QUEL MAL A À SE RESSAISIR: EL AUTOCANIBALISMO DE GAUGUIN
El título del post de hoy hace referencia a una frase pronunciada por Pissarro sobre la exposición de Gauguin a su regreso de Tahití. En sus impresiones (negativas, muy negativas) acusaba a Gauguin de saquear el arte polinesio, de tomar prestados elementos que a él, como ser “civilizado” no le pertenecían y terminaba su discurso con estas palabras:
“A Gauguin ciertamente no le falta talento, pero cuánto le cuesta recobrarse (quel mal a à se ressaisir), siempre a la caza furtiva en los terrenos de otros, ¡ahora saquea a los salvajes de Oceanía!”
En este sentido, Pissarro no podía estar más equivocado. Su acusación o su reproche lejos de acercarse a la realidad, describe perfectamente el espíritu pictórico que impulsa a Gauguin porque su arte se desarrolla a lo largo de todo su período polinesio justamente en aquello que Pissarro le niega: Gauguin lucha por recobrarse y en cada obra nueva se esfuerza por crear algo nuevo como producto de un conjunto anterior, como una herencia en la que recoge y recupera, colecciona y rehace su pintura desde ella misma.
La pintura de Gauguin se basa en aislar las figuras sobre el plano mediante contornos oscuros que hace que cada figura parezca recortada. El mismo aislamiento queda reflejado en los pies de sus personajes que no se muestran descansando sobre el suelo sino como vistos desde arriba produciendo igualmente el efecto de recortable además de que los tamaños de las figuras presentan evidentes desproporciones entre sí que añaden otro ingrediente más a su aislamiento e inmovilidad en el plano. Sin embargo, esta soledad compositiva y estructural de las figuras constituye en sí misma una forma específica de creación, un proceso semejante al collage. Desde 1888, Gauguin compone muchos de sus cuadros sumando sobre el fondo las figuras de dibujos y apuntes anteriores de tal forma, que llega un momento en que las figuras provienen de otros cuadros anteriores. Bien es cierto que su pintura, retomando las palabras de Pissarro, no progresa linealmente aunque, por el contrario, vuelve sobre sí misma, una y otra vez, y en esto también puede vislumbrarse un “recobrarse” del artista.
Quizás, la originalidad del pintor estuviera impregnada de cierta autarquía, es decir, de la constante persecución de su ideal de bastarse a sí mismo. Sin duda, su obra podría calificarse de ser como un extraño organismo que vive, crece y se desarrolla alimentándose de su propia sustancia, como un autófago, como un caníbal de sí mismo.
Hasta mañana.
5 comentarios
Vailima -
buen chico, buen chico...
Jafatron -
Qué cosas, a mi edad y semejante disciplina...
vigi -
ladydark -
Vailima, me ha encantado la nota de hoy de tu cuaderno, una vez más, por tus ojos veo lo que estaba oculto, gracias compañera.
Jose -