LIGHTHOUSE HILL
Quizá yo no sea muy humano. Mi deseo era pintar la luz del sol sobre una pared
Hopper es uno de mis pintores favoritos. Me cae bien, con su sombrero calado a los James Stewart y aspecto de investigador privado. En el fondo así habría que considerarle, aunque sus pesquisas irían dirigidas más bien a la búsqueda de la luz y al juego incondicional de su gemela, la sombra.
Hoy quiero hablarles de una de sus obras, para mí magnífica, que aunque considerada de transición no deja de tener su importancia. La obra se titula Lighthouse Hill, un óleo sobre lienzo de 71,8 x 100,3 cm., ejecutada en 1927 y donada por Mr. Y Mrs. Purnell al Museo de Arte de Dallas.
Quien contempla Lighthouse Hill lo hace de abajo a arriba. Se lo aseguro. El monte separa al espectador del faro y de la casa aneja y se nos antoja un mar con las crestas de sus olas precipitándose hacia nosotros recogiendo una luz que hace imposible captar nada más en sus partes bajas. A pesar de ello, Hopper nos permite acceder a las dos edificaciones con intenso olor a mar, a la mar en femenino como gustan los poetas, a la mar que se esconde detrás de la pendiente donde se sitúa el faro.
El escenario es perfecto con su juego magistral de luces y sombras sobre el faro y la casa, proporcionándonos nítidos perfiles y límites de sombras cuyo efecto nos puede resultar chocante.
Luz por la sombra herida de repente. ¡De qué manera nos podría servir este verso de Alberti para describir lo que vemos! La sombra que parece partir el faro en dos ( adverso que al morder a su a su adversario/clava la sombra en una luz segura) nos recuerda el juego de luces y sombras que pone de relieve Giorgio de Chirico en Nostalgia dell´infinito (1913-1914)
también en la figura de un faro. Y aquí también la perspectiva nos obliga a contemplar un fragmento cualquiera donde un ruborizado rojo rotundo (¡va por ti Cristina!) hace destacar el extremo superior del faro con respecto al color del cielo de forma similar al rosa que Hopper hace partir directamente de la punta del suyo. Pintura metafísica la de Chirico como la Lighthouse Hill de Hopper por sus conceptos plásticos que ponen de relieve el decorado de un sueño, como un presentimiento que nos inquieta.
Todo está en calma y hace calor. No lo vemos, pero huele a mar.
Hasta mañana.
Hopper es uno de mis pintores favoritos. Me cae bien, con su sombrero calado a los James Stewart y aspecto de investigador privado. En el fondo así habría que considerarle, aunque sus pesquisas irían dirigidas más bien a la búsqueda de la luz y al juego incondicional de su gemela, la sombra.
Hoy quiero hablarles de una de sus obras, para mí magnífica, que aunque considerada de transición no deja de tener su importancia. La obra se titula Lighthouse Hill, un óleo sobre lienzo de 71,8 x 100,3 cm., ejecutada en 1927 y donada por Mr. Y Mrs. Purnell al Museo de Arte de Dallas.
Quien contempla Lighthouse Hill lo hace de abajo a arriba. Se lo aseguro. El monte separa al espectador del faro y de la casa aneja y se nos antoja un mar con las crestas de sus olas precipitándose hacia nosotros recogiendo una luz que hace imposible captar nada más en sus partes bajas. A pesar de ello, Hopper nos permite acceder a las dos edificaciones con intenso olor a mar, a la mar en femenino como gustan los poetas, a la mar que se esconde detrás de la pendiente donde se sitúa el faro.
El escenario es perfecto con su juego magistral de luces y sombras sobre el faro y la casa, proporcionándonos nítidos perfiles y límites de sombras cuyo efecto nos puede resultar chocante.
Luz por la sombra herida de repente. ¡De qué manera nos podría servir este verso de Alberti para describir lo que vemos! La sombra que parece partir el faro en dos ( adverso que al morder a su a su adversario/clava la sombra en una luz segura) nos recuerda el juego de luces y sombras que pone de relieve Giorgio de Chirico en Nostalgia dell´infinito (1913-1914)
también en la figura de un faro. Y aquí también la perspectiva nos obliga a contemplar un fragmento cualquiera donde un ruborizado rojo rotundo (¡va por ti Cristina!) hace destacar el extremo superior del faro con respecto al color del cielo de forma similar al rosa que Hopper hace partir directamente de la punta del suyo. Pintura metafísica la de Chirico como la Lighthouse Hill de Hopper por sus conceptos plásticos que ponen de relieve el decorado de un sueño, como un presentimiento que nos inquieta.
Todo está en calma y hace calor. No lo vemos, pero huele a mar.
Hasta mañana.
4 comentarios
joaquim -
Vailima -
Hopper es mucho Hopper.
Palimp -
El lector a la sombra -