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SEGÚN SAN MATEO

Hoy he estado ojeando un catálogo de las obras que podemos contemplar en ARCO. Espeluznantes algunas, en el sentido estético de la palabra, y otras salvadas por su originalidad. Yo no soy crítica de arte, ni tengo esa pretensión, pero puedo opinar. Una mierda. Por eso, y porque puedo utilizar cualquier elemento para llevar a cabo mi crítica, he considerado que no estaría nada mal acudir al Evangelio de San Mateo y recordar las palabras que Jesucristo dijo a los fariseos:

”...ciegos que guían a otros ciegos y, si un ciego guía a otro ciego, ambos caen al hoyo”

Pieter Bruegel el Viejo pintó el mismo año de su muerte, 1568, un lienzo de 86x154 cm, titulado Parábola de los ciegos. El tema de la obra procede del Evangelio de San Mateo que les he señalado arriba.



La cuestión sobre quién es el guía que realmente ve está relacionada directamente con la situación política de las provincias de Flandes. Un año antes de que Bruegel pintara Parábola de los ciegos, el Duque de Alba había llegado allí con sus tropas por mandato del Rey de España para que acabara con todos los herejes de la zona: calvinistas, luteranos, anabaptistas y en definitiva todo aquel que se opusiera a la autoridad española. El antepasado de nuestra Cayetana del alma era tan conciliador que en enero de ese año ejecutó públicamente a 84 ciudadanos; en marzo a más de 1500 habitantes de Flandes y el domingo de Pascua, decapitó por orden de su “consejo sangriento” a dos importantes miembros de la aristocracia. Vamos, que todo un alarde de poderío de la casa de Alba, por lo que ahora me explico la razón por la que nuestra actual duquesa tiene tantos problemas al vocalizar, esa cabellera endemoniada y las tetas, hasta hace poco, reverenciando con los pezones su bajo vientre.
Volviendo al cuadro que nos ocupa, Bruegel concentra su atención en presentar a seis ciegos como mendigos deformes y miserables que tropiezan y caen. Lo curioso, es que el pintor los retrató no con los párpados cerrados como era costumbre en la época, sino con la exactitud del diagnóstico de un experto:
El ciego del gorro azul sufría amaurosis, el que va detrás de él tenía esclerosis de córnea y, el que va delante había sufrido una lesión o extracción del globo ocular, producida con toda seguridad en una pelea o como castigo por un delito.
En la época de Bruegel, las intervenciones quirúrgicas se dejaban a manos de sangradores, barberos y charlatanes. Iban de feria en feria (como la de ARCO) ofreciendo sus servicios, vendiendo medicamentos e, incluso, dando consejos como beber orina de hombres pelirrojos como la mejor cura contra las fístulas, enrojecimiento y oscurecimiento de los ojos, para eliminar cataratas, glaucoma y para acabar con las lágrimas.

Si se fijan, los ciegos están situados en diagonal, por lo que la caída de estos miserables se hace inevitable. Como inevitable es el final al que su destino les conduce, la muerte, reforzado por los colores, todos ellos en tonos de gris.

Como charlatana de esta feria que es mi blog, en la que una servidora ordena y manda, finalizo el post sobre esta magnífica obra de la que, sin lugar a dudas, se podría comentar muchos otros detalles que la conforman como tal. Mi deuda con los amantes de ARCO está saldada, que cada ciego saque su conclusión y caiga en el charco que mejor quiera.

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