CURIOSIDADES ESTÉTRICAS
No les voy a mentir. Se me erizan los pelos cuando contemplo retablos dorados, cristos crucificados, santos en general o cualquier tipo de escultura cristiana que sea posterior al siglo XIV. Su presencia invade la austeridad y viola el recatamiento de cualquier templo románico. Los retablos policromados se apoderan de los ábsides y les arrebatan su elegancia y su sencillez y, sobre todo, su luminosidad. Son perversos y amanerados, rebuscados e insultantes y en ellos podemos encontrar los orígenes de una cultura kitsch con la que párrocos, obispos, reyes y demás familia de la fe dejaban -saecula saeculorum- su cagarruta particular en este mundo del arte. Eso sí, con una buena capa de dorados que todo lo tapan. Hasta el pecado.
De los cristos crucificados que he podido contemplar, el cristo del monasterio de San Zoilo de Carrión de los Condes (Palencia) se lleva la palma por macabro. No sé si su cabello es natural, desconozco este dato, pero acojona y mucho, tanto o más que cualquier película japonesa de terror de esas que hacen que me transforme en un ovillo en el asiento y el corazón me lata a golpe de carrera de galgos. Alto, en penumbra y todo el dolor del mundo contenido en un rostro que apenas se deja ver, uno no puede por menos que pedir perdón por lo que sea no vaya a ser que la Santa Inquisición se presente de improviso ante una servidora que insta a sus lectores, todos los viernes, a abandonarse a los placeres de la carne. Bruja.
Del santoral, existen dos representaciones un tanto curiosas: Santa Lucía y Santa Águeda. Las representaciones de sus respectivos tormentos tienen un elemento en común: su sinsentido. La primera se arrancó los ojos; a la segunda le cortaron sus senos. La primera siempre es representada con unos ojos bien abiertos y además portando sus propios ojos en una copa. La segunda con unos pechos firmes y mostrando sus senos cortados sobre una bandeja. De ahí el sinsentido de estas representaciones, de ahí su incongruencia y también su reflejo de un perverso realismo que podemos encontrar, por ejemplo, en el Palacio Episcopal de Gaudí en Astorga (León).
De estos particulares demonios "estétricos", nunca había contemplado un Niño Jesús crucificado. Entre la humedad y la falta de luz de la Iglesia de la Nativitat de Durro (Vall de Boí, Lérida), emerge de una peana el Hijo de Dios siendo todavía niño. Sin ningún tipo de temor en su rostro nos muestra su destino con una sonrisa y un gesto liviano que denota seguridad y calma, cruzando sus piernas y apoyando sus brazos en el tronco de su muerte. Sus grandes ojos y su boca entreabierta nos hablan de su futuro como hombre. La cruz parece habérsele quedado pequeña. Sus manos cuelgan y da la impresión de que soporta todo el peso del madero.
Subimos al campanario y respiro con devoción el aire preciso que mis pulmones me permiten.
Les dejo mi opinión de algunos de mis demonios estéticos. Al fin y al cabo, cada uno acarrea con los demonios que él mismo se permite.
16 comentarios
Vailima -
Óscar -
Vere -
Vailima -
Tio Petros -
La expresión del Buddha si se pueden calificar de algo es de serenas. Es la serenidad la que nos llama la atención y nos atrae (al menos a tí y a mí).
El arte cristiano ha dado innumerables (e inimitables) ejemplos de tal serenidad, tal plenitud, tal espiritualidad mayúscula, de ahí que me parezca injusto hablar de LA estétrica cristiana como si esta religión hubiera dado tan solo "horrorcitos" como los que Vailima nos refleja en este post.
A lo mejor es que confundimos arte religioso (por el que no tengo especial aprecio personalmente, y que ejemplifico con cualquier iglesia neoclásica o con cualquier retablo barroco) con arte sagrado, que es otra cosa muy diferente.
El arte sagrado (también el cristiano, incluso especialmente el cristiano, y apurando más el católico por aquello de la castración iconoclasta de otras confesiones cristianas)ha dado algunas de las mejores muestras de sensibilidad, serenidad y maestría de la historia. Tras el románico y el gótico, no volvimos a producir en europa arte de este tipo.
No hay más que pasearse por un templo románico para comprenderlo. Vailima lo sabe bien.
Un abrazo
TP
el brujo don carlos -
Vere -
Luis -
Calamity -
Lo del Jesusito sonriente y crucificado me ha llegado al alma. Madre mía.
Luego dice mi madre que siendo agnóstica como soy visito tantas iglesias. Vamos, si es muchíiiisimo mejor que cualquier peli de miedo. Vamos, la Casa del Terror del parque de atracciones, una mierda. No hay mejor susto que contemplar los martirios de los santos autóctonos de Córdoba inmortalizados a golpe de cincel en el coro de la catedral. Qué mieu.
Besotes. Cal.
Virginia -
Hay muchos ejemplos mas de los que dice Jafatron, con los trozos del madero de la cruz de Cristo que hay dispersos por el mundo se pueden hacer millones de cruces enteritas.
En las esculturas y en las pinturas sale todo el sado masoquismo que llevan enquistado y a mi me repele.
Para un Cristo resucitado hay miles de Cristos en la cruz y no distingue a la religion catolica la cruz sino la resurrecion, aunque nadie se haya enterado nunca.
ladydark -
Jafatron -
Jafatron -
Tenemos por ahí, por ejemplo, la punta del dedo de señalar del Espíritu Santo, sesenta dedos completos de San Juan Bautista (de los cuales también once son índices), los cuernos de Moisés, quinientos dientes de Santa Apolonia, varios brazos de San Felipe (unos diecisiete), leche de la Virgen, plumas del arcangel San Gabriel (también está la ventana por la que entró para Anunciarse), un frasquito que contiene un soplo del mismísimo Cristo, pelos de su barba, lágrimas, una pluma del arcángel San Gabriel, el león de San Marcos, restos del dragón de San Jorge... y un largo etcétera que incluye, como no, las tetas de Santa Águeda (además de media docena de prepucios de Cristo, dos penes completos de San Bartolomé y los muslos y el sexo de Santa Gudula).
En fin, que la religión da para hacer un buen museo del terror.
Gerardo -
ladydark -
Patricia -