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Vailima

LA BODA (2)

LA BODA (2) Tal y como les adelanté ayer, tengo la sospecha de que el novio era Michele Arnolfini y no su hermano. ¿Qué porqué hago esta afirmación? Pues porque a las pruebas me remito...

LAS CUESTIONES DEL PROTOCOLO
La mano derecha de la mujer reposa delicadamente sobre la mano izquierda del varón. Este hecho debe de tener un significado especial porque el pintor nos lo muestra justo en el centro del cuadro. Si nos fijamos en cómo está recogida la cola del vestido de la dama y en el hecho de que el hombre tiene levantada su mano derecha a modo de juramento, no creo equivocarme si afirmo que están festejando su boda. Es más, sé perfectamente que no yerro porque la historia me da la razón.
En el siglo XV no se necesitaban ni sacerdotes ni testigos para casarse ni por la iglesia ni por lo civil como diríamos actualmente. La ceremonia podía realizarse en cualquier parte, incluso en una estrecha habitación como nuestros protagonistas. Eran los esposos los que se impartían el sacramento del matrimonio y, en todo caso, los recién casados eran los que a la mañana siguiente podían dirigirse juntos a misa para que, de este modo, se hiciera público su enlace.
Como digo, no se exigía tampoco la presencia de testigos en el enlace, pero háganme el favor de prestar atención a las figuras que se reflejan en el espejo. Las dos figuras que aparecen difuminadas son dos testigos que tendrán que acreditar con su firma (este asunto sí que era obligatorio) el contrato matrimonial escrito que reglamentaba las condiciones económicas de la unión.
Me preguntarán ustedes la razón por la que los Sres. Arnolfini precisaban de testigos. Bien, recapitulen sobre lo dicho en lo referente a la posición de las manos de los retratados. El banquero toma la mano de su mujer con la mano izquierda y no con la derecha como era costumbre. Como ya dije en otro post (que ustedes seguramente ya habrán leído...) este tipo de matrimonio estaba reservado a los esposos procedentes de clases sociales diferentes. En nuestro caso, un banquero contrae matrimonio con una.., una..., doncella joven de la que desconocemos su apellido. Ya está todo dicho. Se trata, pues, de un matrimonio de mano izquierda. La mujer (de clase social inferior) debía renunciar a todos los derechos de herencia para ella y para sus hijos. Si no hubiera descendencia y quedara viuda, se le aseguraba una pensión (con su certificado correspondiente) que se le entregaba a la mañana siguiente (morgengabe).

Una vez que les he presentado a los novios, reivindico el derecho a informar, como ciudadana del mundo del siglo XXI, de los aspectos que hoy en día englobaríamos con el nombre de “prensa rosa”. Pero ya saben, eso será en otro post.

7 comentarios

Anónimo -

Esperamos con impaciencia la continuidad de esta serie.

Anónimo -

Eres genial

Avelino -

Interesante, sí señora.

Vailima -

Para que veas una vez más que uno no sabe lo que lleva dentro... Mientras conservemos la capacidad de admirar la belleza y sorprendernos con nosotros mismos, seremos jóvenes.
Como hoy es viernes me siento estúpidamente optimista.
Un beso.
p.d. por cierto, me encantan los comentarios que me habéis hecho. No deja de sorprenderme a mí también lo mucho que me gusta que el ego se me dispare.
un abrazote a todos.

Asigan -

Magnífico,Vailima.Enganchado a la historia de un cuadro, quien me lo iba a decir...

Antebajocabeconcontra -

Esto promete. Me gustaría que esta historia se alargara. como me pasa cuando leo una buena novela. No te des prisa alguna por terminar...

Raschid -

Eres buena, Vailima. Muy buena.