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Vailima

LA VENGANZA (y 3)


Moreau

Ayer terminábamos diciendo que así como Delacroix había representado en su Medea la pasión desatada y salvaje de una mujer enfurecida, Feuerbach, como neoclásico, no tenía intención alguna de presentarla de ese modo.
Una actriz famosa en toda Europa, Adélaïde Ristori sirvió de inspiración a Feuerbach cuando vio su representación de Medea. De perfil clásico y frondosa cabellera negra fue fotografiada con su melena recogida y con un collar de perlas a modo de cinta, tal y como aparece en el lienzo del artista alemán.
La Ristori era la protagonista de la Medée de Ernest Legouvé. Autor de su tiempo sabía bien que el público no aceptaría de forma natural el brutal infanticidio. De ahí que al igual que Franz Grillparzer ofreciera una justificación a tal barbarie: la violenta Medea de aspecto cruel y opresora de sus propios hijos frente a Jasón y su novia representantes del maravilloso mundo helénico. Los niños quisieron irse con su padre y Medea, sintiéndose traicionada, obtuvo con ello una justificación para matarlos.
En la obra de Legouvé la escena que se representa en el lienzo de Feuerbach sólo se da en la imaginación de Medea. De esta manera, Medea todavía no sabe que asesinará a sus hijos (de ahí el aspecto tierno y complaciente con los que se nos muestra) porque no conoce aún la decisión de los niños de irse a vivir con su padre y su esposa. Pero ella desea... desea matar a la novia de Jasón con un velo envenenado y huir con sus hijos.
¿Por qué el artista no mostró el momento en que se produce el crimen? En palabras del propio autor ”una imagen histórica no tiene que representar una vida en una situación, debe hacer referencia a lo que ocurre antes y después, y basarse en sí misma por toda la eternidad”.

Simplicidad y serena grandeza constituyen la esencia del clasicismo que tan magistralmente plasmó Feuerbach en su Medea. La Medea que tantas veces, a lo largo de toda la historia, ha asesinado sin piedad a sus propios hijos, una y otra vez. La Medea que dejó los cadáveres de los niños en un carro tirado por dragones, elevándose con ellos más allá de todo juicio humano. La Medea presa de su propio destino, huérfana de la bondad de los dioses, infeliz para toda la eternidad. La Medea que, sin saberlo, otorgó un final a la tragedia de Eurípides:

”Zeus en el Olimpo es el dispensador de muchos acontecimientos y de muchas cosas inesperadas, concluyen los dioses. Lo esperado no se llevó a cabo y de lo inesperado un dios halló el camino.”

3 comentarios

Palimp -

No creo que se pueda hacer mejor. A esto se le llama recoger el guante y poner el listón alto.

Vailima -

Gracias, amigos míos. Por cierto, mientras yo leía vuestros blogs vosotros leíais el mío. ¡Qué bueno...! a eso se le llama compenetración.

Carl Philip -

Inalcanzable, más que alto. Enhorabuena, Vailima.