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Vailima

EL PARTIDO DE TENIS (y 3)

Un joven de clara piel resplandeciente por el sol aparece tendido en una pose que se me antoja de abandono. Su cuerpo medio inclinado reposa sobre un paño de seda. Su delicadeza y afeminamiento se traducen en la posición de su pierna y brazo derechos y en unos ojos ligeramente entornados. Su muerte está próxima.
En la parte inferior derecha una raqueta abandonada en el pavimento. Junto a ésta y en el extremo opuesto, el arma letal: la diminuta pelota que va a separar definitivamente a los dos amantes.
El “jeu de paume” que así se denomina lo que para ustedes es el tenis, no es un pasatiempo obligatorio de nuestra nobleza a diferencia de la equitación, la caza o la danza. Sin embargo, está considerado como un ejercicio corporal que además de divertir el espíritu, es beneficioso para la salud. El conde Guillermo lo juega de forma magistral. Los partidos no se celebran al aire libre sino en lo que los franceses han denominado “salles de jeu de paume” y sus características no están normalizadas como las de ustedes. La red se tensa a la altura del pecho y, como en su moderno squash, los jugadores dejan rebotar la pelota contra las paredes. Cada sala dispone de una galería cubierta para los espectadores que he pensado reproducir en mi obra.
No crean que es una exageración pensar que una pelota de ese tamaño puede producir semejante desenlace. Las pelotas son de cuero y están rellenas de lana, pelo y arena. Son extremadamente duras y peligrosas, tanto es así que el joven mecenas habrá recordado sin duda la trágica muerte que tuvo lugar el año pasado de Federico, príncipe de Gales, al morir a consecuencia de una hemorragia interna que un pelotazo en el estómago le provocó.

Estoy pensando que los dos jóvenes amantes irán ataviados al uso, es decir, como los jugadores de paume de nuestro querido siglo XVIII. Ligeramente vestidos con un cinturón atado fuertemente a la cintura con dos nudos alrededor de la cadera. Ninguno de ellos habrá de quitarse el cinturón puesto que tal ligadura protege sus vísceras y el hígado. Apolo reaparecerá, como en otros cuadros míos, con un paño largo que lo distingue como dios mitológico. Jacinto, sin embargo, llevará falda corta y estrecha. Su cinturón estará aflojado por la situación y en su extremo reflejaré un anillo colgado de la cabeza de un sátiro. Otro sátiro, esta vez en forma de estatua, aparecerá a la derecha del dios, con una sonrisa burlona dirigida a ambos jóvenes. Le he dado muchas vueltas al asunto y creo que voy a incluir esta estatua además del papagayo (como homenaje al continente americano) y el frontón partido tal y como los pinté en mi Rinaldo preso de los sortilegios de Armidas. ¿Por qué un sátiro? Creo que encaja perfectamente con el joven Guillermo: los sátiros con cuernos, colas de buey y pezuñas son criaturas salvajes, incapaces de llevar una vida civilizada y siempre dispuestos a seguir sus instintos sexuales. Sí, definitivamente lo incluiré en el lienzo. Al igual que estos seres, el conde es enemigo de reglas y convenciones.
A los 18 años montó un caballo al revés y galopó de esta manera de Londres hasta Edimburgo. En otra ocasión dicen que disfrazado de mendigo recorrió todo el país por diversión. ¡Ay la juventud...!

Apolo es uno de mis dioses favoritos. Es el dios de la luz y, la luminosidad y la claridad dominan todas mis obras. Mi simpatía por él también responde a otro motivo. Personifica la Ilustración (no olviden que estamos en el Siglo de las Luces) y el progreso de la razón y de la ciencia hará que se disipen de nuestras vidas la ignorancia y la superstición. Como jefe de las musas, Apolo representa el triunfo del arte y de la cultura. Y llegamos otra vez a la figura de mi comitente. Ya les informé sobre su elevada cultura que, incluso, hizo que contratara a un hijo de Bach, que fuera amigo del filósofo Herder, precursor del clasicismo alemán, y que estudiara filosofía y ciencias naturales. Tantos laureles sobre su cabeza como Apolo, ambos dioses de la belleza y la juventud.
Cuando contemple esta obra mía en su palacio de Bückeburg le asaltarán recuerdos entrañables de su vida. Morirá a los 53 años y un sobrino suyo se hará cargo del gobierno. No sé si Apolo será quien lo disponga así, pero este familiar de Guillermo se llamará Jacinto.
Bella historia, y siempre bella también para los siglos venideros esta obra mía que finalizaré en 1753. Contémplenla. Espero que la disfruten.



¡por cierto! Se me olvidaba. Mi nombre es Giambattista Tiepolo.

5 comentarios

Vailima -

Gracias Saf. Vuelve cuando quieras.
Palimp: sabes que contigo tengo un reto. Mostrarte el arte anterior a ? jeje
Con respecto a lo de Ruiz Zafón... qué envidia me das. Precisamente ahora, mientras prepara su segunda novela estoy leyendo "El palacio de medianoche" para que la espera no sea tan penosa. Y dile que su Sombra del viento es genial del principio hasta el fin. Redonda, redonda como la manzana de Blancanieves y tan endemoniadamente envenenada que no puedes dejarla hasta el final.
¡Suerte tienen algunos...!
Un abrazo a todos.

Saf -

Magnífico.
Magistral manera de relatar un cuadro.
Estoy admirada por tu erudición deliciosa y nada pedante; es como un chorro de agua fresca.
¡Qué maravilla de blog!

Saf ;-))

Palimp -

Compruebo que pese a haber leído la serie no había dejado ningún comentario.
Decir que coincido con Dem; hay una diferencia sustancial entre ver un cuadro antes y después de tus explicaciones. De ahí la adicción que algunos tenemos a tu blog; además del disfrute por tu escritura nos enseñas a mirar de otra manera ¿Con la ilusión de un niño, quizás?

El 23 de Abril es el día de San Jordi, y en la Casa del Libro estará firmando Ruiz Zafón ¿Quieres que le diga algo?

Vailima -

Bueno, ahora (después de la serie) no tiene porqué gustarte. Pero lo que diferencia el antes y el ahora (¡ojo! que hablo desde mi propia experiencia) es que dispones de más información sobre él. Y esa información puede aproximarte a él (como parece que es tu caso) o dejarte indiferente.
De todos modos, gracias por tus generosas palabras.
Un abrazo

Dem -

Antes de leer esta serie creo que el cuadro no me hubiese gustado... gracias :))