PIETER BRUEGHEL EL VIEJO: Todos los hombres comen, cagan y mean
Los pintores, como cualquier otro ser humano, pueden reconocerse también en aquello que no pintan. Brueghel no pintó ningún retrato ni ningún desnudo. A contracorriente de la moda impuesta en el Renacimiento, el cuerpo humano desnudo era uno de los temas más pintados. El cuerpo perfecto, la belleza ideal. El hombre debía ser más perfecto que la propia naturaleza. Nada de esta idea podemos encontrar en Brueghel, por el contrario, sólo sus famosos demonios aparecen desnudos, los hombres están siempre vestidos y se mueven de tal forma que no es posible apreciar los contornos de sus cuerpos. Los hombres de Brueghel son el Hombre. La idea de individuo –tan renacentista ella- no tiene cabida en su ideario estético.
Si uno pasea (más bien, mariposea) por la obra de este genial artista, podrá deducir el gusto o tendencia de Brueghel por pintar labriegos, hombres del campo, en general y se percatará de que el campesino es un ser ocupado exclusivamente en satisfacer sus necesidades más urgentes o más bajas, llámenlo como quieran. Sin embargo, quien no se conforme solamente con mariposear y observe los lienzos más detenidamente y, sobre todo, con más cariño, llegará a la conclusión de que más que hacer reír a un espectador cultivado, lo que Brueghel pretende es enseñarnos que en esto de las bajezas, todos los hombres somos iguales.
En su lienzo titulado En Jauja, se pone en evidencia la necesidad universal de comer.
Universal porque junto al labriego yacen dormidos un noble caballero y un erudito, cada uno en un lecho distinto, cada uno en su lugar. El noble, observen, duerme sobre una almohada, el erudito sobre su abrigo de piel y el campesino sobre el látigo de trillar. Los tres han atravesado la montaña de masa para beber vino, comer huevos, carne y pollo antes de echarse a la bartola a dormir.
Hasta aquí la primera parte del exabruptario título de hoy. Pero como todos sabemos, y Brueghel también lo sabía, tras el proceso digestivo se concluye con un acto evacuatorio.
En varios lienzos pueden verse figuras masculinas junto a muros dando la espalda al espectador, como en el caso de La matanza de los inocentes , Día sombrío o El censo de Belén ; o incluso en cuclillas con el culo al descubierto como en su famosa La urraca sobre la horca . Les emplazo a que descubran a estos tan humanos personajes. Recalco lo de “masculinas” porque la indiscreción de Brueghel tenía un límite: omite a las mujeres y nunca estas acciones son representadas de manera que parezca un espectáculo (¿Acaso no cerramos nosotros, hombres del siglo XXI, la puerta del baño cuando vamos a orinar o defecar?).
Que Brueghel optara por pintar estas acciones lo distingue de casi todos sus contemporáneos, sobre todo de los llamados romanistas. Si éstos acentuaban todo aquello que distingue al hombre del animal, Brueghel, por el contrario, pone de relieve lo que tienen en común: el lado natural del hombre y lo que hace de él una criatura.
Ya ven, amigos, todos los hombres debemos de atender, irremediablemente, nuestras necesidades más urgentes. Todos, sin excepción, comemos, cagamos y orinamos. Incluso la Schiffer.
13 comentarios
Alfanhui -
Nfer -
Por suerte aquí recupero la cordura.
(más las que ya no tenemos edad para menstruar, aunque sea con eso nos distraíamos un poco ...)
Del látigo de trillar digo que lo he visto en algunos museos de por aquí, que no por nada la Europa se vino a las Américas sin dinero, tal vez,pero con todita su cultura en cada uno de nuestros abuelos...
Y es que no ha de ser cómodo dormir sobre un "látigo de trillar" pero sí la forma de evitar que algún pillo que pase se lo lleve. Puedo estar equivocada, es que hago una analogía con los gauchos que cruzaban la pampa arriando ganado: llevaban todos sus enseres en el recado (montura del caballo). Todos, toditos: lazo, cuchillo o facón, chispero, guampa o chifle para el agua...y usaban el recado como almohada.
Con dos finalidades,a saber: siempre tal almohada apuntaba al lado donde deberían seguir viaje el día siguiente. Que la pampa era muy, muy plana y no había señales de tráfico, pero ladrones hubo siempre...
(gracias, ya me siento mejor luego de pasarme por aquí, me sucede que como Borges en los espejos, puedo entrar pero luego no sé/no quiero salir)
¡Abrazos!
Vailima -
Tienes razón con la vista de Herri, es magnífica, pero a priori, además de vista se necesita saber qué buscar. Listo, listo...
vere -
Ulises -
Vailima -
si escribes en el buscador del blog la palabra "refranes" te saldrán los siete post que hace un año escribí al respecto de los refranes neerlandeses. Si lo prefieres pon esta dirección en tu navegador
http://vailima.blogia.com/2005/022001-bruegel-el-viejo-y-los-viejos-refranes.php
y te aparecerá el primero de la serie de siete.
Un saludo
ulises -
Vailima -
efectivamente hay mucho que observar en el cuadro del censo. En mitad de la plaza se encuentran San José y María montada en el asno. Se dirigen a una posada, justo la casa de enfrente. Siguen las órdenes de Augusto de ir a empadronarse a su ciudad. El albergue se identifica por la corona que hay en la fachada. En el cuadro la fonda sirve como dices como oficina de empadronamiento y de recaudación de impuestos. Delante de la ventana se encuentran los que pagan, detrás los que reciben el dinero y llevan las cuentas. El oficio de recaudador se arrendaba pero como bien has visto, el escudo junto a la ventana con el águila bicéfala de los Habsburgo no deja lugar a dudas. Los Países Bajos tenían que pagar al imperio la mitad de los impuestos recaudados. El cuadro se pinta un año antes de que llegue el Duque de Alba y solicite más dinero.
Buena persona este Duque de Alba...
Gerardo -
Vailima -
observa el edificio que se encuentra casi en el centro del lienzo, un poco más arriba, la segunda casa por tamaño más grande. En la escuadra que vemos, se encuentra un cúmulo de gente a mano derecha y justo en la esquina izquierda, hay un personaje meando cara a la pared. Ese es Wally.
Herri Otrow -
Otro detalle, la picaresca de quien viendo la afluencia masiva de empadronadores se ha montado el chiringuito en el hueco de un arbol
Herri Otrow -
Palimp -