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Vailima

EL ENCUENTRO

EL ENCUENTRO

A ella no le importaban los típicos tópicos que corrían acerca de este tipo de relaciones. Ella estaba segura, como siempre, de lo que hacía y de lo que decía. Sentía que eran el uno para el otro, y esta impresión era recíproca.
Y es que la suya no era la típica relación, eran seres especiales, únicos, con un encanto y una magia que les envolvía.
Se acabó el soñar con el roce de su piel y el olor de su pelo, por fin estaba entre sus brazos. Podía sentir su calor, el latido de su corazón. Por fin sentía sus largos dedos enredándose en su pelo. Cosquillas producidas por su cabello cayendo sobre su frente. Su piel, tan suave y tan tersa... desprendiendo ese olor tan dulce.
Y qué decir del tacto de sus labios... de ambas bocas buscándose deseosas. Ese escalofrío recorriendo ambos cuerpos al tocarse, al sentirse. Todo era único, el sonido de sus besos, sus respiraciones agitadas por el momento, la ropa cayendo bajo sus pies.
Dos cuerpos que arden en deseos de fundirse en uno. Desearían tener más manos para poder tocarse el uno al otro, para explorarse y conocerse. Es tanto lo que expresan con sus cuerpos enredados, con sus movimientos acompasados...

Pieles blancas sobre oscuras sábanas, sus cabellos claros enredándose con sus cabellos oscuros y miradas... Miradas penetrantes, miradas que hablan.
Y es que a ella siempre le encantó su mirada, su firmeza, a través de ellos podía ver el infinito. Viéndose reflejada en ellos creía poder alcanzarlo todo, inclusive ese infinito.
No podía existir nada más bello que ese momento, en ese preciso instante nada más existía para ella. Se sentía única y especial, él la hacía sentir así.
El placer y el deseo eran lo único que tenía cabida en aquel dormitorio. El placer y el deseo, y ellos dos. En aquel momento sólo velaban por su propio interés, que no era otro que el placer. Absortos en sus propios cuerpos desnudos y entrelazados y tan infinitamente bellos.
Y ella seguía sin poder creer que llegase ese día. El gran día. Su día, el de ella y el de él, el gran día para ellos.
Tras multitud de charlas, confesiones, risas, momentos dulces y amargos, por fin había llegado el día en que compartir charlas, confesiones, risas y momentos se hacía real.

Un sueño, todo eso no fue más que un sueño. Las cosas seguían en el mismo lugar, ella tomó la decisión acertada alejándose de su lado, pues él no era quien decía ser, fingió ser la persona perfecta y posiblemente ella también fingió, tal vez ambos fingieron y se acabó el amor, o es que quizás nunca lo hubo.

Autora: N. (imagen escogida por la autora)

4 comentarios

N -

Gracias. Me despojé de mi timidez para transmitir lo que sentía y no es una historia triste lady, no llegó a hacerse realidad nunca, por lo que la decepción fue menor ;)

Vailima -

eres una sentimental, Lady...

ladydark -

Tal vez se puso sobre un pedestal ese amor y cuando fue tangible y táctil se deshizo como un castillo de arena. Meláncolica historia N., me ha recorrido un deje amargo por el cuerpo al terminar de leerla.

Vailima -

Seguro que hubo algo pero imperfecto. Las gangas no duran.
Siempre es mejor despertar que seguir soñando. Para lo bueno y para lo malo.
un abrazo, N.