EL SEGUNDO DE TRES: CHARLES BELL Y LOS REFLEJOS DE LA PERSEVERANCIA
Bell siempre estuvo entre los pocos artistas que siguió rigiéndose por los estándares tradicionales de calidad en el arte
Louis K. Meisel
Él mismo decía que aunque sus cuadros parecían reales, no dejaba de ser una realidad subjetiva. Sin duda que es así, pero no me negarán que tan sólo nos falta la moneda para poder meternos a la boca un chicle de su máquina. La obra que hoy les presento se titula Gumball XV (Máquina de chicles) y forma parte de una serie de naturalezas muertas de estilo hiperrealista que el pintor inicó en 1973 junto a sus también conocidos cuadros de pinballs (petacos para nosotros) y juguetes de lata.
Este óleo sobre lienzo (226 x 155 cm) fechado en 1983 está pintado con la minuciosidad de un orfebre: fíjense en la laca roja que recubre la máquina, sus desconchados, la ranura metálica parece albergar aún el eco de la última moneda... El contenido, amén de brillante, es tentador: bolas de chicle de diferentes colores, regalos sorpresa, un colgante en forma de elefante, un chiflo, lo que podría ser un yo-yo y dos anillos que convertirían en princesas a las niñas que los pudieran conseguir. Además, a modo de guiño estético, un elemento que simboliza el concepto de vanitas renacentista. ¿Lo identifican?
Todos los elementos del contenedor de vidrio están dispuestos de tal forma que es imposible que el espectador no evoque su infancia, el poder de atracción de una máquina como ésta y el sabor y la textura de la bola en el interior de la boca.
Bell parte de la fotografía para realizar su cuadro, sin embargo, todo elemento está donde tiene que estar y el caos aparente no responde a otra cosa que no sea orden. El orden de la mirada del artista.
El tema no es nuevo en el arte norteamericano, ya Wayne Thiebaud nos había presentado su Máquina rompemandíbulas
Idéntico motivo: una máquina de chicles de vivos colores representada frontalmente pero ante un fondo neutral. Bell pinta los reflejos del cristal y sus efectos sobre los objetos con tanta delicadeza que bien podríamos levantar las tapas y, clandestinamente, robar unas piruletas o unos cuantos cacahuetes.
Esta pasión por las superficies también fue tratada por Audrey Flack
El tratamiento del pigmento en el lienzo parece convertir, por arte de magia (o por la magia del arte), una imagen en un trozo de tarta de fresas tan real y opulenta que uno se imagina con los labios y dedos pegagosos por la mermelada transformada en gelatina.
Todo un lujo de detalles para los sentidos; realidades creadas desde la subjetividad y, sin embargo, ausencia de un lenguaje simbólico que nos diga esto no es un chicle o esto no es una tarta.
Prueben, prueben a meter una moneda...
Hasta mañana.
Louis K. Meisel
Él mismo decía que aunque sus cuadros parecían reales, no dejaba de ser una realidad subjetiva. Sin duda que es así, pero no me negarán que tan sólo nos falta la moneda para poder meternos a la boca un chicle de su máquina. La obra que hoy les presento se titula Gumball XV (Máquina de chicles) y forma parte de una serie de naturalezas muertas de estilo hiperrealista que el pintor inicó en 1973 junto a sus también conocidos cuadros de pinballs (petacos para nosotros) y juguetes de lata.
Este óleo sobre lienzo (226 x 155 cm) fechado en 1983 está pintado con la minuciosidad de un orfebre: fíjense en la laca roja que recubre la máquina, sus desconchados, la ranura metálica parece albergar aún el eco de la última moneda... El contenido, amén de brillante, es tentador: bolas de chicle de diferentes colores, regalos sorpresa, un colgante en forma de elefante, un chiflo, lo que podría ser un yo-yo y dos anillos que convertirían en princesas a las niñas que los pudieran conseguir. Además, a modo de guiño estético, un elemento que simboliza el concepto de vanitas renacentista. ¿Lo identifican?
Todos los elementos del contenedor de vidrio están dispuestos de tal forma que es imposible que el espectador no evoque su infancia, el poder de atracción de una máquina como ésta y el sabor y la textura de la bola en el interior de la boca.
Bell parte de la fotografía para realizar su cuadro, sin embargo, todo elemento está donde tiene que estar y el caos aparente no responde a otra cosa que no sea orden. El orden de la mirada del artista.
El tema no es nuevo en el arte norteamericano, ya Wayne Thiebaud nos había presentado su Máquina rompemandíbulas
Idéntico motivo: una máquina de chicles de vivos colores representada frontalmente pero ante un fondo neutral. Bell pinta los reflejos del cristal y sus efectos sobre los objetos con tanta delicadeza que bien podríamos levantar las tapas y, clandestinamente, robar unas piruletas o unos cuantos cacahuetes.
Esta pasión por las superficies también fue tratada por Audrey Flack
El tratamiento del pigmento en el lienzo parece convertir, por arte de magia (o por la magia del arte), una imagen en un trozo de tarta de fresas tan real y opulenta que uno se imagina con los labios y dedos pegagosos por la mermelada transformada en gelatina.
Todo un lujo de detalles para los sentidos; realidades creadas desde la subjetividad y, sin embargo, ausencia de un lenguaje simbólico que nos diga esto no es un chicle o esto no es una tarta.
Prueben, prueben a meter una moneda...
Hasta mañana.
12 comentarios
Vailima -
suerte con la albahaca, yo también la planto para consumirla. Un saludo
nfer -
Mark Ryden: coincidimos.Que no me gusta ni regalado, me daría pesadillas.
Me recuerda - o quiero creer que se inspira - en Pieter Brueghel, de la misma manera que Ian Kiaer en Wittgestein (http://www.tate.org.uk/britain/exhibitions/artnow/images/wittgenstein.jpg)
Bah, no me hagas caso.
Mejor me voy a preparar el almácigo para sembrar albahaca, me resulta más saludable que estos ejercicios de analogías...
abrazos!
Palimp -
Vailima -
Vailima -
Gatito viejo -
Vailima -
jodeeeeeeeeerrrrrrrrr
No, no lo conocía y ahora compruebo que ni falta me hacía. Si el macabro artista rasgara los ojos de algunas "niñitas" inocentes de sus cuadros, el resultado sería impresionante: la mejor imagen de cine de terror japonés que haya visto en mi vida.
p´a cagarse... todavía estoy temblando.
Gracias nfer, y por cierto...
¿a quién te recuerda?
p.d. he decidido en un coup d´oeil que dirían los franceses que no me gusta nada.
nfer -
http://www.markryden.com/
Abrazotes
Vailima -
Palimp -
Vailima -
...y hasta aquí puedo leer.
Palimp -
Excelentes posts, pardiez!