CARNAVAL EN VENECIA
Espero que hayan pasado un estupendo fin de semana y comiencen la semana con fuerzas renovadas. Yo, por mi parte, remato flecos que dejé aparcados la semana pasada y que no hubieran sido posibles sin la inestimable colaboración de Tio Petros que se ha convertido en un mago de photoshop. Los flecos, en este caso, eran siete y aquí se los muestro:
1- Ovni
2- Vailima
3- Botella de coca-cola
4- Antena de televisión
5- Darth Vader
6- Nemo
7- Mr. Bean
Gracias a todos por participar y como premio... la de verdad:
EL ESCENARIO
Hoy les propongo un viaje. ¿Les parece bien Venecia en época de carnaval? Cierto es que no he afinado demasiado en la pregunta, porque en el siglo XVIII, el carnaval de esta maravillosa ciudad duraba entre pitos y flautas hasta cuatro meses. Créanme, los pitos comenzaban cada 26 de diciembre cuando un empleado de la República veneciana, ataviado para la ocasión, anunciaba desde el palacio del dux a un público enfebrecido que a partir de ese momento quedaba inaugurado el carnaval hasta el miércoles de ceniza. Y ustedes me reprocharán que las cuentas no les salen y con toda la razón porque además de ese tiempo también habría que sumar un carnaval previo que duraba del 5 de octubre al 16 de diciembre en el que sólo se permitían los disfraces por las tardes. Además, existía un carnaval posterior durante las dos semanas de Pentecostés donde se desarrollaba una feria importante. Dentro de este cómputo carnavalero existían, además, algunas fiestas entre las que se encontraban la elección del dux y la de los procuradores.
Casi nada ¿eh? La ciudad era un hervidero de gente que acogía a tantos “turistas” como propios residentes y todos dejaban sus buenos dineros en la ciudad. Tanto es así que en 1789 se mantuvo en secreto la muerte del dux para que “la noticia” no afectara al carnaval.
LOS ACTORES
A los venecianos les encantaba el teatro. Fíjense si les gustaba que la ciudad contaba con catorce teatros mientras que París sólo tenía tres y no hablemos ya del teatro en la calle. Si observan la obra, verán un personaje en la parte central izquierda: Pantaleón lleva un gorro de lana y una barba très, très afilée. El personaje representa al marido cornudo y al viejo verde que corre tras las niñas. Junto al antipático personaje se encuentra Arlequín portando un palo en su mano. Para quien no lo sepa, este último personaje es torpe pero astuto, glotón pero ágil. Y pobre, también era pobre como dicta su procedencia: Bérgamo y como los campesinos de su tierra, tal cual está ataviado. Su papel en el teatro era de criado y su máscara negra nos da respuesta de las horas que el desgraciado debe de trabajar al sol.
Y como no hay dos sin tres, corran la vista hacia el lado derecho del cuadro. Ahí, ahí, justo en el centro. ¿Lo ven? Es Polichinela. Inconfundible con su gorro blanco, su nariz puntiaguda, su vestimenta también blanca y su joroba. Napolitano de origen, su nombre significa pollo de ahí sus quiquiriquís y sus volteretas. Se les mataba y se volvían a levantar como un ave fénix (¡quién pudiera!)
LA REPRESENTACIÓN
Contemplemos la obra. Un corro de personajes contempla la actuación. Una dama baila un minueto con un joven. Pero mejor lo dejamos para mañana. ¿Me permiten?
11 comentarios
Supra Cuban -
Capitán Pescanova -
Un beso, Vailima.
Vere -
ladydark -
Vailima -
Vailima -
se le nota desde aquí la cara de acojonao...
ladydark -
Herri -
¡Mira que yo pensaba que Pantaleon era Don Alonso Quijano a punto de arremeter contra quien osara sobrepasarse con las damas!
Vere -
Vailima -
ah! efectivamente blogia no anda muy allá, supongo que Roberto estará trabajando en el servidor y nosotros sufrimos los inconvenientes aunque siempre suponen una mejora. Gracias Roberto, desde aquí.
Como Charles, os deseo una buena semana (aquí llueve a cántaros y todo está negro, muy negro ...como este lunes del señor)
Charles de Batz -
Menudo curro y vaya pulso para poder poner todo eso y a tí misma cuan Hitchcock de la pintura...
Un recuerdo para todos nuestros compagnons de blogia que estos días, desde ayer por la tarde me consta a mí, que deben permanecer en silencio obligado y a nosotros sin sus apreciadas palabras.
Salud y que la semana os sea leve.