CARGADO VOY DE MÍ
Veo delante lo que, como Hombre, dejé atrás. Y abro un libro y me habla, a mí. Veo un místico espiando la anatomía de un ángel. Y en un susurro apenas perceptible me habla de la música y me dice: “cuando los ángeles músicos ofician para Dios, tocan J.S. Bach. Pero cuando se reúnen entre ellos, tocan Mozart. Y Dios viene a escuchar detrás de la puerta”(1). Y entonces yo pregunto si son afortunados los ángeles y Paul Valéry, que acaba de entrar, me contesta rotundo que no, que el ángel también se sienta en la orilla de una fuente y se mira en el espejo del agua. Como Narciso. Y encuentra a un hombre llorando “y se asombra en extremo al aparecerse en el agua desnuda presa de una tristeza infinita”(2). Y asombrado, como Hombre, le interrogo y le digo si un espíritu puro puede conocer la pena. Hasta tal punto –me dice- que necesita de una fuente para poder deshacerse en llanto.
Quizás los ángeles se distingan de los hombres por lo que les falta, pienso. Y Chesterton sonríe como si el mío fuera el pensamiento de un niño. Me observa mientras lo hace. Condescendiente me explica que el hombre tiene brazos, pero no alas. El pájaro tiene alas, pero no brazos. El uno trabaja, el otro vuela. El ángel posee brazos y alas. Es hermoso pero frágil de ahí que “los ángeles vuelan porque se toman a sí mismos a la ligera”(3). Ahora soy yo quien sonríe por la ocurrencia. Quizás su fragilidad responda a su falta de sexo, concluyo haciendo visible mi gran descubrimiento. Y el libro que había abierto hace unos minutos descarga contundente contra mi osadía: “¿qué necesidad hay de procrear cuando uno es eterno? El sexo y la muerte son solidarios”(4).
Cierro el libro y decido seguir buscando. Y es entonces, cuando uno sabe que no es ángel ni es Dios; cuando recuerda aquellos últimos versos de un poema de Quevedo. Y pienso que cargado voy de mí,
Pues por no desandar lo caminado,
viendo delante y cerca fin temido,
con pasos, que otros huyen, le he buscado.
Y pienso que si ángel fuera debería conformarme con planear. Pero soy hombre, -me digo-, horror a manos llenas. Cargado voy de mí, me repito con insistencia, aunque mi sexo esté despierto, aunque alas no tenga. Y en silencio me aproximo y mis cadenas me delatan mientras voy y escucho Mozart detrás de la puerta.
Que tengan un buen lunes, amigos. Espero que les guste este diamante de Mozart, elegante en su simplicidad y tallado con mimo por uno de los grandes.
(1),(2),(3) y (4): Tournier, M.: Celebraciones, Ed. Acantilado, Barcelona, 2002
9 comentarios
Juan Cosaco -
Salud!
anarkasis -
ladydark -
Jorenob -
Ser un hombre esta bien, tiene sus cosas malas, pero muchas cosas buenas, no?, escuchar una buena pieza para empezar la semana es una de ellas. A sido una acierto acabar este post con ese Ave Verum Corpus.
Me ha gustado mucho.
Charles de Batz -
Salud
herzebeth -
Vailima -
Herri: ¿Sabes que Cacciari iba a dirigirme la tesis en Venecia? ahhhhhhhh, dónde están esos tiempos en los que apenas iba cargada de mí. Magnífica la cita de Virgilio y además en latín (esto de restaurar el latín me está gustando: primero el Papa y luego tú, jeje). Precioso el Ave Verum de Mozart ¿eh? Tio Petros y yo lo hemos cantado muchas veces y pensé que era idónea esta maravillosa joyita para rematar el post. Sin ninguna duda, el cielo está ahí.
Herri -
También podría estar en el infierno, Manuel, pues como dice Virgilio " Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo", aunque yendo al enlace del post, uno piensa más, que el cielo puede encontrarse ahí mismo.
Manuel -
Lo has colgado en Tusitala, pero bien podía ser el paraíso. Una semana sin asomarme por esta bitácora y la veo en inmejorable estado de salud. No sé quien habrá escrito esa maravilla que has colgado hoy en el post, pero me ha recordado a Boscán y a Quevedo y creo que sabes que la poesía española de los siglos de oro me fascina. Y todo aderezado con Mozart; qué pena me da Dios que no es capaz de decirle a los ángeles que le toquen a Wolfang una sola vez. O será que prefiere escucharlo a escondidas?
¡Ay! vuelva en sí y atrás: no dé pisada donde la dio tan ciego caminante.
Gracias por este post.