una colega a tu disposición:
cresidae@hotmail.com
Ruben, el próximo post será de Corominas, y como regalo de Reyes, va por tí.
Gracias a todos

miguel -

Lo primero de todo, muchas felicidades, aunque sea con algunos días de retraso :-)
Y lo segundo, pues decirte que los profesores son envidiables, sí, pero que se nota que tú estabas atenta a lo que contaban. Cuántos de tus compañeros habrán perdido su oportunidad... Al menos tú lo compartes con nosotros con este blog.

Ruben -

Feliz año, Vailima. Espero seguir leyéndote con asiduidad. Tus historias son siempre interesantes. No te olvides de la sección "el legado de Corominas; porfa."
Un beso

magaly -

Me encuentro en la situación de saborear el caramelo, en mi caso, tengo ya un largo camino recorrido, un trabajo, dinero? (bueno...)y cierto, no tanto tiempo como quisiera. Pero me dispongo a iniciar esta aventura que no sé a donde me conducirá (esta año espero matricularme en la facultad de filosofia) y solo espero que también haya un antes y un despues.
Por cierto, en Donosti.
Me encanta leerte, descubrir que estudiaste aquí es estimulante.
Besitos

Vailima -

No creas, Jose. Yo también he tenido muchos, pero que muchas personas teóricamente dedicadas a la enseñanza, pero ninguno de la talla de los que nombro en el post. Sé a ciencia cierta que es un lujo, por eso les tengo que dar las gracias. La verdad es que las condiciones académicas eran perfectas y por esta razón podía crearse tal camaradería. El verano pasado tuve el placer de participar en un homenaje que la RNT (radio nacional catalana) hacía a Vicente Molina Foix. Me hizo mucha ilusión compartir unos momentos radiofónicos con él, recordando viejos tiempos. Pero lo mejor fue, que él se acordó de mí. Fue un honor.

jose -

Debiste de aprovechar muy bien las clases: leerte es siempre un placer ^^

Ojalá dijeran aquí lo que decía tu profesor.. aquí, en las revisiones, te dicen otra cosa (no con estas palabras, pero casi):

Si escribes mucho es que no lo tienes claro y lo estás liando.

Si escribes poco es que no has escrito lo suficiente porque no te lo sabes.

Si escribes lo justo es que lo has copiado de un libro, y ese libro es el peor que hay en toda la bibliografía (CASO VERIDICO y LITERAL éste último, y lo que es peor: dijo lo mismo con varios libros)

En fin, que no apruebas ostia, que no.

Aquí no hay pintadas agresivas, pero tampoco hay maestros (maestro? qué es eso? profesor como máximo) de los que se pueda tener un buen recuerdo (ingeniería, cádiz).

Tio Petros -

Tuviste una plantilla de profesores envidiable. No me extraña que tu recuerdo sea imborrable.

Vailima -

Gracias Daniel. Me gusta cumplir años, no sé, como si me dijeran que estoy viva...eso sí, cuantos más años cumplo, más devastadora es la fuerza de gravedad de ciertas partes. Pero lo importante es la dignidad, jeje.
un besote

danielP -

Pues con dos días de retraso muchas felicidades te deseo. Por el cumple y por el año nuevo "divino" :-)