EL PINTOR DE LA SEGUNDA LEY
Hoy quiero presentarles a un pintor alemán, aprendiz del magistral Durero, que murió en 1545. Su nombre es Hans Baldung y apenas sabemos poco más de su vida.
De las obras alegóricas que firmó se encuentra la que hoy voy a comentarles. Se trata del lienzo de 48x33 cm titulado Las tres edades de la vida y la muerte.
Para empezar, describamos qué vemos:
En medio de un sombrío paisaje se encuentran cuatro figuras entre las que destaca, por el color blanquecino de su piel, una joven de agradable aspecto si la comparamos con las otras dos figuras que intentas rodearla. La joven se contempla en un espejo mientras la figura de la derecha, que simboliza la muerte, le recoge el fino velo que cubre su sexo. Mientras tanto, la otra figura aparta con su mano izquierda el reloj de arena que la muerte descubre entre ambas. Ajeno a la escena que se desarrolla arriba, un bebé juguetea con el velo de la joven a sus pies.
Esta obra habita en el Kunsthistorisches Museum de Viena. En el catálogo del museo podía leerse en 1896 que la vieja representaba el vicio, la joven la vanidad y el niño a Cupido. Alrededor de 1938, el lienzo pasó a titularse Alegoría de lo efímero y veinte años después Las tres edades de la mujer y la muerte. En 1959, en el catálogo de una exposición sobre el pintor, podía leerse La belleza y la muerte.
Si ustedes quieren y pueden echar una ojeada a las obras de este pintor, inmediatamente les saltará a la vista su preocupación por los números.
Los números constituían los pilares del orden del mundo y estaban revestidos por un aura mística.
El 3 y el 4 están presentes en la obra que nos ocupa. Baldung nos muestra las tres edades de la vida y con el cuatro, la muerte.
Estos dos números ocupaban un lugar especial. Con el cuatro se asociaban los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos y los cuatro temperamentos, así como las cuatro partes del día y las cuatro estaciones que venían a corresponderse con las edades de la vida: la primavera y la mañana para la infancia y el invierno y la noche para el final de la vida y la muerte.
En el universo de los números, el tres era todavía más importante. En la teología cristiana ocupaba un lugar central a través de la Santísima Trinidad, en el mundo Antiguo era sinónimo del todo porque en él se encerraba el principio, el medio y el fin y, Aristóteles lo introdujo en su ética para avisarnos de que cualquier actuación que sobrepase un límite bien por exceso, bien por defecto, debemos considerarla éticamente mala. En el medio está la medida justa. El filósofo, por tanto, proyectando esta idea a las edades de la vida ya tenía claro que la juventud posee demasiada fuerza y demasiado instinto mientras que la vejez adolece de ambas cualidades. La etapa en la que el hombre las posee con mesura sólo se encuentra en la mitad de la vida.
La división de la vida en tres o cuatro fases fue motivo de reflexión en la Antigüedad como hemos visto pero no era representado. Sin embargo, Baldung dedicó a este tema y al del número tres varias obras suyas e incluso una que llama la atención porque introduce el número siete en ella. Les hablo de "Las siete edades de la mujer".
Por hoy, creo que ya tenemos suficiente con la segunda ley. Concedámonos un margen de tranquilidad existencial hasta mañana. Mientras tanto, fíjense en las dos figuras que aparecen a los pies del bebé. Como ya saben (¡porque leen mis post detenida y atentamente!¿no?), casi nada es representado al azar.
Pues bien, sean atrevidos e intenten adivinar a qué se alude con ambos objetos. Les doy una pista: Esopo y Adán y Eva.
Sean buenos, hasta mañana.
De las obras alegóricas que firmó se encuentra la que hoy voy a comentarles. Se trata del lienzo de 48x33 cm titulado Las tres edades de la vida y la muerte.
Para empezar, describamos qué vemos:
En medio de un sombrío paisaje se encuentran cuatro figuras entre las que destaca, por el color blanquecino de su piel, una joven de agradable aspecto si la comparamos con las otras dos figuras que intentas rodearla. La joven se contempla en un espejo mientras la figura de la derecha, que simboliza la muerte, le recoge el fino velo que cubre su sexo. Mientras tanto, la otra figura aparta con su mano izquierda el reloj de arena que la muerte descubre entre ambas. Ajeno a la escena que se desarrolla arriba, un bebé juguetea con el velo de la joven a sus pies.
Esta obra habita en el Kunsthistorisches Museum de Viena. En el catálogo del museo podía leerse en 1896 que la vieja representaba el vicio, la joven la vanidad y el niño a Cupido. Alrededor de 1938, el lienzo pasó a titularse Alegoría de lo efímero y veinte años después Las tres edades de la mujer y la muerte. En 1959, en el catálogo de una exposición sobre el pintor, podía leerse La belleza y la muerte.
Si ustedes quieren y pueden echar una ojeada a las obras de este pintor, inmediatamente les saltará a la vista su preocupación por los números.
Los números constituían los pilares del orden del mundo y estaban revestidos por un aura mística.
El 3 y el 4 están presentes en la obra que nos ocupa. Baldung nos muestra las tres edades de la vida y con el cuatro, la muerte.
Estos dos números ocupaban un lugar especial. Con el cuatro se asociaban los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos y los cuatro temperamentos, así como las cuatro partes del día y las cuatro estaciones que venían a corresponderse con las edades de la vida: la primavera y la mañana para la infancia y el invierno y la noche para el final de la vida y la muerte.
En el universo de los números, el tres era todavía más importante. En la teología cristiana ocupaba un lugar central a través de la Santísima Trinidad, en el mundo Antiguo era sinónimo del todo porque en él se encerraba el principio, el medio y el fin y, Aristóteles lo introdujo en su ética para avisarnos de que cualquier actuación que sobrepase un límite bien por exceso, bien por defecto, debemos considerarla éticamente mala. En el medio está la medida justa. El filósofo, por tanto, proyectando esta idea a las edades de la vida ya tenía claro que la juventud posee demasiada fuerza y demasiado instinto mientras que la vejez adolece de ambas cualidades. La etapa en la que el hombre las posee con mesura sólo se encuentra en la mitad de la vida.
La división de la vida en tres o cuatro fases fue motivo de reflexión en la Antigüedad como hemos visto pero no era representado. Sin embargo, Baldung dedicó a este tema y al del número tres varias obras suyas e incluso una que llama la atención porque introduce el número siete en ella. Les hablo de "Las siete edades de la mujer".
Por hoy, creo que ya tenemos suficiente con la segunda ley. Concedámonos un margen de tranquilidad existencial hasta mañana. Mientras tanto, fíjense en las dos figuras que aparecen a los pies del bebé. Como ya saben (¡porque leen mis post detenida y atentamente!¿no?), casi nada es representado al azar.
Pues bien, sean atrevidos e intenten adivinar a qué se alude con ambos objetos. Les doy una pista: Esopo y Adán y Eva.
Sean buenos, hasta mañana.
8 comentarios
Iliana -
Vailima -
Vailima -
Sirotxo: tu cuatro no vale, es poco serio, jeje Mira este cuatro qué maravilloso es:
La colegiata de estilo gótico de Santa María de Castañeda en Cantabria tiene en el crucero 4 arcos torales que sirven de apoyo a 4 muros en cuyos ángulos se disponen trompas con 4 arcos de medio punto formando un octógono pasando así a la cubierta semiesférica. Hasta en los capiteles se representan escenas con cuadrúpedos. En la portada sus 8 arquivoltas que apean sobre 4 pares de columnas y codillos.
Venga, supera eso...
Un abrazo
Sirotxo -
Y cuatro esquinas tiene mi cama...
(lo siento no lo he podido evitar.)
Carl Philip -
Palimp -
Nada, espero impaciente la explicación!!
Vailima -
Con respecto al bebé, no es una niña como ya veremos. Lo importante es lo que simboliza la infancia, la alusión a la manzana...
Pero no me adelanto a nada más que ya lo iremos descubriendo.
Un saludo
Carl Philip -
Quizá es comentable también como la niña mira el mundo a través de un velo, la joven se mira a sí misma y la anciana, a la muerte, que, por cierto ocupa toda la mitad derecha del cuadro y se introduce en la izquierda.
¿Sería tensar demasiado la situación pensar en una alusión a la figura mítica y folcklórica de la triple diosa? No como diosa, claro, en ese momento histórico, sino al frecuentísimo trío de la doncella, la madre y la anciana.