LA ESFINGE SECRETA DE MODIGLIANI (1)
Soy hermosa, oh mortales, como un sueño de piedra,
y mi pecho en que todos encontraron su herida
nació para inspirar al poeta un amor
silencioso y eterno como lo es la materia.
El azul es mi reino, soy esfinge secreta,
corazón como nieve y blancura de cisne;
odio cuanto se mueve y desplaza las líneas,
no he llorado jamás ni jamás he reído.
Los poetas, al ver mi actitud majestuosa
que parezco copiar a la altiva estatuaria,
quemarán su existencia en austeros estudios.
Porque yo sé hechizar al amante y esclavo
con espejos purísimos que hacen más bello el mundo:
¡Estos ojos tan grandes de fulgores eternos!
La belleza nos habla desde los versos de Baudelaire para abandonarse, como ella sabe, en los brazos de algún artista que utiliza su mirada para atraerla hacia nosotros y hacerla realidad. En Modigliani la belleza se convierte en mujer. En mujer desnuda y palpitante con aroma a aceites, en hembra que nos hechiza haciéndonos creer su amante y arrastrándonos a la inconsciente esclavitud del reflejo ilusorio de su naturaleza. La belleza, la mujer y el deseo. He aquí los tres puntos fundamentales del triángulo de donde Modigliani no puede huir, el triángulo con vello púbico desde donde nos escandaliza.
El pintor lejos de querer provocar, anhela la belleza y el idealismo de los renacentistas. Sus jóvenes desnudos femeninos parecen estar pensando mientras plácidamente reposan, transformándose así en individualidades divinas en las que se ve reflejada la perfecta unión entre el artista y su modelo. Cuentan de él que no se conformaba con pintar a las mujeres que le servían de modelo y antes de enfrentarse al caballete, las amaba con pasión. Este hecho no nos importa, como tampoco nos importan las habladurías de su descontrolada vida que lo calificaban de drogadicto, alcohólico, mujeriego y bohemio. ¿Quiénes somos nosotros para juzgarlo moralmente?
A pesar de ello, los desnudos de Modigliani no pueden escapar de este juicio de valor como si la condena de las generaciones futuras no le permitiera morir en paz y sus obras le robaran el descanso que todo hombre se merece desde el arte y desde la historia. El pecado del pintor de Liorna no es otro que introducir en sus desnudos un fragmento de esa realidad que el canon establecido en la época obliga a obviar y olvidar a la sociedad en general y al artista en particular. Como apuntábamos en otro post , la reacción del comisario de policía sólo se entiende desde el puritanismo académico y la mojigatería de una sociedad que se agolpa tras los cristales de una exposición que muestra cuerpos femeninos y no “desnudos” y que adoptan posturas y sugieren sin tapujos, una interrelación con el espectador que nada tenía que ver con la tradición, las costumbres y la moral. La verdad nos escandaliza. La belleza también.
Mañana miraremos con otros ojos. Con los ojos que consienten; con aquéllos que saben perdonar y perdonan.
9 comentarios
luis aguirre morales -
Vailima -
Irreverente: encantada de verte otra vez por mi casa.
Jafatron: ciertamente es difícil escapar del triángulo, sobre todo, cuando el deseo se convierte en realidad y te ves dentro del triángulo sin escapatoria. Pero aun y todo, es lo que deseamos todos ¿no?
Irene: gracias por tus palabras de elogio. Vailima es tu casa y es grande. Hay sitio para todos. Vuelve cuando quieras y un saludo
Irene -
Jafatron -
Vere -
irreverente -
ladydark -
El pintor maldito, el pintor bohemio, el pintor judio y tuberculoso, el pintor herido y abrasado:"Necesito fuego para pintar, para arder. A mi portero, a mi carnicero, no les es indispensable el alcohol y, si les hace mal tienen el deber de conservar sus preciosas existencias... Para mí, mi vida no cuenta más que en razón de lo que pongo sobre mi tela... Entonces, ¿qué importa que dé un instante de mi vida., si a cambio de ese instante llego a crear una obra que quizás durará?".
Vailima -
Lola -
Es curioso... conozco a una niña de 12 años para quien Modigliani es su pintor favorito desde que tiene casi uso de razón... no creo ni que supiera qué era un lienzo, pero ahí estaba Modigliani... ea.