METRO CINCUENTA Y DOS
Monsieur, desde hace siglos nadie de mi familia ha hecho nada, de no ser por mi ingenio yo sería el último bobo.
Toulouse-Lautrec
Esto es ser hombre: horror a manos llenas (...)/¡Angel con grandes alas de cadenas. Seguramente que Toulouse-Lautrec debió de hacer esta reflexión mucho antes de que Blas de Otero lo plasmara en uno de sus poemas. El hecho de vivir no es fácil para nadie, por eso, si algo busca permanentemente el ser humano es la felicidad, o al menos y en su defecto, válvulas de escape para afrontar la desdicha.
Si echamos un vistazo a la biografía de algunos personajes, considerados genios ahora, miserables en su época casi siempre, el dolor y el tormento son el leitmotiv de su paso por este mundo. Hoy quiero hablarles de uno de ellos: Henri-Marie Raymond de Toulouse-Lautrec Montfa
No voy a comentar ningún otro aspecto de su biografía que no sea el que apuntaba más arriba, a saber, el sufrimiento como fuerza motriz para su genialidad; aspecto éste que compartía con su buen amigo Van Gogh y del que ya les hablé en otro post.
Los padres de Henri eran primos hermanos, consagrando una larga tradición de consanguinidad en la familia que resultó fatal para nuestro personaje. Con tan sólo diez años, los signos de la enfermedad empezaban a manifestarse. Con catorce se rompía el fémur izquierdo al caerse en el palacio familiar y un año después, otra desafortunada caída supuso la rotura del fémur derecho. La deficiente calcificación de sus huesos impedía que las fracturas se soldaran adecuadamente y sus piernas ya no crecerían más.
El linaje nobiliario de los Toulouse-Lautrec era uno de los más antiguos y notorios de Francia. Económicamente, la situación familiar era inmejorable. A pesar de esto, nada pudieron hacer para aliviar la dolencia de su único hijo. La picnodisostosis que así se denomina en la actualidad, es una de esas enfermedades raras (todavía para nosotros) que consiste en una displasia cráneo-metafisiaria con aumento en la densidad ósea, cuya fisiopatología molecular se ha atribuído a una deficiencia de catepsina K fundamental en la remodelación ósea. Con palabras menos técnicas, esta dolencia se manifiesta en la corta estatura, frecuentes fracturas y deformaciones en el esqueleto de los enfermos. Tanto es así que de T.-L. se dijo:
El tronco, que era el de un hombre de estatura normal, parecía haber aplastado con su peso y el de la gran cabeza, las cortas piernas que apuntaban por debajo
Desde que cumpliera 25 años, el revolucionario cartelista llevó una vida noctámbula y de crápula que motivaría su alcoholismo y que combinaría con la sífilis. En 1897 tiene el primero de sus ataques de delirium tremens llegando incluso a disparar con una pistola a millones de arañas imaginarias. Al año siguiente, sufre un ataque de manía persecutoria que hace que cada vez beba más y pinte menos. La crisis más grave se producirá en 1899 al sucederse las manías, depresiones y neurosis que le llevan a suicidarse fallidamente. Por este motivo es internado en una clínica. Para demostrar su cordura realiza de memoria toda una serie de litografías sobre el mundo del circo.
La familia decide apartar a Henri del alcohol y contratan a una persona para que le vigile constantemente. De nada vale el esfuerzo. Se dice que, incluso, modificó su bastón de paseo introduciendo en él un vaso y una botella de aguardiente.
En octubre de 1900 sufre un nuevo ataque y en marzo de 1901, una hemorragia cerebral le paraliza las dos piernas. El 15 de agosto de 1901 otro derrame cerebral le deja medio cuerpo paralizado.
Con su madre a la cabecera, muere el 9 de septiembre en Malromé.
Su gran dolor: la vida misma.
Sus tres consuelos:el arte, el alcohol y las prostitutas (que admiraba y respetaba).
Su gran don: los ojos con los que contemplaba el mundo que sus manos dibujaban.
...como de la ira de Dios
5 comentarios
kitry -
he tratado de buscar mas personas con esta enfermedad, espero poder.
saludos bye
aaaaa -
mui mala!
nadien lo ve
alskkasjkajska!
ludobico -
Vailima -
un saludo
JIP -