MENS SANA
Recuerdo, hace ya muchos años que, tras la salida del colegio a las cinco de la tarde, volvía a casa y allí encontraba a mi madre cosiendo en la cocina y oyendo el programa radiofónico de Elena Francis. Entonces ella me preparaba la merienda mientras yo me lavaba las manos y me quitaba los zapatos. La merienda consistía en un bocadillo (con pan de la tarde) de chorizo de Pamplona o mortadela. A veces, incluso, de la mismísima Nocilla que me sabía a gloria bendita. Me comía el bocadillo partiéndoseme el moco con la historia de personas cuya vida transcurría en desgracia en desgracia, a las que yo no conocía pero de las que, gracias a la Sra. Francis, me sentía muy cercana.
Terminado el bocadillo hacía los deberes y bajaba a jugar al barrio con mis amigos: el escondite, la comba, la goma, a vivos y muertos, a mamás (a papás no porque los niños no se prestaban a ello) y otros más de los que no me acuerdo. Una vez que iba anocheciendo subía a casa, me ponía el pijama y a cenar.
La dieta alimenticia de esos años consistía en general, de estofados de carne a los que yo añadía kilos de mantequilla para aplastar las patatas y hacer un puré con ellas desterrando la carne porque no podía soportar que no estuviera frita. También mi madre me martirizaba con alubias, garbanzos y lentejas seguidos de una guarnición repugnante de chorizo, morcilla, tocino y carne, que me comía en silencio, como si de una penitencia se tratara por mi condición de infante. Era terrible, aunque lo peor eran los desayunos: un gran vaso de leche con cola cao que me revolvía el estómago como bajo el efecto de una gran montaña rusa. Todavía no entiendo por qué mi madre me decía que no iba a crecer si no tomaba leche puesto que desde que yo recuerdo, he medido 1,70 cm. Cosas de madres...
En cuanto a la bebida, agua, agüita rica y para de contar. La coca-cola para los americanos, en todo caso, un poquito de vino con gaseosa que lo demás era tirar el dinero.
Mens sana in corpore sano.
Telón de fondo: aparece en escena una nueva madre: yo.
Han transcurrido un carro de años.
Personajes principales: dos niños, una niñera.
Personajes secundarios: una madre
Descripción de la escena:
La niña de los bocadillos de mortadela ahora tiene dos hijos. Cuando son las cuatro y media de la tarde, una maravillosa mujer descendiente directa de Mary Poppins espera a la puerta del colegio que los niños salgan (el colegio está lejos de casa) porque la madre de las criaturitas trabaja ocho horas al día en una oficina. La merienda consiste en un pequeño bocadillo a lo tradicional y bollería plastificada que debe contener, sine qua non, un cromo de futbol, una pegatina de las tres mellizas o una chapa de no sé qué personaje infantil japonés. Los niños tienen que jugar en el barrio bajo la atenta mirada de la nodriza. No saben qué es el escondite, pero utilizan unas máquinas parecidas a un ordenador en miniatura que cuestan una pasta y son capaces de saberse de memoria las veinticinco mil evoluciones de un bicho (también japonés) que ataca a sus semejantes de mil formas diferentes. Todos viven en Pueblo Paleta (¡hay que joderse con el nombrecito del pueblo!). Los niños ya no juegan a mamás y a papás porque en casa tienen un tamagotxi que además se les muere constantemente...
Los niños no juegan en la calle todos los días porque tienen otras cosas que hacer ya que deseamos que nuestros hijos hagan lo que nosotros no pudimos hacer: se llaman actividades extraescolares
La dieta alimenticia varía de la secuencia anterior. Ahora aunque la madre quiere imponerse, se come hamburguesas, pizzas todo bien embadurnado de un tomate con nombre de personaje operístico. Pero no creáis, no sólo ha cambiado el mundo de los niños sino también el de los adultos porque estamos es un estado de bienestar.
Imagináos qué bien me siento, cuando después de haber llevado a los niños al cole, haber pasado toda la mañana en la oficina, vuelta a casa y recoger lo que no te ha dado tiempo, volver a la oficina por la tarde, llegar a casa y revisar si han hecho los deberes, hacer la cena, el baño de los niños, poner la mesa, quitar la mesa y fregar, acostar a los niños... me baja la regla y veo en televisión un anuncio idílico de compresas con alas en las que más o menos te dicen que en esos días del periodo si no sabes a qué huelen las nubes eres una gilipollas. A mí a esas horas todo me huele a cama y colchón.
Pero el estado de bienestar, que vela por nosotros, también es consciente de que la mujer de hoy, liberal y trabajadora, necesita una ayuda. Por eso ¿para qué seguir fregando los platos con el jabón tradicional si ahora Fairy te proporciona una fórmula denso-activa que no estropea tus manos? Si además la grasa se te resiste ¿por qué le vas a dar al estropajo cuando puedes emplear el detergente x con desincrustol-D? Y no digamos cuando tienes que fregar el suelo de la cocina, con Ajax pino con dicloroxilenol brilla como la patena.
Como veís, el asunto de la limpieza es fundamental en nuestros días, antes nos bañábamos una vez a la semana, el domingo, por supuesto, ahora los niños se duchan todos los días. Por eso hay que tener mucha higiene en el cuarto de baño. Con gel pato activo puedes comer en el inodoro de lo bien que queda...
Si después de todo, te queda un ratito libre, puedes tomarte un vaso de leche con omega-3 o un yogurt líquido con L-Casei immunitas y bífidus activo mientras decides si te pones un tampax con aplicador autoajustable o una compresa megaultrasuper con alas que te vale para el tanga.
En fin, resumiendo, ¿mens sana: in corpore sano o in corpore in sepulto?
Terminado el bocadillo hacía los deberes y bajaba a jugar al barrio con mis amigos: el escondite, la comba, la goma, a vivos y muertos, a mamás (a papás no porque los niños no se prestaban a ello) y otros más de los que no me acuerdo. Una vez que iba anocheciendo subía a casa, me ponía el pijama y a cenar.
La dieta alimenticia de esos años consistía en general, de estofados de carne a los que yo añadía kilos de mantequilla para aplastar las patatas y hacer un puré con ellas desterrando la carne porque no podía soportar que no estuviera frita. También mi madre me martirizaba con alubias, garbanzos y lentejas seguidos de una guarnición repugnante de chorizo, morcilla, tocino y carne, que me comía en silencio, como si de una penitencia se tratara por mi condición de infante. Era terrible, aunque lo peor eran los desayunos: un gran vaso de leche con cola cao que me revolvía el estómago como bajo el efecto de una gran montaña rusa. Todavía no entiendo por qué mi madre me decía que no iba a crecer si no tomaba leche puesto que desde que yo recuerdo, he medido 1,70 cm. Cosas de madres...
En cuanto a la bebida, agua, agüita rica y para de contar. La coca-cola para los americanos, en todo caso, un poquito de vino con gaseosa que lo demás era tirar el dinero.
Mens sana in corpore sano.
Telón de fondo: aparece en escena una nueva madre: yo.
Han transcurrido un carro de años.
Personajes principales: dos niños, una niñera.
Personajes secundarios: una madre
Descripción de la escena:
La niña de los bocadillos de mortadela ahora tiene dos hijos. Cuando son las cuatro y media de la tarde, una maravillosa mujer descendiente directa de Mary Poppins espera a la puerta del colegio que los niños salgan (el colegio está lejos de casa) porque la madre de las criaturitas trabaja ocho horas al día en una oficina. La merienda consiste en un pequeño bocadillo a lo tradicional y bollería plastificada que debe contener, sine qua non, un cromo de futbol, una pegatina de las tres mellizas o una chapa de no sé qué personaje infantil japonés. Los niños tienen que jugar en el barrio bajo la atenta mirada de la nodriza. No saben qué es el escondite, pero utilizan unas máquinas parecidas a un ordenador en miniatura que cuestan una pasta y son capaces de saberse de memoria las veinticinco mil evoluciones de un bicho (también japonés) que ataca a sus semejantes de mil formas diferentes. Todos viven en Pueblo Paleta (¡hay que joderse con el nombrecito del pueblo!). Los niños ya no juegan a mamás y a papás porque en casa tienen un tamagotxi que además se les muere constantemente...
Los niños no juegan en la calle todos los días porque tienen otras cosas que hacer ya que deseamos que nuestros hijos hagan lo que nosotros no pudimos hacer: se llaman actividades extraescolares
La dieta alimenticia varía de la secuencia anterior. Ahora aunque la madre quiere imponerse, se come hamburguesas, pizzas todo bien embadurnado de un tomate con nombre de personaje operístico. Pero no creáis, no sólo ha cambiado el mundo de los niños sino también el de los adultos porque estamos es un estado de bienestar.
Imagináos qué bien me siento, cuando después de haber llevado a los niños al cole, haber pasado toda la mañana en la oficina, vuelta a casa y recoger lo que no te ha dado tiempo, volver a la oficina por la tarde, llegar a casa y revisar si han hecho los deberes, hacer la cena, el baño de los niños, poner la mesa, quitar la mesa y fregar, acostar a los niños... me baja la regla y veo en televisión un anuncio idílico de compresas con alas en las que más o menos te dicen que en esos días del periodo si no sabes a qué huelen las nubes eres una gilipollas. A mí a esas horas todo me huele a cama y colchón.
Pero el estado de bienestar, que vela por nosotros, también es consciente de que la mujer de hoy, liberal y trabajadora, necesita una ayuda. Por eso ¿para qué seguir fregando los platos con el jabón tradicional si ahora Fairy te proporciona una fórmula denso-activa que no estropea tus manos? Si además la grasa se te resiste ¿por qué le vas a dar al estropajo cuando puedes emplear el detergente x con desincrustol-D? Y no digamos cuando tienes que fregar el suelo de la cocina, con Ajax pino con dicloroxilenol brilla como la patena.
Como veís, el asunto de la limpieza es fundamental en nuestros días, antes nos bañábamos una vez a la semana, el domingo, por supuesto, ahora los niños se duchan todos los días. Por eso hay que tener mucha higiene en el cuarto de baño. Con gel pato activo puedes comer en el inodoro de lo bien que queda...
Si después de todo, te queda un ratito libre, puedes tomarte un vaso de leche con omega-3 o un yogurt líquido con L-Casei immunitas y bífidus activo mientras decides si te pones un tampax con aplicador autoajustable o una compresa megaultrasuper con alas que te vale para el tanga.
En fin, resumiendo, ¿mens sana: in corpore sano o in corpore in sepulto?
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