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Vailima

RICOS Y TONTOS (y 2)

El muchacho que tan ingenuamente está siendo desplumado es tan sólo un niño. Un niño de catorce o quince años. Un niño para nosotros pero un hombre para sus coetáneos. Fíjense (si la imagen se lo permite) en los rasgos de su cara. Bajo las ondas de su cabello no ha surgido todavía ningún pliegue. Sus mejillas, excesivamente redondeadas, parecen encontrarse en una boca infantil de labios carnosos.
Como les digo, el joven ya es un hombre. La infancia era muy corta en aquellos tiempos. Para que se hagan una idea, el futuro Luis XIII, a la edad de siete años, había prescindido de la tutela de las mujeres y de los ropajes de niño: vestía jubón, calzas, capa y espada; sus muñecos habían sido abandonados por los naipes y las armas y eran frecuentes sus salidas para cazar. ¡Siete años! No quiero pensar qué haría mi J. con capa y espada jugando con sus preciados playmobils en mitad del salón...

Bien, continuemos. Aunque no nos lo parezca, la baraja francesa con diamantes, picas, corazones y tréboles no se impuso en Europa hasta el siglo XVII. En Alemania sustituyó a la baraja con palos de cascabeles, corazones, hojas y bellotas. Se sabe que aunque prohibidos, había naipes en Florencia desde el siglo XIV: pintados a mano y muy, muy caros. Ya en siglo XV con la invención del grabado al cobre y de la xilografía, la fabricación de cartas era masiva por lo que el juego de naipes se hizo muy popular entre nobles y burgueses que podían permitirse su coste, no así para soldados, campesinos y sirvientes que seguían utilizando los dados que eran más duraderos.
Algún historiador se atreve a afirmar que posiblemente es el 21 el juego que se traen entre manos. En este juego, el as tiene un valor especial ya que puede valer indistintamente 1 ó 10 puntos para conseguir los 21 necesarios. Si observan al tramposo de nuestro lienzo comprobarán que el truhán intenta dar el cambiazo de una carta sin valor por nuestro famoso as del mismo palo.
Los trucos, por supuesto, estaban a la orden del día. Entre ellos, se encontraba uno que requería de una gran experiencia y memoria además de una notable capacidad de observación por parte del tramposo. Me estoy refiriendo al truco de marcar los naipes. Si se fijan, la dama nos muestra el reverso de la baraja. Nos parece blanca. Pero para un experimentado tahúr como el de nuestro lienzo no lo es del todo. Las cartas solían mostrar manchas de sudor y de suciedad por las que podía descifrarse el triunfo que el rival poseía.
Nuestro tramposo debe de actuar con destreza y gran precisión. El joven acaudalado no debe darse cuenta del truco porque de ser descubierto, el intrépido tahúr podría perder el dedo pulgar o toda la mano (literalmente hablando), podría ser marcado con hierro candente o incluso, sufrir pena de muerte. ¿No les resulta escalofriante?
Aún hay más. Así como el juego era contrario a la ley, del mismo modo la religión y la superstición eran contrarias al juego. Las cartas cogidas a modo de abanico se conocían por el nombre de “el devocionario del diablo” ya que era el mismo Satán quien había inventado el juego y quien en él apostaba las almas. Aquel que utilizara una baraja cedía el poder de su persona al maligno, de ahí que los soldados que se dirigían a la batalla se deshacían de sus naipes porque las balas de los cañones eran atraídos por ellos, acarreándoles la muerte y, sin ninguna duda, negándoles la vida eterna.

Para finalizar apuntar la cuestión con la que comenzábamos ayer el post. Fíjense en las miradas. Mientras que el joven parece absorto dirigiendo su mirada al centro del tapete, la dama muestra una mirada fría y calculadora hacia los ojos de la criada que, a su vez, observan con curiosidad e interés a la víctima.
El tahúr es el único que vuelve la vista hacia nosotros haciéndonos sus cómplices.
Tengan cuidado, amigos. El post termina pero la partida no ha hecho más que comenzar.
Que la disfruten.

15 comentarios

Dem -

Así que el problema es que el artículo no sale entero... no tendrá por casualidad un signo de "menor que" justo donde se corta el texto... porque el HTML y esos signos se llevan fatal.

Si el problema es ese, sustituye el signo "menor que" por & lt; (sin espacios en blanco, los pongo para que veas el código y no el signo).

Vailima -

jejejeje
os quiero ¿lo percibís?
Hoy he intentado colgar el puto chorizo tres veces y me sale incompleto...
pues se va a joder y no va a poder conmigo...
lo siento. Soy muy taquera cuando me cabreo.
Que paséis un buen fin de semana.

Dem -

Me pasó como a Palimp, vi el artículo en bloglines (aunque incompleto, no sé por qué) y al entrar aquí vi que no estaba y claro, pensé, "nos han choriceado el artículo!!!"
Es que en seguida me indigno ;P

Palimp -

Vailima, menos mal... he visto dos veces el post del chorizo en mi agregador rss pero no lo encontraba en la web y pensaba que estaba viendo visiones... chorizescas (lo que hace el hambre)
Un abrazo

Vailima -

Nfer, será cuestión de investigar...

nfer -

Si estamos leyendo este comentario es porque Blogia funciona (¡que genial soy!) pero ya en C.D. no pude entrar, ni en otros blogs.
Se me ocurre que los artesanos del vidrio no eran tontos, es un oficio/arte milenario...esa copa tiene tallo corto por razones físicas, con tan poca base caería al tener desplazado el centro de gravedad.
Tal vez esté yo "desplazando" lo importante a lo intrascendente. Vailima, ¿esa es la forma de ofrecer una copa de una sierva a su ama? (ay qué poca cultura alcohólico/pictórica tengo...)

Vailima -

Pues no sé Miranda, he intentado hoy colgar un post sobre el vocablo CHORIZO como prometí a Dem y me es imposible. Además el blog me aparece con cosas raras...
en fin, probaré mañana porque hoy Blogia no funciona nada bien.
Un saludo a todos

Miranda -

Caray! que interesante lo que dice Nfer, sobre todo teniendo en cuenta que tiene la garrafa en el otro brazo.
Bueno, aquí estamos todos los bucaneros mirando fijo el cuadro y esperando más sabidurencia.
Gracias Vailima, pero sigue eh?.

beso.

M.

Vailima -

La v. del comentario anterior soy yo...

v -

Para nada me río, Nfer. Tu observación es muy interesante. Pero también pudiera ser que coja la copa para que el vino no se caliente, ya que la copa tiene un tallo muy corto. n´est-ce pas?
en fin, lejos de parecerme risible hasta creo que tienes razón.
Un beso

Nfer -

Vailima,
puede ser que te rías por lo "doméstico" de mi observación.
La copa de cristal está sostenida por una mano en una posición casi imposible.
Nunca tuve en mis manos una copa así, con tan poca base, y jamás se me ocurriría servirla, repleta de líquido indócil, de esa manera.
O tal vez no fui bien entrenada...pero sigo pensando que, en cualquier momento,en la imagen siguiente de esta magnífica "instantánea" que nos regalas, la copa vierte su contenido...

Vailima -

Andy:
La mirada de la criada no deja de ser un tanto ladina. Imagina que en ese momento le hacemos una instantánea. Yo creo que el ojo no deja de moverse hacia el incauto joven y hacia nosotros.

Vailima -

Palimp:
parece ser que el tahur es un autorretrato del pintor y que se pintó reflejándose en un espejo.

Andy -

¿La criada está observando a la víctima? Yo hubiera jurado que también nos miraba a nosotros... no sé, será un efecto de la reducción de la imagen. De cualquier modo, hay algo extraño en los ojos de la muchacha, quizá sea su posición en el rostro, o su tamaño, pero me parecen poco comunes, por así decirlo.

Palimp -

Disfrutamos, como no, del excelente retrato de la época que nos pintas con tus palabras.
El que el tahur sea el único que mira al espectador ¿Consideras que es una toma de posición del pintor?