EL PINTOR DE LA SEGUNDA LEY (y 3)
Sin ánimo de parecer feminista (que no lo soy) repasar a lo largo de la historia del arte las representaciones sobre las edades de la vida y la muerte hace que llegue siempre a la misma conclusión. Es el varón quien los encarnaba para griegos y romanos y en la Antigüedad era la figura masculina la encargada de representar a la humanidad. En el caso de Baldung obtenemos una conclusión diferente. Como ya les dije, las representaciones que ejecutó sobre las edades de la vida y la muerte tienen como protagonista a la mujer. Esta predilección se debe a que el cuerpo femenino sufre, a lo largo de la vida, transformaciones más estéticamente considerables que las del hombre.
Como pintor renacentista es lógico, pues, que pintara el cuerpo de la vieja como algo repugnante y despreciable como si de una bruja se tratara. Idéntico tratamiento que su maestro Durero otorgó a la figura masculina del avaro: un viejo con el pecho desnudo, ojillos entrecerrados entre miles de arrugas y desdentado.
Sobre esta teoría, la vieja de Baldung podría ser una alcahueta y el artista pierde con ella las proporciones. Fíjense cómo el brazo que retiene a la muerte es más largo de lo normal. Estas licencias eran permitidas a la hora de distorsionar las proporciones para recalcar más, si cabe, la repugnancia.
Lo que está claro es que el artista sabía mostrar a través de técnicas diferentes (color, proporción/distorsión, posición central del lienzo...) cuál es el objeto de deseo, el atractivo sexual determinante de la estética renacentista y la temática del lienzo. La vieja ya ha cumplido su cometido, carece de atrativo alguno y, Baldung, como hombre, la pinta como la ve.
Tal y como decía nuestro amigo Carl Philip en un comentario, salta a la vista el espacio que ocupan unas y otra figura. Mientras que en la mitad izquierda (para nosotros) junta niño, joven y vieja, la mitad derecha está reservada exclusivamente a la muerte. Falta el equilibrio de volúmenes y proporciones tal y como a Durero le gustaba. A pesar de ello, el cuadro no carece de movimiento gracias al paso enérgico con el que la vieja va a encontrarse con la muerte y al velo.
Según los especialistas, el velo nos indica que la joven es una prostituta, pues en aquella época estas profesionales estaban obligadas a llevarlo siempre. Por contrapartida, la virgen María siempre era representada con el mismo accesorio, igual que Venus o que Eva. Sea una prostituta o no, el velo es más que eso. Es el nexo de unión ente el niño, la joven y la muerte. La vieja, mientras, sujeta el espejo de la joven e intenta, al mismo tiempo, detener a la muerte.
Todos los personajes están relacionados entre sí. Como en una especie de corro, de danza macabra que podía contemplarse en cementerios e iglesias. Esqueletos, casi siempre, que acompañaban a personajes de todos los estamentos sociales hacia Dios.
En la época, no eran muertos sino muertos vivientes los que venían a buscar a los hombres. Muertos viventes que habían perdido la vida antes de tiempo. Paracelso los denominaba momias y así representa Baldung a la muerte: como un cadáver reseco, con uñas de pies y manos que han seguido creciendo y jirones de piel colgando por el cuerpo.
Espero que les haya gustado la obra.
Como no quiero terminar con algo tan tétrico, les voy a dedicar una nota de humor (más que nada porque la tónica general de este blog es intentar hacerles sonreir los viernes). Observen amigos míos, un curioso detalle del lienzo.

La vieja ha sido representada prácticamente sin dientes, con unos vacíos tan dignos a tener en cuenta como el estómago del pobre Lazarillo de Tormes. Corran su mirada hacia la boca de la muerte: perfecta, con todas las piezas dentales en su lugar.
¡Pardiez, ya veo a mi dentista cerrando el chiringuito! Si es lo que digo yo, que a la vejez, viruelas porque si éramos pocos..., ¡parió la abuela!
Sean felices, me coman o no perdices.
Como pintor renacentista es lógico, pues, que pintara el cuerpo de la vieja como algo repugnante y despreciable como si de una bruja se tratara. Idéntico tratamiento que su maestro Durero otorgó a la figura masculina del avaro: un viejo con el pecho desnudo, ojillos entrecerrados entre miles de arrugas y desdentado.
Sobre esta teoría, la vieja de Baldung podría ser una alcahueta y el artista pierde con ella las proporciones. Fíjense cómo el brazo que retiene a la muerte es más largo de lo normal. Estas licencias eran permitidas a la hora de distorsionar las proporciones para recalcar más, si cabe, la repugnancia.
Lo que está claro es que el artista sabía mostrar a través de técnicas diferentes (color, proporción/distorsión, posición central del lienzo...) cuál es el objeto de deseo, el atractivo sexual determinante de la estética renacentista y la temática del lienzo. La vieja ya ha cumplido su cometido, carece de atrativo alguno y, Baldung, como hombre, la pinta como la ve.
Tal y como decía nuestro amigo Carl Philip en un comentario, salta a la vista el espacio que ocupan unas y otra figura. Mientras que en la mitad izquierda (para nosotros) junta niño, joven y vieja, la mitad derecha está reservada exclusivamente a la muerte. Falta el equilibrio de volúmenes y proporciones tal y como a Durero le gustaba. A pesar de ello, el cuadro no carece de movimiento gracias al paso enérgico con el que la vieja va a encontrarse con la muerte y al velo.
Según los especialistas, el velo nos indica que la joven es una prostituta, pues en aquella época estas profesionales estaban obligadas a llevarlo siempre. Por contrapartida, la virgen María siempre era representada con el mismo accesorio, igual que Venus o que Eva. Sea una prostituta o no, el velo es más que eso. Es el nexo de unión ente el niño, la joven y la muerte. La vieja, mientras, sujeta el espejo de la joven e intenta, al mismo tiempo, detener a la muerte.
Todos los personajes están relacionados entre sí. Como en una especie de corro, de danza macabra que podía contemplarse en cementerios e iglesias. Esqueletos, casi siempre, que acompañaban a personajes de todos los estamentos sociales hacia Dios.
En la época, no eran muertos sino muertos vivientes los que venían a buscar a los hombres. Muertos viventes que habían perdido la vida antes de tiempo. Paracelso los denominaba momias y así representa Baldung a la muerte: como un cadáver reseco, con uñas de pies y manos que han seguido creciendo y jirones de piel colgando por el cuerpo.
Espero que les haya gustado la obra.
Como no quiero terminar con algo tan tétrico, les voy a dedicar una nota de humor (más que nada porque la tónica general de este blog es intentar hacerles sonreir los viernes). Observen amigos míos, un curioso detalle del lienzo.
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La vieja ha sido representada prácticamente sin dientes, con unos vacíos tan dignos a tener en cuenta como el estómago del pobre Lazarillo de Tormes. Corran su mirada hacia la boca de la muerte: perfecta, con todas las piezas dentales en su lugar.
¡Pardiez, ya veo a mi dentista cerrando el chiringuito! Si es lo que digo yo, que a la vejez, viruelas porque si éramos pocos..., ¡parió la abuela!
Sean felices, me coman o no perdices.
7 comentarios
Palimp -
Carl Philip -
En fin, como será cosa de poco, no lo tomo como el post que te debo.
La próxima juerga, tomad una copa a mi salud. ;-)
Vailima -
donde decía dirigiéndome a Carl "podía hacer un post algún..." debe leerse "podías hacer un..."
Lo siento, es que tuvimos juerga ayer y me acabo de levantar. Mi neurona mañanera me suele fallar pero cuando está bañada al orujo blanco creo que ni existe.
Vailima -
Sirotxo, de acuerdo, y como me has dado a elegir, prefiero el de Liebana. Incluiré fotos de Tio Petros y mías de nuestra visita al monasterio.
Un saludo.
Sirotxo -
Algo sobre LOARRE o bien sobre SANTO TORIBIO DE LIEBANA. Os lo dejo al vostro criterio.
Carl Philip -
Sólo añado a lo que dices que siento haberme adelantado a algunos de tus comentarios, no sabía que iba a ser una serie, y que las Totentanz (danzas de la muerte), tan populares en la Edad Media, y persistentes en el Renacimiento en el mundo flamenco, tienen sus paralelos musicales. Mi favorito de la antigüedad es "Ad mortem festinamus", del Libre Vermell.
Saludos y gracias.
Lola -