NADA POR AQUÍ, NADA POR ALLÁ (y 3)
La respuesta a la pregunta que ayer dejábamos pendiente es, naturalmente, el convento dominico de ´s-Hertogenbosch, ciudad natal del Bosco.
Así pues, cabe pensar que el pintor no hace otra cosa que ridiculizar esta orden y criticar la alianza entre los grandes señores y los dignatarios de la Iglesia que se unían para oprimir al pueblo y arrebatarle su dinero.
Como les dije ayer, terminaremos el análisis del cuadro comentando alguna cosilla perteneciente al universo del charlatán.
De su cinturón cuelga un cesto con un animal que podría ser, casi con total seguridad, una lechuza. La lechuza es uno de los animales preferidos del Bosco quizás por poseer una ambigua simbología: por una parte simboliza la sabiduría y, por otra, es el ave de las tinieblas que atraviesa la noche acompañando a las brujas.
Otro animal que El Bosco plasma en el cuadro es la rana, curiosamente con simbología ambigua también. Para algunos padres de la Iglesia la rana era considerada como un ser repulsivo (símbolo de lascivia) al que se le asociaba con la alquimia.
numerosos manuales de alquimia se ilustraban a base de dibujos y criptogramas donde se mostraba al adepto los procedimientos de su ciencia. Las ranas representaban la materia primaria que había que separar de lo volátil a través de la destilación. Para conseguir sus objetivos (ennoblecer al hombre y a la materia) había que unir los elementos contrarios. Den un repaso rápido por algunas de las más conocidas obras del Bosco y verán alusiones a este tema a través de figuras de matraces de cristal con parejas copulando.
El principio de los contrarios se ilustraba también mediante la unión del sol y la luna. El primero representado por un círculo y, la segunda por la luz. Fíjense en la especie de ventana que aparece en la parte superior izquierda del lienzo. Sin duda evoca estos símbolos de la alquimia ya que la ventana no tendría ni qué estar donde está. Si preferimos creer que sólo se trate de la luna, no nos apartaríamos del mismo camino. Según la astrología de la época se consideraban hijos de la luna a los actores, cantantes, mercaderes y charlatanes.
Como hemos visto, El Bosco maneja muy bien el lenguaje de alquimistas y astrólogos y conoce el simbolismo de las cartas del Tarot.
Aunque ninguna de estas cartas esté representada en el cuadro de forma explícita, podemos encontrar alusiones a ellas miremos donde miremos: el hombre que pone la mano en el pecho de la dama; el hombre de negro que fija su mirada escéptica y sombría en la escena que se desarrolla en la mesa; las figuras del aro y el perro situado a su lado...
Pero la carta que mejor encaja con el cuadro es la del mago o ilusionista que aparece con una mesa cubierta con cubiletes, bolas y una varita mágica entre otros objetos. La carta en cuestión representa la creatividad, la fantasía pero también el engaño y el disimulo.
Es indudable la genialidad del pintor que ha ocupado nuestro tiempo. Detrás de una escena plácida en apariencia, como si se tratase de una anécdota de la vida cotidiana de su ciudad, se esconde lo que es sin duda más que una advertencia contra ladrones, gobernantes y hombres de Iglesia. Como les decía al comienzo de esta serie de post, los demonios que tan famoso han hecho al Bosco parecen todavía dormidos. Ya ven que no.
Como saben, este blog se toma un descanso hasta la semana que viene en la que espero ofrecerles detalles de nuestro viaje, por lo que desde aquí les lanzo los deberes para que se entretengan porfiando.
¿Sabrían decirme de qué son las bolas con las que nuestro quierido charlatán embauca a sus víctimas?
Espero que les haya gustado el cuadro y pasen una feliz semana.
Así pues, cabe pensar que el pintor no hace otra cosa que ridiculizar esta orden y criticar la alianza entre los grandes señores y los dignatarios de la Iglesia que se unían para oprimir al pueblo y arrebatarle su dinero.
Como les dije ayer, terminaremos el análisis del cuadro comentando alguna cosilla perteneciente al universo del charlatán.
De su cinturón cuelga un cesto con un animal que podría ser, casi con total seguridad, una lechuza. La lechuza es uno de los animales preferidos del Bosco quizás por poseer una ambigua simbología: por una parte simboliza la sabiduría y, por otra, es el ave de las tinieblas que atraviesa la noche acompañando a las brujas.
Otro animal que El Bosco plasma en el cuadro es la rana, curiosamente con simbología ambigua también. Para algunos padres de la Iglesia la rana era considerada como un ser repulsivo (símbolo de lascivia) al que se le asociaba con la alquimia.
numerosos manuales de alquimia se ilustraban a base de dibujos y criptogramas donde se mostraba al adepto los procedimientos de su ciencia. Las ranas representaban la materia primaria que había que separar de lo volátil a través de la destilación. Para conseguir sus objetivos (ennoblecer al hombre y a la materia) había que unir los elementos contrarios. Den un repaso rápido por algunas de las más conocidas obras del Bosco y verán alusiones a este tema a través de figuras de matraces de cristal con parejas copulando.
El principio de los contrarios se ilustraba también mediante la unión del sol y la luna. El primero representado por un círculo y, la segunda por la luz. Fíjense en la especie de ventana que aparece en la parte superior izquierda del lienzo. Sin duda evoca estos símbolos de la alquimia ya que la ventana no tendría ni qué estar donde está. Si preferimos creer que sólo se trate de la luna, no nos apartaríamos del mismo camino. Según la astrología de la época se consideraban hijos de la luna a los actores, cantantes, mercaderes y charlatanes.
Como hemos visto, El Bosco maneja muy bien el lenguaje de alquimistas y astrólogos y conoce el simbolismo de las cartas del Tarot.
Aunque ninguna de estas cartas esté representada en el cuadro de forma explícita, podemos encontrar alusiones a ellas miremos donde miremos: el hombre que pone la mano en el pecho de la dama; el hombre de negro que fija su mirada escéptica y sombría en la escena que se desarrolla en la mesa; las figuras del aro y el perro situado a su lado...
Pero la carta que mejor encaja con el cuadro es la del mago o ilusionista que aparece con una mesa cubierta con cubiletes, bolas y una varita mágica entre otros objetos. La carta en cuestión representa la creatividad, la fantasía pero también el engaño y el disimulo.
Es indudable la genialidad del pintor que ha ocupado nuestro tiempo. Detrás de una escena plácida en apariencia, como si se tratase de una anécdota de la vida cotidiana de su ciudad, se esconde lo que es sin duda más que una advertencia contra ladrones, gobernantes y hombres de Iglesia. Como les decía al comienzo de esta serie de post, los demonios que tan famoso han hecho al Bosco parecen todavía dormidos. Ya ven que no.
Como saben, este blog se toma un descanso hasta la semana que viene en la que espero ofrecerles detalles de nuestro viaje, por lo que desde aquí les lanzo los deberes para que se entretengan porfiando.
¿Sabrían decirme de qué son las bolas con las que nuestro quierido charlatán embauca a sus víctimas?
Espero que les haya gustado el cuadro y pasen una feliz semana.
17 comentarios
Carl Philip -
Palimp -
Vailima -
Bueno amigos, una vez más nuestro querido Carl Philip ha dado en el clavo. Las bolas dichosas no eran otra cosa que nuez moscada.
Palimp: la próxima no dejes que el músico se te adelante. Jeje
Carl: ya te lo dije una vez. Eres un condenado genio.
Carl Philip -
Toda la nuez moscada de las Indias no sería capaz de consolarme.
Palimp -
¿bola anisete?
¿Goma arábiga?
Vailima -
Pista: seguro que has comido más de una vez.
jeje
Te dejo con la incertidumbre hasta el lunes.
Palimp -
Palimp -
Vailima -
Vailima -
Evidentemente, no se trata de alcanfor. Jeje
Carl Philip -
Palimp -
Vailima -
ya no digo más
Gracias por tus deseos. Tio Petros ya ha tomado nota de tu comentario.
Un abrazo
Palimp -
Palimp -
Vailima -
un saludete
Palimp -