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Vailima

MENDOCINO

MENDOCINO ”supersticioso”, antic., por haber partido de la familia Mendoza, en calidad de tradición familiar, la superstición que atribuía mal agüero al derramamiento de sal encima de la mesa. 1ª doc.: 1599, Guzmán de Alfarache, Cl. C. III, 175; V, 47.9.
Cervantes (Quijote, Cl. C. VIII, 54), Quevedo y Rojas Zorrilla aluden a la famosa superstición familiar de los Mendozas, y el último cuenta la tradición de que uno de ellos mató a un paje de un certero tiro de daga, como castigo por haber derramado sal. Otros, más tardíos, como Suárez de Figueroa, les atribuyen también el prejuicio supersticioso contra el martes. Véanse las citas correspondientes y otras clásicas en los pasajes de las ed. citadas de Cervantes y Mateo Alemán. Se trataría de una tradición familiar de los Mendoza fundada en algún hecho anecdótico; la explicación simbólica del mal agüero de la sal, tal como la da Pineda (V. La cita de Rodríguez Marín) me parece forzada. Covarr. Puede aludir a ello al decir que “ciertas familias están notadas de tener ciertos agüeros”.
El apellido procede del nombre de una villa de la provincia de Álava, explicable por el vasco (mendi “monte” + otz “frío”).


La madre de una además de roja (por tradición y por convicción) es un pelín mendocina. Digo ´pelín´ porque mi señora madre sabe como nadie adecuar la religión y la superstición a sus principios que es un primor. La madre de una lleva con orgullo su nombre de Mallarmé, y un poco gitana es en cosas de derramar la sal, divisar gatos negros y pasar por debajo de una escalera.
Una servidora, que mamó de su teta hasta los nueve meses, mantuvo en secreto su mendocidad hasta que un príncipe escéptico donde los haya la rescató de estos malos pensamientos y consiguió que mis dedos índice y corazón no se volvieran a cruzar para los restos.
Con mi madre no ha podido, por ser tarea harto difícil, porque para ser rescatada primero hay que querer serlo y mi madre, querer, querer... sólo quiere haber desayunado para que la sal, los gatos negros y las escaleras no surtan efecto en su persona ni en su espíritu. ¡Ya ves tú qué fácil! Con el estómago bien nutrido no hay superstición que valga: sin violencia ni malas leches que para una vez, siendo yo niña, que me tiró un cepillo de pelo a la cabeza y fue a partirse en ella el desalmado, me lo niega la bellaca como Judas a Nuestro Señor. Por si acaso, voy a repasar el árbol, no vaya a ser que un Mendoza por parte de madre me ronde las voluntades.

5 comentarios

Nfer -

Oveja negra de mi familia he sido yo, y lo sigo siendo.
Pero de suspersticiones, ná de ná. No se anda mi madre con minucias, lo de ella es del reino de los cielos y con eso le basta y sobra para ésta y la otra vida.
Eso sí, en el campo donde he vivido con Cosme me ha asombrado cuán importante es el peso de las creencias y supersticiones. La lista es tan larga que no entraría en este mensaje; sí digo que nunca aborté por cruzar un lagarto delante de mí, ni mis vecinos me molestaron jamás (vivíamos al lado del cementerio), ni el canto del crespín causó la muerte de persona alguna, ni huevo alguno de gallina, recogido en los matorrales, liberó monstruosos basiliscos, ni el aletear silencioso del suindá rozando mi mejilla me quitó el sueño (pero sí quitó muchos ratones del galpón), ni...
Eso sí, un punto de coincidencia: si tienes un sueño terrorífico y lo cuentas antes de desayunar, se cumplirá. Si lo cuentas con el estómago lleno, roto el mal presagio.
Y lo de Mendoza...habiendo aquí toda una (hermosa) provincia con ese nombre, pues...no sé que decir. Deberé averiguar algo sobre eso.

Vailima -

Tio Petros: bien sabes que mi familia todo te lo "perdona", con tal de que me tengas alejados de ellos. jeje
Palimp: mejor no empezamos a sacar trapos sucios que ovejas negras hay en todas las familias y agrupadas en rebaños...
Miranda: te doy la razón en todo. Es más, una conversa como yo es tan poco mendocina que me chiflan los oídos por partida doble cuando me encuentro con un alto cargo de un banco o un buen médico y contemplo con estupor que estoy asistiendo a una charla de Pitita Ridruejo. jeje
Un abrazo a todos.

Miranda -

HAHAHAHAHA!!! que genial todo.

Yo creo que en un época común todos hemos vivido rodeados de supersticiones de todo tipo, sobre todo viviendo en el norte, donde las nubes y las nieblas se pueden transformar en un peliculón a nada que se ponga una.
En mi casa siempre fueron todos rojos (menos mi tío el anarquista,que iba por libre y que encima era matemático) y de ciencias, así que mis cuentos fantásticos empezaron con el colegio.

Es bueno vivir con un escéptico, lo malo es que se hacen indispensables, a mi ya me resultaría imposible (hasta a nivel de amistad) tratarme con un creyente de lo que fuera, alguien sin pensamiento crítico.

Convivir con alguien escéptico es estar mirando todo siempre bajo el concepto de la "falsabilidad", sólo que en cotidiano. Es una forma de contemplar las cosas, la vida, los hechos las personas. Crea, no se cómo decirlo, adicción...

En fin, que da gusto pasarse a ver tu casa, Vailima, y ahora, con estos cotilleos, más aún.

Gracias.

M.

Palimp -

Ignoraba la palabreja, aunque debí leerla aquí:

Prevenido estoy de paciencia y sufrimiento para cualquier grave daño que me venga; enseñado estoy a sufrir con esfuerzo y esperar las mudanzas de fortuna, porque siempre della sospeché lo peor y previne lo mejor, esperando lo que viniese. Nunca son sus efetos tan grandes como las amenazas; y si me acobardase a ellas, me irían siguiendo hasta la mata sin dejarme. No importa lo sucedido ni que haya sido el principio en martes, que ni guardo abusiones ni Vuestra Señoría es mendocino, para ir con los vanos abusos de los españoles, como si los más días tuviesen algún previlegio y el martes alguna maldición del cielo. Y cuando sobre mí se caiga en todo rigor, a todo mal suceder, no por cosa hoy del mundo me sacarán palabra por la boca con que a ninguno pare perjuicio. (Guzmán de Alfarache)

En fin, enhorabuena por el rescate y ánimo, Tio Petros. Yo lo tengo peor: escéptico y arpío, mis suegros se ganan la vida con las medicinas alternativas.

Un abrazo.

Tio Petros -

Jejeje.
A mi las supersticiones de tu madre me parecen excepcionales: además de irracionales como todas, son comlicadísimas. Si se ve un gato negro, mala suerte a no ser que uno ya haya desayunado!

Seguramente su ciencia va más allá y aunque haya desayunado persiste la mala suerte en el caso de que, además, esté nublado. Salvo que sea primer lunes de mes, en cuyo caso basta visulaizar a continuación una mariposa blanca para que el efecto quede contrarrestado, esté o no nublado...
¿Sabes? No osaré comentar nada más sobre ellas en su presencia. En el fondo es más divertida así.