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Vailima

LA SANTA TETA DE MELUN

Nos encontramos de vuelta al siglo XV. Más concretamente alrededor del año 1456 y estamos contemplando en Melun, ciudad situada al sur de París, un díptico un tanto singular. La obra se encuentra colgada en la iglesia de Notre Dame. Exactamente sobre la tumba de Étienne Chevalier, caballero oriundo del lugar.



Durante siglos las dos partes del díptico han estado separadas, de forma que el batiente izquierdo se expone en Berlín y, el derecho, en Amberes. Sin embargo, los historiadores de arte suponían que ambas pertenecían a un solo cuadro y este hecho pudo ser demostrado con métodos de análisis de la madera que determinaron que ambos batientes proceden del mismo árbol: un roble que fue talado allá por 1446 y almacenado en el taller de un pintor llamado Jean Fouquet.
El comitente de Fouquet fue el tesorero real Étienne Chevalier, que aparece de rodillas rezando en el batiente izquierdo. Junto a él se encuentra San Esteban, santo de su onomástica, portando los Evangelios y una de las piedras con las que fue martirizado.
Así pues, la lectura del batiente izquierdo es sencilla: el mártir debe interceder por el alma del ilustre caballero.

Fíjense en las letras del nombre del comitente. Primero se cincelaron y más tarde fueron pintadas con oro en el pilar que se sitúa detrás de él. El traje de terciopelo con el que va ataviado es de fiesta, ribeteado en piel, con amplias hombreras y pliegues rígidos según la moda. La estancia parece la de un palacio, revestidos suelo y paredes en mármol al más puro estilo renacentista. Si bien en el París del siglo XV no había edificios de estas características, la casa de Chevalier era del todo magnífica, tanto es así que existe un dato curioso sobre ella. ¿Querrían decirme cuál?

La fortuna acumulada de este “sencillo” burgués nacido hacia 1400 provenía de los cargos que fue desempeñando desde el reinado de Carlos VII. Ejerció de secretario real, notario e inspector fiscal. Fue responsable de las finanzas del reino como tesorero y pertenecía al consejo real. Todo un hombre de confianza para un rey tachado por algunos de desgraciado y ridículo que no sólo ganó una guerra civil sino también la guerra de los Cien Años. Un hombre, Mr. Chevalier, como digo, tachado de insobornable por sus propios coetáneos que, incluso, fue nombrado albacea testamentario no sólo del médico de cámara y de la favorita del rey sino del propio monarca Carlos VII.
Un personaje de estas características que mantenía una posición tan comprometedora en una corte de intrigas, bien debía necesitar la intermediación de un patrón como San Esteban.
A su izquierda, el santo se nos presenta con su mano apoyada sobre el hombro del burgués y ataviado con una dalmática azul con galón de oro. Portando en su mano izquierda además de la piedra que le define, un libro de piel roja, con los cantos dorados y un punto de lectura. Sin duda, se trata de un ejemplar muy especial ya que no nos equivocaríamos si afirmáramos que es, nada más y nada menos, que un manuscrito miniado que el mismo Chevalier había encargado en 1448 al pintor Jean Fouquet: Libro de horas de Étienne Chevalier, un libro de horas ilustrado y con oraciones que usaban los grandes señores para sus rezos en privado.
Seguro que Chevalier no ha de temer nada. Su santo protector está junto a él mirando fijamente a algo o a alguien situado fuera del propio cuadro. ¿Quieren saber de qué se trata?

8 comentarios

mateo -

me parecio estupido

Vailima -

Venga Dem, no desesperes. Enseguida te doy teta.
jejejejejejeje

Dem -

¿Pero dónde está la teta?

Ojo, no es que yo quiera verla, que a mi estas cosas... Es que ya me habeis liado con lo del niño y ya no sé si es teta o niño o cochino-jabalí.

Palimp -

Supongo que era para poder mirar por una ventana diferente cada día... que manís más raras tiene la gente.
¿Dije un poco cochinos? Como se nota que soy eufemístico, quería decir que somos unos obsesos redomados (si lo sabré yo que soy uno...)
Por cierto, que si no fuera porque es imposible diría que la teta esa tiene silicona a embute.

Vailima -

jajajajaja Palimp. Efectivamente, un niño no tiene ningún interés y una teta bien puesta...
en fin, que me he reído con lo de que los tíos sois un poco cochinos. jeje
Pues cuento qué tenía de especial la casa de nuestro tesorero:
nada más y nada menos que 365 ventanas, una por cada día del año.
¡Pobre de la que tuviera que limpiar los cristales!

Palimp -

Opino como Dem; los tíos somos un poco cochinos, estará viendo la teta del título porque ¿Que interés puede tener un niño?
Me interesa lo de la casa ¿Qué tenía de curioso?
Cuenta, cuenta...

Vailima -

Por ahí van los tiros, Dem. Se trata de algo redondo y no es la bola del mundo.
Con respecto a lo que dices, pues tienes razón. El patrón de orejas y narices es el mismo pero no eran hermanos... lo de matizar el término bastardo me ha encantado. Eres más irreverente que yo....jejeje
Un saludo

Dem -

Pues por el título de tu historia y sabiendo cómo son los religiosos... yo diría que está mirando una mujer desnuda.

Hay que ver la de cosas que te fijas en un cuadro. Lo malo es que luego me contagio y yo también me fijo... pero a mi modo.

¿Habeis notado que tienen las orejas idénticas y las narices muy parecidas? También sus ojos son parecidos, pequeños y saltones y las cejas cortas (a menos que se las depilasen). También las frentes amplias (aunque claro, con el hair-style que me gastan...). ¿Eran hermanos o algo? ¿Hermanos bastardos tal vez?