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ELI, ELI

Et circa horam nonam clamavit Jesus voce magna dicens:
Eli, Eli! lamma sabacthani



En el camino de Santiago burgalés, nos encontramos con el Monasterio de San Juan de Ortega quien, discípulo de Santo Domingo de la Calzada, creó siendo él mismo el arquitecto, este templo para los Jerónimos. Así que por un lado tenemos que el arquitecto y el santo al que se rinde devoción son la misma persona.
El monasterio, capilla, hospital (actual hospedería) forman un cuerpo arquitectónico de obligada parada para los peregrinos. El edificio, construído en el siglo XII, tiene una mezcla de estilos románico y gótico denominada "escuela de la Sierra". Las características de los monumentos que se construyeron bajo esta influencia son la equilibrada proporción arquitectónica, sus galerías porticadas y una torre de planta cuadrada. Si bien el conjunto que tratamos no deja de ser “uno más”, Juan de Ortega supo con gran maestría –como arquitecto y astrónomo que era- dotar a su edificio con un hecho singular que se ha pasado a denominar “el milagro de la luz”.



La cabecera de la iglesia está compuesta por tres ábsides de planta semicircular. El central tiene un ingenioso juego de columnas que apoyan los arcos. En el interior, la escultura monumental se reparte en los setenta y seis capiteles, de los cuales media docena están historiados. Así, merece una especial atención el triple capitel que reproduce el ciclo de la Natividad completo. Hay dos días en el año en los que se produce, sobre este capitel, un espectáculo singular e inédito.
Los días de equinoccio de primavera y otoño, el día 21 de marzo y el 21 de septiembre, a la hora de la puesta de sol, las 17:07 (hora solar), un rayo de sol penetra por una de las ventanas del Monasterio e ilumina, justamente, las imágenes del capitel románico que representa la Anunciación. El hecho, de por sí, es fascinante, pero, si se le dedica una mirada más atenta a la configuración de las imágenes, se podrá descubrir que la Virgen y el ángel no se miran mutuamente, sino que ambos dirigen su mirada hacia la luz.
Sin duda, buen argumento para una nueva novela de Matilde Asensi y, si además, uno baja a la cripta y en la penumbra, sin nadie alrededor, canta el Eli, Eli de Bárdos, entonces se cierra el círculo: nacimiento y muerte, oscuridad, soledad y música.

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Anónimo -

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