COMO EN EL RÍO VECHT, CERCA DE NIJENRODE
Es la noche del 15 de mayo de 1940. Jacques Goudstikker viaja junto a su esposa Desi y su hijo Edo a bordo del barco holandés SS Bodegraven. Huyen porque son judíos, como tantos otros, porque la muerte tenía con ellos una cita en su país y han decidido burlarla pagando un precio muy alto. Me dicen que el sr. Goudstikker es marchante de arte. El coleccionista de belleza no viaja en primera, sino como las reses que pintara Salomon van Ruysdael, hacinadas, esta vez, en la bodega de un barco con destino incierto. Inglaterra les niega sus aguas y el océano les conduce a Estados Unidos. Lo han dejado todo atrás, como en un profundo sueño y su despertar se torna pesadilla y desolación.
- ¿sabe? He tenido esa obra de arte mil veces entre mis manos. La he observado con detenimiento y conozco con detalle cada una de sus libres pinceladas, pero nunca hubiera creído que, un día, mi familia y yo formáramos parte de ella.
Alois Miedl, banquero alemán afincado en Holanda, se apropia de la galería de arte del judío. Las aves de rapiña no han tardado en llegar. Hermann Goering reclama su parte del botín: la venta de setecientas ochenta obras de arte se realiza por un tercio de su valor. La ley del más fuerte se impone sin rechistar. La mujer del banquero también es judía. Como consuelo, el mariscal le revende las obras impresionistas, expresionistas y cubistas que le producen vómito.
- aquí no hay quien respire –dice el holandés errante-, necesito un poco de aire fresco.
Su esposa le recrimina por su deseo. Nos lo han prohibido expresamente. No podemos salir de la bodega. Pero Goudstikker se revuelve y quizás no sea el aire fresco de esa noche de 1940, quizás sólo quiera ver reflejada su existencia en las aguas que nunca más ha de volver a ver.
Sale a cubierta y se equivoca de puerta. Se desliza por la barandilla y cae al suelo. El coleccionista de belleza se ha roto el cuello y muere imaginando aquella barcaza con ganado en el río Vecht, cerca de Nijenrode.
Es extraño –piensa la muerte-. Hubiera jurado que este judío debiera haberme esperado en Amsterdam.
16 comentarios
Pancracio Santos -
Carlos -
Vailima -
un beso a todos
roccomejia -
Dolorosa realidad: arte, horror y holocausto.
Lo de Joshua Bell es inquietante. Ruego no perder la sensibilidad por una vida apurada.
Hasta la próxima y con gusto!
herzebeth -
Charles de Batz -
Salud
Vere -
Jorenob -
En la Segunda Guerra Mundial debieron ocurrir tantas desgracias así que a uno le da por pensar si es que la paz es solo el periodo entre dos guerras, espero que nunca sea así.
La cantidad de cultura que se habrá perdido por culpa de las guerras.
Salamandra -
Herri -
anarkasis -
Debió coger el cuadro, enseñárselo y amenazarla con un mechero...
- ¿a que te borro?
Jafatron -
Precioso post Vailima.
Dani -
P.S.: La admiración, en ocasiones, me obliga a distanciarme. No sufra.
Vailima -
Dani: he leído la noticia en la prensa y también tu referencia en el post de hoy. ¿Mi opinión? lo abominable que puede llegar a ser el ser humano (y valga el rizo). El experimento puede hacer correr ríos de tinta impresa, lástima que los que tienen que reflexionar sobre el asunto no tomen conciencia de la magnitud del desastre. Somos humanos, todos, aunque un stradivarius nos recuerde con sus notas que, a veces, podemos llegar a tocar el cielo.
p.s. me imagino que eso de llamarme de usted será una broma ¿no?
Dani -
Un saludo.
ladydark -