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Vailima

LAS MUY RICAS HORAS DEL DUQUE DE BERRY (y 3)

detalle figuras

El palacio de un señor feudal incluía, además de cuadras y establos, un edificio de cocina con habitaciones para la servidumbre, una capilla y una casa de campo con dos estancias en las que vivía el administrador.

La que vemos hoy en la imagen es, pues, la casa del administrador donde sus ocupantes no vivían en la pobreza. Así como los jornaleros hacían sus hogueras en el centro de sus cabañas llenándolo todo de humo, aquí, sin embargo, se pueden apreciar los muros de una chimenea. Además, la gente pobre dormía sobre paja y si miran en el fondo de la estancia, advertimos la presencia de una cama. Otro detalle: los pobres no disponían de más ropa que la puesta, mientras que en casa de nuestro administrador se pueden ver colgadas varias prendas en la pared.

En la casa, podemos observar tres figuras sentadas calentándose al fuego de la chimenea. Tienen la ropa levantada hasta dejar ver sus genitales. No vayan a pensar que los hermanos Limbourg exageraban: era costumbre no llevar calzones y tampoco se intimidaban por la mirada de los que pasaban.

A nuestros ojos, el sexo no tenía cabida en la Edad Media, época en la que los cuadros eran encargados principalmente por clérigos. Pero esa aversión cristiana al cuerpo y sus placeres nada tenía que ver con la vida cotidiana. ¿Cómo podía ser si no en viviendas de tamaño tan reducido? La intimidad era inconcebible cuando una familia entera tenía que compartir la cama. Incluso, se ignoraban las miradas cuando uno quería satisfacer sus necesidades fisiológicas a pesar de que en los libros cortesanos se recomendaba no evacuar delante de ventanas o escaleras.

Sin duda, el límite del pudor humano está marcado, en general, por los miembros de la clase dirigente, que imponen también los usos en cuestiones de llevar o no ropa interior. Así se nos muestra en la miniatura: los dos personajes del fondo no la llevan mientras que la mujer del primer plano, mejor vestida y perteneciente a una clase superior, levanta su vestido sólo un poco.

Los hermanos Limbourg reflejaron en su miniatura una pequeña parte del mundo que les rodeaba. Se limitaron al frío y a la nieve de un duro febrero omitiendo las guerras, los soldados y las epidemias. Desde el palacio ducal, pintaban su miniatura con ayuda de cristales de aumento que, permitieran a su señor, ver una minúscula parte del tiempo en que vivía.

No crean que nuestra vida cotidiana ha cambiado tanto. Nosotros también nos negamos a contemplar ciertas hechos del mundo que nos rodea.

2 comentarios

Vailima -

Al margen de la libertad sexual... hoy Tio Petros y yo nos vamos de sidrería a Astigarraga con unos amigos. No te preocupes, brindaremos por tí, amigo, por tus viejos tiempos en mi tierra.

Palimp -

La libertad sexual que se respira en muchos textos de la edad media parece incompatible con la mentalidad pacata que heredamos del franquismo... aunque parece que podemos respirar de nuevo.
Excelente serie. Un abrazo.